La fiera, el rayo y la piedra/Acto I

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La fiera, el rayo y la piedra
de Pedro Calderón de la Barca
Acto I

Acto I

Obscurécese el tablado, y mientras se dicen los primeros versos, se descubre la perspectiva del mar, con truenos y relámpagos.
PASQUÍN

(Dentro.)
¿Qué se nos hizo el día?

CÉFIRO

Enmarañada, obscura sombra fría,
con pálidos enojos
nos le hurta de delante de los ojos.

LEBRÓN

(A otra parte.)
¿Qué se nos hizo el sol?

PIGMALEÓN

En un instante,
no solo nos le quitan de delante
entupecidas nieblas;
pero el confuso horror de las tinieblas
nos le hace a cada paso
síncopa del oriente y del ocaso.
 

BRUNEL

(A otra parte.)
¿Qué se nos hizo de la hermosa lumbre
el esplendor?

IFIS

Aquella excelsa cumbre
le trasmontó, porque antes que llegara
hoy al mar, en la tierra se apagara.

LOS DOS PRIMEROS

Al monte.

LOS SEGUNDOS

Al llano.

LOS TERCEROS

Al puerto.
 

(Sale IRÍFILE, vestida de pieles, suelto el cabello.)
IRÍFILE

Y tres asombros en una sombra advierto.
Dejo, aparto el horror del terremoto,
en cuya lid la cólera del Noto,
de tierra y mar, con dos violencias sumas,
los riscos postra, eleva las espumas,
y voy a las tres voces,
que tres veces distantes, tres veloces,
llegaron a mi oído.
¿De cuándo acá, ni aqueste escollo ha sido
de humano pie pisado
ni de quilla aquel piélago surcado?
Si ya no es que por mar y tierra quiera
sitiarme quien pensando que soy fiera,
otra vez me ha seguido.
¡Oh, no hubiera salido
a buscar día de tan gran portento,
anciano padre mío, tu sustento!
 

CÉFIRO

De aquel peñasco, los incultos mayos,
a la saña nos libre de los rayos.

PIGMALEÓN

De aquella gruta, lóbregos los senos,
la amenaza repare de los truenos.

IFIS

De aquel celaje al corto abrigo breve
la luz de los relámpagos nos lleve.

LOS PRIMEROS

¡Piedad, obscuros velos!

LOS SEGUNDOS

¡Piedad, dioses divinos!

LOS TERCEROS

¡Piedad, cielos!
 

IRÍFILE

En tan confusa guerra,
árbitro yo del mar y de la tierra,
tierra y mar señoreo;
y bien que a poca luz, desde aquí veo
allí correr tormenta,
derrotado bajel, allí violenta
tropa abrigarse al monte, y allí al llano
número no menor. En vano, en vano,
si a mí no me buscáis, ¡oh peregrinos
que las huellas seguís de tres destinos!
Solicitáis a tanto horror defensa,
si causa este desorden lo que piensa
el docto estudio de mi padre y mío.
¡Oh, fuese antes que estudio desvarío!
 

IRÍFILE

  (Los truenos.)
Mas ¡ay de mí infelice!,
que dice mucho este temblor, pues dice
que hoy nace la ojeriza de los hados,
a que no solo fueron destinados
los humanos sentidos,
mas también comprehendidos
en estrago de escándalos tan graves
las fieras y los peces y las aves.
Luchando allí lo digan
las unas, y prosigan
trinando, en vez de cláusulas agüeros,
allí las otras; y esos brutos fieros,
que del mar no sufridos,
  (Pasan los pescados.)
mudamente se quejan a gemidos;
pues al romper su verdinegra bruma,
sobre la tez lidiando de la espuma,
del margen solicitan las arenas,
monstruos del mar, tritones y sirenas.
¡Ha, si de alguna el canto
la causa me dijera de horror tanto!
 

SIRENA

La hija de la espuma madre es del fuego,
brame el mar, gima el aire de envidia y celos.

IRÍFILE

No hay bajel que a lo lejos
deste puerto no huya,
si no es aquel en cuya
suerte ni arbitrios dejan, ni consejos,
vela, timón, bitácora ni aguja,
por más que ya cascado el pino cruja,
dando en aquella roca,
donde, caballo desbocado choca.

LOS TERCEROS

¡Piedad, cielos divinos!
 

BRUNEL

Ya que en páramos vemos cristalinos
que apenas del bajel fragmentos quedan,
en el esquife escapen los que puedan
con Ifis, nuestro dueño.

(Descúbrese el esquife, y va pasando con IFIS, BRUNEL y otros.)
IFIS

¡Oh, fuese tumba el derrotado leño
en que, a despecho mío,
de aqueste seno frío
queréis vencer la guerra!

BRUNEL

Ya que el mar se serena, a tierra.

TODOS

A tierra.
 

CÉFIRO

(Dentro.)
Ya que vuelve a aclarar la hermosa lumbre,
el llano penetrad, dejad la cumbre.

(Empieza a aclarar.)
PIGMALEÓN

(Dentro.)
Ya que otra vez le restituye el día,
cercana población la suerte mía
solicite, vagando este desierto.

LOS TERCEROS

A tierra, a tierra.

LOS SEGUNDOS

Al valle.

LOS PRIMEROS

Al llano.

LOS TERCEROS

Al puerto.
 

IRÍFILE

¡Ay infeliz de mí!, que ya la orilla
costeando surca mísera barquilla,
con poca gente en ella,
a tiempo que sin norte de otra huella,
cada tropa se inclina
a la tranquilidad de la marina
donde estoy. ¿Quién, sin ser vista, pudiera
de aquí escapar?

(Cúbrese el rostro con el cabello, y al irse a entrar, salen CÉFIRO y PASQUÍN.)
CÉFIRO

Humano monstruo, espera;
que aunque tu aspecto pudo
ponerme horror, no dudo
que tus señas desmientan tu semblante.

IRÍFILE

Tente, joven: no pases adelante,
ni quieras detenerme;
que el escucharme más horror que el verme
te ha de dar, pues si el verme te acobarda,
más lo hará oírme.
 

(Al entrarse por otra parte huyendo, salen PIGMALEÓN y LEBRÓN .)
PIGMALEÓN

Humano monstruo, aguarda,
que pues de humano y monstruo
noticias da el cabello sobre el rostro,
con la duda del uno vencer quiero
de otro el terror.

IRÍFILE

Primero
a aqueste mar me arrojaré que intente
oír a los dos.

(Al irse a entrar, por otra parte salen IFIS y BRUNEL.)
IFIS

Humano monstruo, tente,
que, pues cuanto me asombra, me asegura,
no sé qué luz entre tu traje obscura,
que me escuches pretendo.
 

IRÍFILE

Cerrome el paso; y pues aun ir huyendo
no permite mi suerte,
¿qué me queréis?

CÉFIRO

Atiende.

PIGMALEÓN

Escucha.

IFIS

Advierte.

CÉFIRO

En la caza perdido...

