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La de San Quintín: 03

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Escena II

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Dichos; EL MARQUÉS DE ALFAFÁN DE LOS GODOS en traje de montar, elegante sin afectación, a la moda inglesa.


EL MARQUÉS.- Felices...

DON JOSÉ.- Señor Marqués, ¡cuánto le agradezco!...

DON CÉSAR.- (Contrariado.) (¡A qué vendrá este farsante!).

EL MARQUÉS.- Pues señor, me vengo pian pianino, a caballo, desde las Caldas a Ficóbriga, y al pasar por la villa en dirección a la playa de baños, advierto como un jubileo de visitantes en la puerta de esta mansión feliz. Pregunto: dícenme que hoy es el cumpleaños del patriarca, y quiero unir mi felicitación a la de todo el pueblo.

DON JOSÉ.- (Estrechándole las manos.) Gracias.

EL MARQUÉS.- ¿Con que ochenta?

DON JOSÉ.- Y ocho; no perdono el pico.

EL MARQUÉS.- No tendremos nosotros cuerda para tanto. (A DON CÉSAR.) Sobre todo, usted.

DON CÉSAR.- Ni usted.

EL MARQUÉS.- Gozo de buena salud.

DON CÉSAR.- ¿Qué haría yo para poder decir lo mismo? ¿Montar a caballo?

EL MARQUÉS.- No: tener menos dinero... (En voz baja.) y menos vicios.

DON CÉSAR.- (Aparte al MARQUÉS.) (Graciosillo viene el prócer).

EL MARQUÉS.- No es gracia. Es filosofía.

CABALLERO 1.º.- Señor Marqués, ¿mucha animación en las Caldas?

EL MARQUÉS.- Tal cual.

DON JOSÉ.- ¿Y no tomará usted baños de mar?

EL MARQUÉS.- ¡Oh, sí!... ¡Mi Océano de mi alma! Dentro de un par de semanas, me instalaré en el establecimiento.

CABALLERO 2.º.- ¿Ha venido usted en Ivanhoe?

EL MARQUÉS.- No, señor; en Desdémona.

SEÑORA 3.ª.- (Con extrañeza.) ¿Qué es eso?

DON CÉSAR.- Es una yegua.

SEÑORA 3.ª.- Ya.

DON JOSÉ.- (Con interés.) Dígame: ¿Salió usted de las Caldas a eso de las diez?

EL MARQUÉS.- Ya sé porqué me lo pregunta.

DON JOSÉ.- ¿Llegó la Duquesa?

EL MARQUÉS.- ¿Rosario? Sí señor. Díjome que vendrá luego, en el mismo coche que la trajo de la estación.

DON JOSÉ.- ¿Y está buena?

EL MARQUÉS.- Tan famosa y tan guapa. Parece que no pasan catástrofes por ella. Me encargó que le dijese a usted... Ya no me acuerdo.

DON JOSÉ.- Ella me lo dirá... ¿No toma usted una copita?

EL MARQUÉS.- Sí señor, vaya. (Le sirve RUFINA.)

DON JOSÉ.- Y pruebe las rosquillas, que dan celebridad a nuestra humilde Ficóbriga.

EL MARQUÉS.- Son riquísimas. Me gustan extraordinariamente.

RUFINA.- Hechas en casa.

EL MARQUÉS.- ¡Ah...!

CANSECO.- (Tomando otra rosquilla.) Y mucho más sabrosas que todo lo que se vende por ahí.


(Las SEÑORAS y CABALLEROS se despiden para marcharse. RUFINA y DON CÉSAR les atienden.)


DON JOSÉ.- ¿Se van ya?

SEÑORA 1.ª.- Mil felicidades otra vez.

CABALLERO 1.º.- Repito...

SEÑORA 2.ª.- Mi querido D. José... Marqués...


(EL MARQUÉS les hace una gran reverencia.)


DON JOSÉ.- Saldremos a despedirlos. (Al MARQUÉS.) Dispénseme...

SEÑORA 3.ª.- No se moleste...


(Salen todos, menos CANSECO y EL MARQUÉS. Este come otra rosquilla.)