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La felicidad es Dios

De Wikisource, la biblioteca libre.
La felicidad es Dios (1800)
de Andrés Casado y Farraces

EN VERSO

PROPIOS PARA SER RECITADOS

EN LAS VELADAS RELIGIOSO-LITERARIAS

DE LOS COLEGIOS CATÓLICOS

ORIGINALES DEL

R. P. ANDRÉS CASADO Y FARRACES

Religioso de las Escuelas Pias.

III

La felicidad es Dios.
(PARA NIÑOS)

MADRID—Imp. de la V. é H. de Gómez Fuentenebro
Bordadores, 10.


La felicidad es Dios.


CREYENTE

¡Qué hermoso es contemplar el firmamento
Bañado de luz pura,
Y al través de su velo trasparente,
Que cruzan sin rasgar soles sin cuento,
Ver á un Dios bondadoso, omnipotente,
Tender su mano santa,
Y bendecir con paternal dulzura
Al vil gusano que su nombre invoca,
Al hombre humilde que sus glorias canta!
¡Qué placer, qué consuelo
Es para el hombre contemplar el cielo,
Cuando la espada del dolor impío,
Cebándose en su alma,
Le hace verter de lágrimas un río,
Le arranca sin piedad su dulce calma!
¡Cuando el sarcasmo insano,
Tendiéndole feroz traidora mano,
Vendiéndole su beso vil y frío,
Hácele comprender que no hay reposo
En el mundo engañoso,
Y que sus glorias, dichas y placeres
Son fantasmas, quimeras, vanos seres,
Muy hermosos quizás vistos de lejos,
Mas de la fe á los fúlgidos reflejos,


¡Oh triste desencanto!
Trasgos horribles que producen llanto!

RACIONALISTA

¡Qué patético estás! Muestras que late
En tu sensible pecho
Un noble corazón, que encuentra estrecho
El recinto en que se halla aprisionado,
Para exhalar en mágicas canciones
Las amargas ó dulces emociones
Que este mundo sublime te ha inspirado.
Pero ¡ay! es vano empeño,
Sueño dorado, pero al fin un sueño,
Que atribuyas á un Ente legendario
Ese dulce placer, esa alegría,
Producto de tu rica fantasía;
Que invoques á ese Dios imaginario,
A ese Dios que, ó no existe,
Ó no se cuida del mortal que llora
Y las penas devora
De una existencia desgraciada y triste.
Efímero consuelo
Es contemplar el trasparente cielo,
Do, en lugar de ese Dios que te consuela,
Sólo verás materia, grandes moles,
Astros sublimes, rutilantes soles,
Que escuchan tus plegarias y lamentos
Como el buque empujado por los vientos
Las quejas repetidas
De las olas mil veces oprimidas.
Tu conciencia y no más, sí, tu conciencia
Es el único juez de tus acciones.
El cielo, el purgatorio y el infierno,

La vida de ultratumba,
Con su séquito de ángeles y diablos,
De hogueras y delicias... son vocablos
Sin sentido; son vanas ilusiones
Entregadas ha tiempo á olvido eterno
Por nuestra sociedad regenerada.
Más allá del sepulcro... no, no hay nada.

CREYENTE

¿Nada? ¡Infeliz! ¿Así niegas tu origen
Celestial y divino?
¿Así, ingrato, renuncias al destino
Sublime, nobilísimo, que el cielo
Te ha marcado? Ese anhelo
Constante de tu alma
De labrarse inmortal, rica corona,
De conquistarse vencedora palma,
Dime, ¿qué es? ¿Es vano empeño?
¿Es delirio insensato? ¿Es vano sueño?
Esa sed insaciable, abrasadora,
De ser feliz, de eternizar tu nombre,
¿En vano, te devora?
¿Han venido á este mundo los mortales
A beber sin cesar en negra copa
La esencia concentrada de los males,
Sin racional, sin justa recompensa?
¿No tendrán su castigo los malvados
Que viven hasta el fin sin ley ni freno,
De la justicia con baldón y ofensa?
¿No ha de tener su premio el justo, el bueno
Que sufre el ominoso, el duro yugo
Del fuerte, convertido en su verdugo?
Preciso es que haya un Dios santo, piadoso,

Que premie generoso
Al humilde creyente;
Preciso es que haya un Dios omnipotente;
Un Juez cuya justicia
Se imponga al delincuente;
Es preciso que exista el objetivo
Constante de mi vida,
Que me llama, me alienta, me convida;
Y á medida que avanzo hacia la muerte,
Encuentro más enérgico, más vivo,
Más arraigado y fuerte.
Es preciso que exista un Padre amante,
Objeto digno de mi amor constante.
Sin ese Padre cariñoso y tierno,
Océano de dulzura,
Que contemplo radiante de luz pura,
Esta vida no es vida; es un infierno.