PIGMALEÓN

Del camino apartado...

IFIS

En el mar derrotado...
 

CÉFIRO

...del terremoto al ruido...

PIGMALEÓN

...del temblor al amago...

IFIS

...del eclipse al estrago...

CÉFIRO

...triste yo...

PIGMALEÓN

...yo confuso...

IFIS

...yo afligido...

LOS TRES

...a este monte he venido...

CÉFIRO .

..donde escuchar deseo...

PIGMALEÓN

...donde oír solicito...
 

IFIS

...donde en saber me empleo...

CÉFIRO

¿Quién eres y qué monte es el que habito?

LOS DOS

¿Quién eres y qué tierra es la que veo?

IRÍFILE

¿De suerte que un deseo
a un intento reduce tres intentos?

LOS TRES

Sí.
 

IRÍFILE

Pues juntaos los tres, y estadme atentos.
Derrotados peregrinos,
que de el mar y de la tierra,
a merced de la fortuna,
venís corriendo tormenta,
este prodigioso monte
que el mar de una parte cerca
y de otra al Etna contiguo,
es bastardo hijo del Etna.
De la fértil hermosura
de Trinacria, patria bella
de los dioses, es lunar,
no tanto porque la afea
lo rústico de sus riscos,
lo intratable de sus breñas
(pues la oposición podía
ser facción de su belleza),
cuanto por lo que la infama
su población, siempre expuesta
a los duros ejercicios
de desdichas y miserias.
 

IRÍFILE

Dígalo allí de Anajarte
el alcázar, donde presa
la tiene Argante, su tío,
sepultada antes que muerta.
La fragua allí de Vulcano
lo diga, en cuya violenta
forja de Estérope y Bronte
es martillada tarea
la fundición de los rayos.
 

IRÍFILE

Y allí, entre las duras quiebras
de pardo escollo, lo diga
lóbrega gruta funesta,
rudo templo consagrado
en mal fabricada cueva,
a la deidad de las Parcas,
cuya vecindad, sujeta
siempre a estragos, siempre a ruinas,
siempre a llantos, siempre a penas,
la hacen que continuamente
tales eclipses padezca;
si bien el de hoy dice más,
pues dice, si de mi ciencia
no miente la observación,
graduada en las estrellas,
que este común sentimiento
de fuego, mar, aire y tierra,
y en tierra, aire, mar y fuego,
hombres, peces, aves, fieras,
es cumplirse una amenaza
que tienen los dioses hecha,
de que ha de nacer al mundo
una deidad tan opuesta
a todos, tan desigual,
tan sañuda, tan violenta,
que ha de ser común discordia
de cuanto...
(Vase.)
 

PIGMALEÓN

Oye.

IFIS

Aguarda.

CÉFIRO

Espera.

LEBRÓN

Con la palabra en la boca
no se dirá que nos deja,
que antes con ella se va.

PASQUÍN

Burlolos su ligereza.

CÉFIRO

No hizo, que yo he de seguirla.
 

PIGMALEÓN

No hizo, que yo he de tenerla.

IFIS

No hizo, que yo he de alcanzarla.

(Vanse los tres.)
LEBRÓN

Sí hizo, pues el que tras ella
fuere será un mentecato.

BRUNEL

¿Por qué?

LEBRÓN

Porque muy compuesta
y adornada una mujer,
aun no es bueno andar tras ella;
¡miren qué será tras una
tan salvaja, que se deja
decir que hay Vulcano y Parcas
por aquí!
 

PASQUÍN

Peor si te quedas
solo será.

LEBRÓN

Dices bien.

LOS DOS

Pues corramos.

LEBRÓN

Norabuena;
pero corramos sentados,
si os parece.

(Vanse los tres y vuelven a salir por partes diferentes PIGMALEÓN, IFIS y CÉFIRO; cúbrese el mar y descúbrese el bosque.)
LOS TRES

Monstruo, espera.
 

IRÍFILE

(Dentro.)
Es en vano, pues ya pude
hacer la fuga defensa.

CÉFIRO

Lo intrincado de las ramas,
por donde tan veloz entra,
me la han perdido de vista.

PIGMALEÓN

La enmarañada aspereza
deste bosque me la oculta.

IFIS

Pues ya a los ojos no dejan
terminar su sombra tantos
troncos como se atraviesan,
sea la voz la que la siga.
 

LOS TRES

Vuelve, prodigio.

(Salen LEBRÓN, PASQUÍN y BRUNEL.)
LEBRÓN

No vuelvas.
¿Qué os va en eso a los tres para
pedirlo con tanta fuerza?

CÉFIRO

Saber quién es el que nace
con tanto horror.

PIGMALEÓN

Y quién sea
el asombro destos montes.

IFIS

Oye.

CÉFIRO

Aguarda.
 

PIGMALEÓN

Escucha.

LOS TRES

Espera.

IRÍFILE

(Dentro.)
No me sigáis, que no es
posible que decir pueda
quién soy y por qué los hados
a vivir así me fuerzan.
Pero si queréis saber
con la causa de mis penas
de aquel eclipse la causa,
pues os halláis a sus puertas,
a las Parcas consultad,
que mejor lo dirán ellas,
como quien sabe mejor
quién nace a ser ruina vuestra.
 

CÉFIRO

¡Confusión extraña!

PIGMALEÓN

¡Extraño
asombro!

IFIS

¡Extraña tristeza!

LEBRÓN

¿Adónde que nos hallamos
dijo esa señora bestia?

BRUNEL

¿No lo oyes? A los umbrales
de las Parcas.

LEBRÓN

¿No son esas
unas beatas que, hilando
siempre, nunca echaron tela,
y con ser tan hacendosas,
jamás hacen buena hacienda?
 

PASQUÍN

Las mismas.

LEBRÓN

¡Triste de mí!

CÉFIRO

Extranjeros, que las señas
de traje y voz lo publican
y el venir por mar y tierra
derrotados lo aseguran,
yo, aunque de ver me estremezca
estos montes, (que una cosa
es noticia, otra experiencia),
Céfiro soy, de Trinacria
príncipe, y ya que la fuerza
del destino me ha empeñado,
siguiendo otra inculta fiera,
a transcender hoy la línea
que tiene el asombro puesta
a esta inhabitable estancia,
hallándome dentro della,
no he de volverme sin que,
ya que mi valor me alienta,
el oráculo me diga
de las Parcas qué secreta
amenaza de los hados
es en mis imperios esta.
 

CÉFIRO

Y así, bien podéis volveros,
pues los dos, a quien no fuerza
interés alguno, no
es bien que lleguéis a verlas.

PIGMALEÓN

Extranjero soy, a quien
perdió la confusa niebla
de las dos noches de un día
entre la inculta maleza
de esos peñascos; la causa
que a peregrinar me fuerza
quizá es no menor, ¡oh invicto
Céfiro!, para que quiera
también yo saber el fin
deste asombro que así llega;
que yo te he de acompañar.
 

IFIS

Cuando ocasión no tuviera
yo, que del mar derrotado
pisé también estas selvas,
para inquirir los prodigios
que su obscuro centro engendra,
por no volver a terror
ninguno la espalda, fuera
el primero que llegara.

CÉFIRO

Pues desquiciemos la puerta
deste risco que mordaza
es de su boca funesta.

IFIS

Melancólico bostezo
ya del centro de la tierra
es la pavorosa gruta.
 

PIGMALEÓN

Y ya en sus lejos se dejan
terminar a poca luz
las tres deidades severas.

(Ábrese la gruta, y vense en lo más lejos della las tres Parcas, como las pintan: la primera con una rueca, cuyo hilo va a dar a la tercera que le devana, dejando en medio a la segunda con unas tijeras en la mano.)
PASQUÍN

¡Qué miedo pone el mirarlas!

BRUNEL

¡Y qué temor causa el verlas!

LEBRÓN

A cuál temor y a cuál miedo
es mayor, hago una apuesta.

LOS DOS

¿Tanto te parece el tuyo?
 

LEBRÓN

Tanto que con ser tan puerca
de las Hileras la calle,
tomara estar ahora en ella,
a trueco de no estar en
la gruta de las Hileras.

CÉFIRO

¡Oh tú, Laquesis, que impía
de la futura edad nuestra
desvaneces el estambre!

IFIS

¡Oh tú, Cloto, que severa
de la ya pasada edad
deshaces el copo a vueltas!

PIGMALEÓN

¡Oh tú, Atropos, que horrible
la inexorable tijera,
que es el fiel de los alientos,
a arbitrio tuyo gobiernas!
 

CÉFIRO

De negro ébano a tus aras
altar ofrezco que sea
atezado culto tuyo.

IFIS

Yo de ciprés una hoguera,
cuyo humo desde este altar
hasta empañar al sol crezca.

PIGMALEÓN

Yo en la hoguera y en el ara,
porque haya víctima en ellas,
noturno búho te ofrezco
sacrificar por ofrenda.

CÉFIRO

Si me dices qué prodigio...

IFIS

Si me dices qué violencia...

PIGMALEÓN

Si me dices qué presagio...
 

LOS TRES

...el pasado eclipse encierra.

LAS TRES

(Cantando muy triste.)
Dolores de parto han sido
con que ha nacido a la tierra
su mayor ruina.

CÉFIRO

¿Pues quién
a allá ha nacido?

LAQUESIS

Una fiera.

IFIS

Y tú, ¿quién dices?

CLOTO

Un rayo.
 

PIGMALEÓN

¿Y qué dices tú?

ATROPOS

Una piedra.

CÉFIRO

¿Fiera?

IFIS

¿Rayo?

PIGMALEÓN

¿Piedra?

LAS TRES

Sí.

(Ciérrase la gruta.)
LOS TRES

Cerrose otra vez la puerta
del obscuro seno.
 

LEBRÓN

Mas,
¡que nunca estuviera abierta!

CÉFIRO

Una fiera a mí me dijo,
Laquesis, en sus respuestas
que había nacido.

IFIS

A mí, Cloto,
un rayo.

PIGMALEÓN

Y a mí una piedra,
Atropos.

CÉFIRO

¡Qué disforme
monstruo de tres tan diversas
cosas pudiera formarse!
 

IFIS

¡Qué embrión de tan opuestas
causas pudo componerse!

PIGMALEÓN

¡Qué pasmo de tres materias
tan contrarias!

LEBRÓN

Como hilaban,
diciendo estarían consejas.

PASQUÍN

No hagáis caso desas cosas.

BRUNEL

Y haréis bien, que la más cuerda
mujer del huso en que hila
es su cabeza la hueca.
 

CÉFIRO

Claro está, que no hacer caso
de lo imposible es prudencia.

IFIS

Como a tal mi horror le trata.

PIGMALEÓN

Y mi valor le desprecia.

LOS TRES

Porque, ¿quién a un tiempo mismo
pudiera, siendo una fiera,
ser rayo y piedra?

ANTEROS

(Dentro.)
Cupido.

PIGMALEÓN

Ya es muy otra esta respuesta.
 

IFIS

Oigamos, por si prosigue.

ANTEROS

No recién nacido quieras
echarme ya del regazo
de Venus, mi madre bella.

CUPIDO

(Dentro.)
Sí quiero, que nunca yo
tuve ni tendré más fuerza
que el primer día que nazco.
Diranlo cuantos me sientan,
pues desde el primero día
conocerán mis violencias.

PIGMALEÓN

Ya el que juzgamos agüero
que solo es acaso muestra.
 

TODOS

¿Cómo?

PIGMALEÓN

Como de la humilde
pobre fábrica pequeña
de una fragua que a la gruta
yace de las Parcas cerca,
dos jóvenes han salido
luchando, y de su pendencia
no es vaticinio el enojo.
(Salen luchando ANTEROS y CUPIDO.)

ANTEROS

No me des la muerte, suelta,
suelta mis brazos, Cupido;
que ya rendido confiesa
mi valor, que es más el tuyo.
 

CUPIDO

Es en vano que pretendas,
Anteros, que tenga yo
piedad, pues desde hoy es fuerza
que a las manos de Cupido,
Amor absoluto, muera
el correspondido Amor.

ANTEROS

Ten clemencia.

CUPIDO

No hay clemencia.

LOS TRES

Sí hay. Yo le amparo, porque
a tus manos no perezca.

ANTEROS

A los tres debo la vida;
mas yo os pagaré la deuda,
ya que al temor dese monstruo
huir padres y patria es fuerza.
 

CUPIDO

¿Dónde has de huir de mi saña?

ANTEROS

En la superior esfera
de Diana, que pues ya
no puede sufrir la tierra
el correspondido Amor,
y al cielo es bien que transcienda
de la luna, desde donde
deshaga tus influencias.
(Vase.)

CUPIDO

Seguirete allá.

LOS TRES

Es en va
no.
 

CUPIDO

Nadie mi furor detenga,
que he de darle muerte.

LOS TRES

¿Cómo?

CÉFIRO

¿Tal rabia?

CUPIDO

Como soy fiera.

IFIS

¿Tal ira?

CUPIDO

Como soy rayo.

PIGMALEÓN

¿Tal crueldad?

CUPIDO

Como soy piedra.
 

PIGMALEÓN

¿Piedra?

IFIS

¿Rayo?

CÉFIRO

¿Fiera?

CUPIDO

Sí,
que aunque me veis en tan tierna
edad, fiera, piedra y rayo
soy tan desde mi primera
cuna, que nunca mayor
he de ser por más que crezca.

CÉFIRO

Hiciérame admiración,
si donaire no me hiciera
tu arrogancia.
 

IFIS

Este rapaz
sin duda oyó de las ciegas
Parcas la voz, y pretende
valerse de su respuesta.

PIGMALEÓN

Los niños lo que oyen dicen,
o venga bien o no venga.