RACIONALISTA

¿Infierno? ¿No te brinda
Naturaleza bella de contino
Con sus graciosos dones? De ellos goza;
Apura del placer el dulce vino
Que hace olvidar las penas,
Que embriaga el corazón y le alboroza;
La ciencia que derrama por mil venas
Torrentes de dulzura,
Es fuente inagotable de ventura,
En que puedes saciar, si estás sediento,
De verdades tu noble entendimiento.
¿No tiene la risueña poesía
Encantos para ti, dulce ambrosía?
Y si apeteces un placer más puro,


Placer por excelencia,
La sublime sin par Filantropía
Te ofrece del placer la rica esencia.
Sus huellas sigue con viril anhelo,
Y tu vida verás tornarse en cielo.
¡Que el cielo le has de hallar en tu conciencia!

CREYENTE

¿En mi conciencia? ¡Oh! no: me dice ella,
«No te engañes, mortal; yo soy la estrella
Que te dirige al suspirado puerto;
Soy tu norte del mundo en el desierto.
Pero tu fin... ¡es Dios! Ese concierto
Grandioso de las obras de natura,
Ese cielo bañado de luz pura,
Y matizado de astros rutilantes,
Riquísimos diamantes
Dignos de la grandeza
De ese Dios de los mundos soberano,
Son obra de su mano
Que de nada formó todos los seres.
Del mundo los placeres
Que te brindan delicias placenteras,
Son hermosas quimeras
Que te mienten dulzura,
Para llenar tu pecho de amargura.
Su vino delicioso,
De sabor celestial, de vista grata,
Es licor ponzoñoso
Que embriaga dulcemente, pero mata.
El placer de la ciencia
Es un placer sublime
Que eleva, que ennoblece, que consuela;


Mas no produce el celestial reposó
Que busca el corazón que triste gime,
Que el alma humana sin cesar anhela.»
En vano en complacernos se desvela
Con sus galas la ardiente fantasía...
Cual pasajera brisa,
Es el anuncio del ciclón airado
Que en llanto muda la empezada risa.
Y esa Filantropía,
Esa falsa virtud, tosco remedo
De la sublime caridad cristiana,
Esa virtud de alegre cortesana
Que da al triste lisiado
Los restos vergonzosos de la orgía,
No puede dar al alma
Ni paz durable, ni dichosa calma.

RACIONALISTA

¿Luego no hay en el mundo
Felicidad ni paz?

CREYENTE

No puede haberlas,
Como no puede haber brillantes perlas
Entre el fango que oculta pozo inmundo:
Como no puede haber lozanas flores
De suavísimo aroma
Y variados colores
Donde nunca penetran del sol puro
Los templados, los bellos resplandores.
El que se cree feliz... ¡es porque sueña!

RACIONALISTA

Luego todos soñamos. ¿Quién no tiene

Una hora de paz dulce y risueña?


CREYENTE


Todos soñamos, sí; porque ese gozo
Pasajero y mezquino
Que el apetito sensual excita,
Y que en vez de saciar la sed rabiosa,
En que el hombre se abrasa de contino,
Vierte en el corazón con sutileza
La copa venenosa
De profunda tristeza,
No es aquel gozo celestial, divino,
A que aspiran el sabio, el ignorante,
El anciano y el mozo,
Sin mezcla de dolor, puro, constante.
Pregunta al sibarita,
Después de levantados los manteles;
Pregunta al vencedor, cuando se quita
La envidiada corona de laureles;
Pregunta al que se cree dueño del mundo,
Cuando desciende de su regio trono:
¿Sois dichosos? Mas no los martirices...
No son dichosos, no: no son felices.


RACIONALISTA

 
¿Por qué?


CREYENTE


¿No lo adivinas?
Los placeres del mundo son tiranos,
Que martirizan con cruel encono...
El dolor y la risa son hermanos,
Como lo son la rosa y las espinas...
Tras el dorado encanto

Se ocultan siempre la tristeza, el llanto.
¡Felicidad!... No existe aquí en la tierra.
Nuestra vida es milicia, lucha, guerra.
Por eso me dirijo al firmamento,
Y al través de su velo trasparente
Busco al Dios bondadoso, omnipotente,
Que con su diestra santa
Bendice al vil gusano, al fiel creyente,
Al hombre humilde que sus glorias canta.
Y al hacerlo obedezco á mi conciencia.
Creer que ella es mi fin... ¡Eso es demencia!
Mi fin es sólo Dios.

RACIONALISTA

¿Cómo se alcanza?
 

CREYENTE

Con el divino auxilio,
Teniendo caridad, fe y esperanza,
Y obrando siempre el bien.

RACIONALISTA

¿Quién me lo abona?

CREYENTE

Yo, en el nombre de Dios, que ha prometido
Ceñir al que le ame, la corona
De la dicha.

RACIONALISTA

Me doy por convencido.
¡Venga un abrazo! Gratitud obliga.

CREYENTE

¡Bendito sea Dios! Él te bendiga.

COLECCIÓN DE DIÁLOGOS MORALES

1. La Ciencia y la Fe.

2. Las carreras.

3. La felicidad es Dios.

4. Un librepensador teórico.

5. Rosas y espinas.

6. El secreto de Isabel.

7. Sobre la educación de las señoritas.


PRECIOS
La colección completa pesetas 1,50
Los números 1, 2, 3 y 4 (para niños) » 0,75
Los números 1, 5, 6 y 7 (para niñas) » 0,75
Cada diálogo suelto » 0,25
Los pedidos se harán directamente al autor.

Colegio de Eecuelas Pías de San Fernando

MADRID