CUPIDO

¿De mí os burláis?

CÉFIRO

Pues, ¿qué quieres
que hagamos de una soberbia
tan donairosa? Conmigo
por esta intrincada selva,
hasta que mi gente cobre
y vuelva a buscar con ella
aquel prodigio que vimos,
dad, extranjeros, la vuelta,
que quiero que me informéis
hoy de las fortunas vuestras
para daros mi favor
en cuanto aquí se os ofrezca,
ya que el hado nos ha hecho
cómplices de una tragedia.
 

LOS DOS

Guárdete el cielo.

CUPIDO

¿De mí
sin hacer caso se ausentan?

IFIS

Y agradecido a ese agrado,
te doy, primero que sepas
quién soy, palabra de que
no haga de tu lado ausencia
hasta que del monte salgas.

PIGMALEÓN

Yo es bien que lo mismo ofrezca.
 

CÉFIRO

Pues homenaje los tres
hagamos, que en esta empresa
del alcance deste monstruo,
en cuanto nos acontezca,
hemos de favorecernos.

PIGMALEÓN

Y para que mejor pueda
correrse el monte, mejor
es dividirnos, y sea
el rumbo de cada uno
el que le diere su estrella.

IFIS

Dice bien; mejor es ir
los tres por partes diversas,
y para juntarnos luego,
tomemos los tres por seña
el humo de aquella fragua
cuya obscura nube negra
siempre está atezando al sol.
 

PIGMALEÓN

Norabuena.

CÉFIRO

Norabuena.

CUPIDO

Pues, ¿cómo habiendo escuchado
quién soy, de aquesa manera
os vais, sin darme más culto,
ni hacerme más reverencia?

CÉFIRO

Como, aunque eres fiera, eres
muy bella para ser fiera.
(Vase.)

IFIS

Muy tibio para ser rayo.
(Vase.)
 

PIGMALEÓN

Muy tierno para ser piedra.
(Vase.)

LEBRÓN

¡Mirad, pues, y quién quería
también meterse en docena!

BRUNEL

Ruin es quien por ruin se tiene.

PASQUÍN

Y vil el que se desprecia.
(Vase.)

LEBRÓN

Quitad de ahí, que es un rapaz
que apenas sabe a la escuela
y es, oliendo a las mantillas,
muy bello para ser fiera,
muy tibio para ser rayo,
muy blando para ser piedra.
(Vase.)
 

CUPIDO

Burla han hecho de mi enojo
los tres. Pues yo haré que sea
llanto de los tres la risa
tan presto, que no anochezca
sin que empiece mi venganza
a dar su primera muestra,
hasta en el criado, a cuyo
fin, desta rama primera
haré flechas y arco; y no
acaso he elegido esta
aunque la he elegido acaso
porque, arrancada a las puertas
de las Parcas, sepa el mundo
que nacen de una raíz mesma
las armas suyas y mías.
 

CUPIDO

Por eso, humanos, alerta,
que somos, ellas y yo,
las que a ninguno reservan.
Mas, ¡ay!, que aunque tengo el tronco
de que labrar las saetas,
no tengo el metal de que
he de herrarlas. Mas, ¡qué necia
cobardía!, siendo hijo
de quien fragua, funde y templa,
de Júpiter y de Marte,
armas que entrambos ejerzan
(aquel en rayos que vibra
y este en puntas que ensangrienta).
Y pues de su casa ya
arrojé a Anteros, que era
el Amor correspondido
que hasta hoy vivió, desde hoy sea
Cupido el ingrato Amor,
el que solo triunfe y venza.
 

CUPIDO

Para que sepan no solo
estos tres que me desprecian,
pero cuantos no me admiran
por la deidad más suprema,
que soy fiera, piedra y rayo,
siendo primera experiencia
de mi poder...

CUATRO DAMAS

(Dentro.)
¡Anajarte!

CUPIDO

Anajarte han dicho. Sea
proverbio o no, escuchar quiero.
(Dentro ANAJARTE.)

ANAJARTE

Lisi, Clori, Laura, Isbella,
venid a estas selvas todas,
donde os aguardo.
 

LAS CUATRO

A la selva.

CUPIDO

Escuadrón de ninfas es
el que ese monte atraviesa,
con tan desiguales armas
como instrumentos y flechas,
pues todas el arco al hombro
dan a la mano otras cuerdas.
Nuevo género de caza
sin duda será el que inventan.
Pero a mi rencor, ¿qué importa?,
si ya no es que saque della
experiencias para ser
la fiera, el rayo y la piedra.
(Vase.)
 
(Salen LISI, CLORI, LAURA y ISBELLA por una parte, con arco y flechas, y varios instrumentos en las manos; y por otra ANAJARTE, vestida de cazadora, con venablo.)

LAS CUATRO

A todas nos da a besar
tu mano, Anajarte bella.

ANAJARTE

Seáis todas bien venidas,
donde mi amor os espera
con los brazos en el centro
de la coartada licencia
de mi prisión.

ISBELLA

¿A qué fin
que a él te sigamos ordenas,
con instrumentos y armas?
 

ANAJARTE

A fin de que en una empresa
os he menester a un tiempo
valientes y lisonjeras,
porque consta su vitoria
de dulzuras y de ofensas.

CLORI

¿De qué suerte?

ANAJARTE

Desta suerte.

CLORI

Prosigue, pues.
 

ANAJARTE

Oíd, atenta.
Ya de Trinacria sabéis
que había nacido heredera
si mi estrella no estorbara
lo que disponía mi estrella.
Pues tan contraria al primero
natal se mostró, y violenta,
que póstuma de mi padre
nací de mi madre muerta.
De suerte que racional
víbora humana pudieran
decir que fui, pues dos vidas
naciendo mi vida cuesta.
En poder de Argante, hermano
de mi padre, quedé en tierna
edad, de su confianza
entregada a la tutela.
 

ANAJARTE

Él, con no sé qué pretextos
de que teniendo; ¡qué pena!,
en Céfiro hijo varón,
yo perdía, por ser hembra,
la acción del reino, tomó
posesión dél; indefensa
yo, él poderoso, ¿quién
le había de hacer resistencia?
Desta, pues, tiranía injusta
resultó, ¡ay de mí!, que tenga
(en efeto no hay fiscal
como la propia conciencia)
escrúpulos que en el alma
roan siempre y nunca muerdan.
 

ANAJARTE

A cuya causa, no dudo
que matarme no resuelva
por no dejar contra sí
siempre viva la sospecha
de que me había dado muerte,
quedando al mundo con ella
declarada la injusticia,
cuyo escándalo le hiciera
siempre estar sobresaltado.
Y así, porque no parezca
que me teme, no me mata;
mas porque tampoco pueda
yo reclamar ni tener
con nadie correspondencia,
me prende en estos palacios,
que, convecinos del Etna,
son prisión y sepoltura
donde, teniéndome presa,
satisfago como viva
y aseguro como muerta.
 

ANAJARTE

Diréis, ¿qué tiene que ver
de mis pasadas tragedias
el origen con haceros
venir ahora a estas selvas
con instrumentos y armas?
Diréis bien, pero ¿qué pena
con buena o mala ocasión
no se alivia si se cuenta?
Y así, aprovechando yo
la que me dio mi tristeza,
para mostrar que fue alguna,
daré al discurso la vuelta.
La crianza en estos montes,
la vecindad de sus peñas,
lo familiar de sus riscos,
lo intratable de sus quiebras,
sobre la imaginación
que es causa de mis tristezas,
melancólico y adusto
humor en mi pecho engendran;
de suerte que no hay instante
que un delirio no padezca,
un letargo no me aflija
y que un frenesí no sienta.
 

ANAJARTE

A cuyas dos causas, dos
efectos hacer es fuerza,
tan poderosos que no
los puedo hacer resistencia,
por más que lo solicite.
Es el uno que aborrezca
(hecha ya desde mi tío
a todos la consecuencia)
de suerte a los hombres, que
de humana sangre sedienta
vivo hidrópica; y el otro,
que ya que vengar no pueda
mi cólera en sangre humana,
la vengue en brutos y fieras,
bandolera de sus grutas,
pirata de sus cavernas.
 

ANAJARTE

Pues siendo así que no hay cosa
que me alivie y me divierta
como la caza y la sangre,
¿qué hará el presumir que pueda
ser hoy caza y sangre humana
la que mi venablo vierta?
Los rústicos moradores
desas míseras aldeas
dicen, no sin grande asombro,
que andan dos humanas fieras
en estos montes; y añaden,
porque ya alguna experiencia
lo ha enseñado repetida,
que en oyendo la una dellas
música, el encanto suyo
la atray con tan grande fuerza
que la han visto alguna vez
llegar del poblado cerca.
 

ANAJARTE

De suerte que, imaginando
con la música atraerla
y con las flechas herirla,
no vienen a estar opuestas
hoy dos tan opuestas cosas,
como instrumentos y flechas.
Y así, de uno y de otro armadas
las cuatro, en cuatro diversas
avenidas deste bosque
os repartid, que yo, a espera,
detrás de aquel verde tronco
estaré, para que vea
el sol una montería
hoy tan extraña y tan nueva
como cazar con reclamo
este monstruo, de quien tiemblan
los convecinos lugares
de toda esta inculta esfera
más que de la vecindad
del Mongibelo y el Etna.
 

CLORI

A obedecerte venimos,
y así solo la respuesta
será el elegir los puestos.

ISBELLA

No será, con tu licencia,
que en pensar que vendrá ya
el monstruo que buscas, muerta
estoy de temor.

ANAJARTE

Pues ¿no
tendrás tú valor, Isbella,
para, en viéndole, trocar
el instrumento a la flecha?

ISBELLA

No, señora, porque yo
le habré descubierto apenas
cuando eche a correr.
 

CLORI

¿Tal dices?

LAURA

Pues yo desearé que venga
para matarle.

CLORI

Yo y todo.

ISBELLA

¡Cuidado con las valientas!

ANAJARTE

Id, pues, tomando lugares.

CLORI

Dices bien. Y así, yo en esta
parte al instrumento aplico
la mano.
 

CLORI

Yo, en consecuencia
tuya, a esta parte me pongo.

LAURA

Yo, oculta en esta maleza
también estaré.

ISBELLA

Yo aquí,
que está del lugar más cerca.

ANAJARTE

Pues yo, detrás de aquel tronco
estaré a las cuatro atenta,
blandiendo deste venablo
la cuchilla, de manera
que venga a ser triunfo mío
por cualquier parte que venga.
 
(Pónense las cuatro a las cuatro puntas del tablado; retírase ANAJARTE y mientras cantan, sale IRÍFILE.)

CLORI

¿Cuál es la dicha mayor
de las fortunas de amor?

CLORI

Yo, Clori, no lo diré
que poco de dichas sé.
Laura lo dirá mejor.

LAURA

Es error,
que en amor no hay dicha segura.

ISBELLA

Es locura,
que no hay dichas en amor.

LAS CUATRO

¿Cuál es la dicha mayor
[de las fortunas de amor?]
 

IRÍFILE

¿Qué dulces voces han sido
las que con tal suspensión
me llevan el corazón
adonde quiere el oído?
Escondida en el tejido
seno desta selva umbría,
del furor que me seguía
me aseguró mi temor,
y pudiendo del furor,
no puede de la armonía.
¿Quién creerá que es para mí
tan poderoso veneno
ese canto de que lleno
hoy está el aire, que así
como sus ecos oí,
me vine acercando a ver
quién le causa, por saber?
 

CLORI

¿Cuál es la dicha mayor
de las fortunas de amor?

IRÍFILE

Ni fue eso ni pudo ser,
que no es saber mi trofeo
ni hacer experiencia alguna
de dicha, amor ni fortuna;
porque solo es mi deseo
deste armonioso empleo,
a pesar de mi temor,
saber quién es el autor.

CLORI

Yo, Clori, no lo diré,
que poco de dichas sé.
Laura lo dirá mejor.
 

IRÍFILE

Laura, esta voz me asegura
que me lo dirá mejor.
¿Quién será, Laura?

LAURA

Es error
que en amor no hay dicha segura.

IRÍFILE

¡Con qué apacible dulzura
cada voz hace mayor
la duda! Crezca el favor,
porque crezca la ventura
de escucharlas.

ISBELLA

Es locura
buscar dichas en amor.
 

IRÍFILE

¿Cómo? Si de cada acento
tras sí arrastrada me llevan
las armonías, me elevan
y mudan más movimiento
cuando a decir vuelve el viento...

LAS CUATRO

¿Cuál es la dicha mayor
[de las fortunas de amor?]

IRÍFILE

Si cada una de por sí
mis afectos arrebata,
siendo al norte de una vida
imán cualquiera del alma,
¿qué harán todas juntas? Pero
en lo espeso de estas jaras
oculta será mejor
que las oiga.
 

ANAJARTE

Entre las ramas
siento hacia esta parte ruido.

IRÍFILE

¡Qué miro!

ANAJARTE

¡El cielo me valga!

IRÍFILE

Gente hay aquí.

ANAJARTE

El monstruo veo.

IRÍFILE

¡Muerta estoy!

ANAJARTE

¡Estoy turbada!,
que aunque mi valor me anima,
su semblante me acobarda.
 

IRÍFILE

Con dulce traición me han muerto.
A todas partes sitiada,
no me ha de valer la fuga.

ANAJARTE

Pues el ánimo me falta...
¡Laura, Clori, Isbella, Lisi!

DOS

¿Qué nos quieres?

DOS

¿Qué nos mandas?

ANAJARTE

Llegad, y los instrumentos
trocad todas a las armas;
llegad, que aquí esta la fiera.
 

CLORI

¡Qué pena!

CLORI

¡Qué asombro!

LAURA

¡Qué ansia!

ISBELLA

¿Adónde están, reinas mías,
todas aquellas bravatas?

IRÍFILE

¡Ay de mí! ¿Dónde podré
asegurar yo la espalda?

CLORI

Huye, Isbella.

CLORI

Lisi, huye.
 

LAURA

Corre, Lisi.

ISBELLA

Corre, Laura.
(Vanse.)

IRÍFILE

Crezca mi valor su miedo.

ANAJARTE

¿Ansí os vais?

ISBELLA

¿De qué te espantas?
Que a los músicos no toca
venir, pues es cosa clara
que su oficio es hacer fugas,
y el valerse de las plantas
cumplir con su obligación;
pues son, usando su gracia,
las gargantas de los pies
también pasos de garganta.
 

ANAJARTE

No importa, que yo conmigo
quedo, y una vez cobrada
del primer susto de verla,
solo mi valor me basta.

IRÍFILE

Pues ya que contigo sola
el recato fuera infamia,
de la acerada cuchilla
emplea blandida el asta,
de suerte que no me yerres
porque si el golpe te falta,
de mi nudoso bastón
habrás de probar la saña,
de suerte que, al primer golpe,
no solo rendida caigas,
pero de la tierra el centro
tan gran sepulcro te abra
que muerta aquí, las exequias
los antípodas te hagan
de esotra parte del mundo.
 

ANAJARTE

No me admira tu arrogancia,
que cuando el arpón te yerre,
a mí que me quede basta
el brazo que le despida,
para que en segunda instancia
en tan menudos pedazos
mi cólera te deshaga,
que esparcidos por el viento,
suban a esfera tan alta
que en encendidas pavesas,
o caigan tarde o no caigan.

IRÍFILE

Tira, pues, y no me yerres.
(Al embestirse las dos, sale IFIS por un lado, y abrázase con ANAJARTE, y CÉFIRO por otra, y abrázase con IRÍFILE.)

IFIS

Deidad, tente.
 

CÉFIRO

Monstruo, aguarda.

IFIS

Porque en tan desigual lid...

CÉFIRO

Porque en tan nueva batalla...

IFIS

...no es bien sea una mujer
rival de empresa tan alta.

CÉFIRO

...no es bien que mates ni mueras
sin que, si mueres o matas,
sepamos quién fue el prodigio
destos montes.

IFIS

Suelta.
 

ANAJARTE

Aparta.

IRÍFILE

Que ya terciado el bastón...

ANAJARTE

Porque ya blandida el arma...

IFIS

...esa hermosura...

ANAJARTE

...ese asombro...

DOS

...triunfo ha de ser de mis plantas.

IFIS

¿Qué soberana belleza...

CÉFIRO

¿Qué hermosura soberana...
 

IFIS

...es la que este monte pisa?

CÉFIRO

...es la que ese traje guarda?

ANAJARTE

Suelta, digo.

IRÍFILE

Aparta, digo.

IFIS

Si tu peligro estorbaba
por una causa, ya son
dos.

CÉFIRO

Si antes embarazaba
por una causa tu riesgo,
dos son ya.
 

DOS

¿Dos?

LOS DOS

Sí.

DOS

¿Qué causas?

IFIS

Tu hermosura y tu peligro.

CÉFIRO

Tu riesgo.

IRÍFILE

¿Y qué más?

CÉFIRO

Tu gracia.

ANAJARTE

¿Ahora lisonjas?
 

IRÍFILE

¿Ahora rendimientos?

ANAJARTE

Suelta.

IRÍFILE

Aparta.

ANAJARTE

Que ha de ver aquese asombro
que soy rayo que desata
Júpiter contra su pecho
desde la esfera más alta.

IRÍFILE

Que ha de ver esa altivez,
a pesar de su arrogancia,
que, desta montaña aborto,
soy fiera desta montaña.

IFIS

Que eres rayo, yo lo veo,
pues tan poderoso abrasas,
que sin ofender el cuerpo,
has hecho ceniza el alma.
 

CÉFIRO

Que eras fiera, ya lo lloro,
pero de tan dulce saña
que a quien matas te agradece
el favor con que le matas.

ANAJARTE

Más que con tu acción me obligas,
me ofendes con tus palabras.

IRÍFILE

Aún más que me lisonjeas
con detenerme, me agravias.

IFIS

Pues para que veas mejor
cuán de tu parte me hallas...

CÉFIRO

Pues para que mejor veas
cuán de extremo a extremo pasas...
 

IFIS

...desempeñaré tu riesgo
tomando yo tu venganza.

CÉFIRO

...has de ver que tu peligro
soy yo quien te le restaura.

ANAJARTE

Pues si haces por mí fineza
tal, que esa fiera avasallas,
porque estoy en el empeño
de rendirla y de postrarla,
aunque no he de agradecer
yo jamás amantes ansias,
te agradeceré el valor.

IRÍFILE

Pues si haces que yo me vaya
sin que me siga ninguno,
agradeceré a tu fama
de la fineza el socorro.
 

CÉFIRO

Yo te doy deso palabra.

IFIS

Yo te la ofrezco.

CÉFIRO

Divina
hermosura...

IFIS

Fiera humana...

CÉFIRO

No el venablo...

IFIS

No el bastón...

LOS DOS

...esgrimas.

ANAJARTE

¡Qué pena!
 

IRÍFILE

¡Qué ansia!

IFIS

¡Qué veo!

CÉFIRO

¡Qué miro!

IFIS

¡Oh, cuánto
estimo que ocasión haya
en que ya nuestro homenaje
de algo a mi fortuna valga!

CÉFIRO

No menos yo lo agradezco
que empeñada tu palabra
en ampararme, es preciso
por mí una fineza hagas.
 

IFIS

Sí haré, ¿qué quieres?

CÉFIRO

Que aqueste
asombro que ya me causa
más admiración que espanto,
me ayudes que libre salga
de sus riesgos, porque estoy
en empeño de librarla,
y dime tú lo que yo
por ti puedo hacer.

IFIS

Ya nada,
porque en ese mismo empeño
a mí me ha puesto esta dama
y he de ayudar a rendirla.

CÉFIRO

Yo he de acudir a ampararla,
y así mira en qué te empleas.
 

IFIS

Mucho me admira que haya
quien...

CÉFIRO

Di.

IFIS

...se ponga de parte
de la noche, contra el alba.

CÉFIRO

¿Quién lo es más que quien hermosa
se emboza entre nubes pardas?

IFIS

Yo mi palabra empeñé.

CÉFIRO

Yo también di mi palabra.

IFIS

Yo la di al sol.

CÉFIRO

Yo a la aurora.
 

IFIS

Yo al día.

CÉFIRO

Yo a la mañana;
y mira, extranjero, cómo
ha de ser, que he de librarla.

IFIS

Mira tú cómo ha de ser,
Céfiro, porque yo...

ANAJARTE

Aguarda,
¿tú eres Céfiro?

CÉFIRO

Yo soy.

ANAJARTE

Ya no me admira ni espanta
que de parte de una fiera
contra mí esté tu arrogancia,
pues no es la primera vez
que fieras contra mí amparas.
 

CÉFIRO

¿Cómo, si no te conozco,
de mi proceder te agravias?

ANAJARTE

Como es el no conocerme
otro abono de tu infamia.

CÉFIRO

Pues, ¿qué fiera contra ti
yo amparé?

ANAJARTE

Una tan ingrata
como lo es la tiranía
con que tu padre me trata.

CÉFIRO

Pues, ¿quién eres?

ANAJARTE

Anajarte
soy, y pues ya se declaran
mis sentimientos, no quiero
que otro tome mi venganza,
sino yo, y así...
 

CÉFIRO

Detente,
porque si vengarte trazas,
ya lo estás en quien rendido
sabrá ponerse a tus plantas.

ANAJARTE

Eso es querer que el sagrado
de mi hidalguía te valga,
pues no ha de ser, que...

IRÍFILE

También
eso es querer que yo salga
al reparo de su vida.

CÉFIRO

Muy presto el favor me pagas.

IFIS

También saldré yo en defensa
de quien tú ofendes.
 

CÉFIRO

Repara
que estoy en la suya yo.

ANTEO

(Dentro.)
¿Dónde, Irífile, te guardas?

IRÍFILE

Aunque al favor que te debo
siempre he de rendir las gracias,
ya me sobra tu favor
con esta voz que me llama.
¡Ven, Anteo, a socorrerme!
(Sale ANTEO vestido de pieles, con barba negra.)

ANTEO

Pues ¿quién tu hermosura agravia,
viviendo yo, que no sea
vil trofeo de tus plantas?
 

CÉFIRO

Aunque yo te defendía,
deidad, cuando sola estabas,
ya es fuerza ser contra ti
cuando otro monstruo te guarda,
y monstruo tal, que a pesar
de traje, cabello y barba,
de mi mayor enemigo
me acuerda la semejanza.

ANTEO

[Aparte.]
Céfiro es este. ¡Ay de mí,
si a disfrazarme no bastan
la edad y el traje!

CÉFIRO

Traidor,
¿aún vives?
 

ANTEO

No me acobarda
tu voz y tu acción, aunque
no alcance por qué me llamas
traidor, ni mi muerte intentes.

CÉFIRO

Baste que mi honor lo alcanza.

IFIS

Y yo, Céfiro, a tu lado
estoy, ya que el duelo pasa
a otro monstruo; que una cosa
fue el empeño de una dama
y otra el riesgo de tu vida.

ANAJARTE

Yo es bien paréntesis haga
a mis rencores también,
y contra los dos te valga.
 

CÉFIRO

Pues ya que la novedad
de aventura tan extraña
os pone a mi lado, sea
advirtiendo que de entrambas
vidas me guardéis la una.

ANTEO

Ponte, Irífile, a mi espalda.

IRÍFILE

A tu lado estoy mejor.

ANTEO

Pues contra los dos, ¿quién basta?
(Dentro las cuatro mujeres.)

CUATRO MUJERES

Acudid, acudid todos
a la desigual batalla
de hombres, deidades y monstruos.
 
(Salen los que pudieren, PASQUÍN y BRUNEL.)

TODOS

Mueran las fieras tiranas,
escándalo destos montes.

LOS DOS

Mueran, que en bulla no espantan.

ISBELLA

¡Qué propio es de los gallinas
animarlos la ventaja!

UNOS

Mueran estos monstruos.

TODOS

Mueran.

ANTEO

Gran gente, Irífile, carga
sobre los dos.
 

IRÍFILE

Pues el monte
en su aspereza nos valga.
(Vanse.)

ANAJARTE

Yo he de seguirlos, aunque
el viento les dé sus alas.
(Vase.)
(Salen LEBRÓN y PIGMALEÓN.)

LOS DOS

Y yo a ti.

PIGMALEÓN

¿Qué ha sido esto?
Que del sitio en que aguardaba
a las voces he venido.

IFIS

No me detengas, que nada
podré decirte.
 

CÉFIRO

Ni yo.

IFIS

Sino que temo... ¡Qué ansia!

CÉFIRO

Sino que dudo... ¡Qué pena!

IFIS

Que ha sido verdad... ¡Qué rabia!

CÉFIRO

Que ha sido cierto... ¡Qué asombro!

LOS DOS

...el anuncio de las Parcas.

PIGMALEÓN

¿Contra  ?

LOS DOS

Como contra mí
quieren los cielos que nazca...

IFIS

...el rayo destas esferas.
 

CÉFIRO

...la fiera destas montañas.
(Vanse.)

GENTE

(Dentro.)
Al monte, a la selva, al llano,
ataja por aquí, ataja.

PIGMALEÓN

¿Qué será lo que a los dos
sucedió?

LEBRÓN

Pues, ¿yo sé nada?

PIGMALEÓN

¡Qué fiera ni rayo! Puesto
que verdad pronunciaran
también viera yo la piedra,
y es el temerlo ignorancia.
 

LEBRÓN

No es tarde, que si ellas son
señoras de su palabra,
ella vendrá.
(Los martillos.)

PIGMALEÓN

Calla, necio,
porque ¿cómo?... Pero aguarda,
¿qué ruido es este?

LEBRÓN

Pues yo,
qué sé, si ya no le causa
que pida algo allí algún pobre
fiado.

PIGMALEÓN

¿De qué lo sacas?

LEBRÓN

De que este ruido es, si el
sonecillo no me engaña,
machacar en hierro frío.
 

PIGMALEÓN

La vecindad de la fragua
de Vulcano hará estos ecos,
a cuyo compás descansan
sus cíclopes, pues al son
del duro ejercicio cantan.

GENTE

(Dentro.)
    Teman, teman los mortales,
    que se labran
    en el taller de los rayos
    de Amor las armas.

PIGMALEÓN

De Amor las armas allí
dice esta voz que se labran.

LEBRÓN

Digo, y los cíclopes, ¿son
músicos?
 

PIGMALEÓN

Que vuelven, calla.

GENTE

(Dentro.)
    Que se labran
    en el taller de las fieras
    de Amor las armas.

LEBRÓN

Rayos y fieras han dicho.

PIGMALEÓN

Lo que prosiguen, repara.

GENTE

(Dentro.)
    Que se labran
    en el taller de las piedras
    de Amor las armas.
 

LEBRÓN

¿Oyes? También piedras dicen.

PIGMALEÓN

Poco uno ni otro me espanta
por más que digan.

GENTE

(Dentro.)
Al monte,
ataja por aquí, ataja.

GENTE

(Dentro.)
Que se labran...

LEBRÓN

Aqueste es otro cantar,
que allí dos fieras se alargan.
 

PIGMALEÓN

Algo fue dello, sin duda,
lo que dijeron las ansias
de los dos. De no entenderlos
por entonces mi ignorancia
me pesa, por no seguirlos;
mas yo salvaré el alma,
saliéndola al paso ahora
por esta senda.
(Vase.)

LEBRÓN

Que haya
andantes que anden por selvas
encantadas, malo es, vaya;
pero peor por selvas es
encantadas y cantadas.
Dígolo porque a dos coros
allí dice el uno...
 

GENTE

(Dentro.)
Ataja.

LEBRÓN

Y el otro allí le responde.

GENTE

(Dentro.)
Que se labran
    en el taller de los rayos
    [de amor las armas.]

LEBRÓN

¡Mal haya el alma y la vida
que atajadas y labradas
nos tiene de tales amos
hoy las vidas y las almas!
(Salen VENUS y CUPIDO.)

VENUS

¿A qué fin, Cupido, ya
quieres que te labren armas
tan venenosas que juntes
las dos pasiones contrarias
del olvido y del amor,
en las puntas explicadas
de oro y plomo?
 

CUPIDO

A fin de que
usando, madre, de ambas,
teman los mortales tanto
mi favor como mi saña,
mi agrado como mi ira,
y mi paz como mi rabia.
Desprecio han hecho de mí
tres afectos, y así encarga
mi voz a Estérope y Bronte
la fatiga con que labran
esas flechas, que no solo
en los dos metales hagan
esos dos efectos, pero
en las venenosas plantas
que en el monte de la luna
son ojeriza del alba,
las ha de templar, porque,
en mortal yerba tocadas,
pasen, sin sentirlo el cuerpo,
a ser venenos del alma.
 

VENUS

Pues ya que usar de armas quieras,
¿por qué de traidoras armas,
sin ver cuánto deja atrás
el triunfo quien le aventaja
con desiguales partidos?
¿Que uses, Cupido, no basta
las nobles iras de todos?
Y yo, para ver si alcanza
algo contigo mi ruego,
es bien que el taller te abra,
oficina de Vulcano.
Ahí tienes paveses, lanzas,
yelmos, venablos, escudos,
arcos, saetas y aljabas.
No, pues, singular pretenda
usar tu soberbia infancia
de armas de veneno, pues
basta cualquiera.
 

CUPIDO

No basta,
porque aún han de ser los dioses
sacrificio de mis aras.

VENUS

Ya no me espanto de que
engendre soberbia tanta
quien a Anteros de mis brazos
hoy desterró y...

CUPIDO

Calla, calla,
que si lloras por su ausencia,
al ver que del mundo falta
el correspondido Amor,
tomaré de ti venganza
también, y quizá algún día...

VENUS

Ataja la voz.
 

TODOS

(Dentro.)
Ataja.

UNOS

Al monte.

OTROS

Al valle.

OTROS

A la selva.

VENUS

¿Quién este alboroto causa?
Mas ¿quién le ha de causar, puesto
que ya es, sin duda, que anda
por ti en confusión el mundo?
(Vase.)
(Sale ANTEO con IRÍFILE en los brazos, y tras él todos.)

CUPIDO

Pues, ¡qué vitoria más alta!
 

ANTEO

Ya que el huir no es posible,
este sagrado me valga.

CUPIDO

¿Qué es esto?

ANTEO

Es una desdicha,
una pena, una desgracia
que me obliga a que de ti
hoy me favorezca. Cuanta
gente aqueste monte alberga
toda en mis alcances anda.
Esta beldad infelice
pongo, joven, a tus plantas;
su vida libra, la mía
importa poco.
 

CUPIDO

Levanta,
que a no mal puerto has llegado,
y pues que de mí te amparas,
no temas.

TODOS

Todos entrad,
y muera donde se guarda.

CUPIDO

¿Qué es esto? Pues que llegase
a mis umbrales, ¿no basta?

ANAJARTE

No, que yo esa humana fiera
a mis pies he de postrarla.

IFIS

No, porque yo de su empeño
tengo de valer la causa.
 

CÉFIRO

No, que aunque la guarde yo,
matar tengo al que la guarda.

PIGMALEÓN

No, que el duelo de los dos
a mí por los dos me alcanza.

LEBRÓN

No, que para defenderlos
tiene usted muy pocas barbas.

CUPIDO

Esto sufro.

UNO

¿Quién te enoja?

DOS

¿Quién te ofende?

TRES

¿Quién te agravia?
 

CUPIDO

Nadie, para que ninguno
tome por mí la venganza.
Y pues que segunda vez
perdéis mi decoro, esparza
flechas al viento de amor
y odio, caigan donde caigan,
que todo es veneno.

IRÍFILE

¡Cielos!,
¿qué fuego llevo en el alma
que me obliga a que agradezca
a Céfiro aquella hidalga
acción de guardar mi vida?
(Vase.)

ANTEO

Espera, Irífile, aguarda.
(Vase.)
 

CÉFIRO

¡Cielos! ¿Qué violento impulso
tras una fiera me arrastra
que ansí me obliga a seguirla?
(Vase.)

ANAJARTE

¡Cielos! ¿Qué pasión ingrata
ha introducido en mi pecho
deste joven la bizarra
acción que, aunque quieran, no
será posible estimarla?
(Vase.)

IFIS

¡Cielos! ¿Qué rayo es aqueste
que en una beldad me abrasa?
(Vase.)
 

PIGMALEÓN

¿Qué ignorado fuego es, ¡cielos!,
este que siento en el alma
que, aunque su llama no veo,
se deja sentir su llama?
(Vase.)

LEBRÓN

¿Cuánto va que me enamoro,
según suelto el amor anda,
que es peor que el diablo suelto?
(Vase.)

ISBELLA

Mas
¿qué fuera que en ingrata
diera yo de poco acá?

LOS HOMBRES

¡Qué sentimiento!
(Vanse.)
 

MUJERES

¡Qué ansia!
(Vanse.)

CUPIDO

Verá el mundo en los afectos
de voluntades contrarias
hoy mi poder.

ANTEROS

No verá,
que todo cuanto tú hagas,
ingrato Amor, deshará
desde este sagrado alcázar
el correspondido Amor,
a cuyo efecto Diana
me ha dado el venablo suyo
porque con mejores armas
quebrante yo tus arpones,
y así todo cuanto trazas
que sean rigores y iras
haré yo delicias blandas.
 

CUPIDO

¿Cómo podrás tú oponerte
a mi deidad soberana,
si haré yo amar a una fiera?

ANTEROS

Yo haré aquesta fiera humana.

CUPIDO

Yo haré aborrecer a una
beldad a quien más la ama.

ANTEROS

Yo haré que esa beldad quiera
o tendré della venganza.

CUPIDO

Yo haré una vida adorar.

ANTEROS

Yo daré a las piedras alma.

CUPIDO

Fiera, rayo y piedra soy.

ANTEROS

Yo piedad, blandura y gracia.

CUPIDO

Pues al arma, al arma, Anteros.

ANTEROS

Pues, Cupido, al arma, al arma.