La flor de los recuerdos (Cuba): 07

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La flor de los recuerdos (Cuba)
de José Zorrilla
Una repetición de Losada: Entre capítulos. Digresión loca de un poeta cuerdo

Entre capítulos. Digresión loca de un poeta cuerdo[editar]

Todo esto es ¡oh lector amabilísimo!
Triste hasta reventar, lastimosísimo,
Lúgubre hasta los tuétanos sin duda;
Y si el Dios de Israel piadosísimo
A los dos a la par no nos ayuda,
Para escribir y leer esta obra mía,
(Sea dicho inter nos en paz y en calma)
Este va a ser un cuento pesadísimo,
Capaz de hacer dormir al medio día,
Y de secarnos a los dos el alma.
Mas como le llamé cuento fantástico,
Y en esto que se llama fantasía
Una de las mas locas es la mía,
En su poder omnímodo y elástico
Puede muy bien meter mi poesía
Lo mesurado al par con lo sarcástico,
A par con lo científico lo empírico,
Y el libelo mordaz, acre y satírico
A par del panegírico encomiástico.
Y como según voy llegando a viejo
Los estudios más serios más me aburren,
Y como no tengo hecho ningún pacto
Ni de estar serio, ni de ser esacto
Hasta que dé a la tierra mi pellejo,
Aquí mi narración cortada dejo,
Aunque luego mis críticos me zurren,
Para hacer a manera de entreacto
Algunas reflexiones que me ocurren.

Me ocurre, pues, que en esta historia mía
No es, lector, lo más triste todavía
Que el cuento sea triste; lo más triste
Y lo que más en él se me resiste,
Es el género atroz de poesía,
Este género negro, alemanisco,
Como el cielo de Hamburgo nebuloso,
Como de origen montañés arisco,
Que cultivamos hoy los que escribimos
En un país risueño y delicioso
Y en el alegre siglo en que vivimos.
Hace ya algunos años
Que los poetas melenudos dimos
En lamentar los negros desengaños,
Las penas, decepción, adversidades
Y otras noventa mil calamidades
Que, a decir la verdad, jamás sufrimos;
Y entonces en estilo gemebundo,
Con aquellas sombrías necedades
Apestamos al fin a todo el mundo.
Pasó aquella epidemia de miserias:
Mas como fuimos siempre enciclopédicos
Los poetas, entramos en materias
Mas graves, mas científicas, mas serias,
Y hoy somos anatómicos y médicos.
Nos dimos a estudiar el magnetismo,
A la magia, a la ciencia cabalística
De la adivinación y al mesmerismo;
Y con vena estrambótica, humorística,
Atrepellando a veces la gramática,
Fuimos a dar en la visión estática
Y en el espiritual somnambulismo;
Y logramos crear en prosa y verso
Una literatura aereostática,
Y somnambulizar al universo.
Y sino ahí están Bálsamo y Lorenza
Con Gilberto y Andrea, con los cuales
Partiendo un mismo asunto en tres ramales
El buen papá Dumás hizo una trenza.

Aquel género atroz, patibulario,
Que murió en Buridan y la Lucrecia,
Y que poco hoy nuestra inconstancia aprecia,
Era al menos a veces divertido,
Vestido al par de máscara y sudario;
Porque con tanto salto y peripecia
El atroz espectáculo era vario.
Allí en medio de un drama funerario
Podía aparecer algún bandido,
(Fuese de sociedad o de montaña,)
Que rezara el rosario
Y cantara la caña:
Y después de uno que otro sacrilegio
Venial, como ir con oro o con lisonja
A ganar la portera de un colegio
Y a robarse del claustro alguna monja,
O envenenar en un convite regio
A su madre con un enjuagatorio,
En un vaso de agraz o una toronja,
Como Sancho García y Juan Tenorio,
Ibase al fin el criminal muy serio
A encerrar santamente a un monasterio;
Si Dios no le llevaba de los santos
Al escelso y divino consistorio,
En donde en medio de eternales cantos
Gozara su alma de eternal jolgorio.
La cosa era moral, y cuando menos
Al débil pecador daba la idea
De que piadoso Dios para sí crea
A los malos lo mismo que a los buenos.
Esto hicimos ayer, y todavía
Hay hoy quien lo haga por amor de escuela,
Y esto es lo que yo hacía
Y vogaba mi fama a toda vela;
Y aunque me dicen hoy que esto a mi nombre
Ha dado mucho brillo,
Nadie puede impedirme que me asombre,
Y de haber hecho tal me maravillo.

El género llorón y melancólico,
A lo menos en sí también tenía
La ventaja que el clásico bucólico:
Que cuando uno dormirse no podía,
Nuestros versos tristísimos cogía
Y pronto, a no impedírselo algún cólico,
Con nuestros tristes versos se dormía.
Aunque en verdad, lector, también es justo
Decir que los que el género estropean,
No son los que le inventan y le crean
Con mas o menos perfección y gusto:
Sino los que a través le manosean
Con parodias y plagios que dan susto.
Ahí está Campoamor con sus doloras,
Que no tienen de malo más que el nombre,
Y que son a mi ver encantadoras
Poesías, flexibles y sonoras
Y que puede firmarlas el más hombre.
Que él por estravagancía o por capricho
“Estas son mis doloras” haya dicho
Y haya Doloras hecho,
Fué una escentricidad, mas buen provecho;
Puesto que buenas son, sean doloras,
Y hágalas Campoamor a todas horas.
Pero que haya poetas mentecatos
Que se den y nos den tan malos ratos
Por escribir doloras insensatas,
Kásidas y africanas serenatas,
Sin haber comprendido el mecanismo
Oculto, la razón y el pensamiento
De unas composiciones tan galanas
Que Campoamor aun hoy guarda en sí mismo,
Y sin saber el cristus del lenguage.
Del origen, las reglas ni el intento
Con los que yo mis serenatas traje
De los adoares de África salvaje.
Es cosa que tal vez a algún amigo
De Campoamor y mío dé coraje.
Pero a mí, que jamás me he dado prisa
Para poner mis obras al abrigo
De estraños o rapaces reimpresores,
Ni del patrio turbión de imitadores,
En lugar de coraje me da risa.
Y cuando en libro alguno o en diario.
De nosotros amigo o enemigo,
Encuentro una rapsodia de un plagiario,
Leo, y al fin en mis adentros digo
Riendo: “este poeta perdulario,
“Si al escribir dolora y serenata
“Sobre esta literaria patarata,
“Lo que es dolora o serenata sabe,
“Que en la niña de un ojo me la clave.”
Lo cual quiere decir que no hay estilo
Ni género, sea inculto o cortesano,
Que no pueda tejerse con buen hilo.
Si cae en tejedor de buena mano:
Así como los géneros mejores
De impaciencia han de hacer sudar el quilo
En manos de plagiarios copiadores.
Pero este nuevo género sonámbulo
De Dumás, padre, hijo y compañía
En que estamos metidos hoy en día,
Necesita en verdad algún preámbulo,
Antes de entrar en lleno
Sin saludar a Nasse ni a Galeno,
En tal curso de amor y anatomía.
Sabrás, lector querido, que el que quiere
Puede morir de amor, como se muere
De mal de corazón y pulmonía;
Y tal es hoy la literaria crisis:
Para morir en dramas y en novelas,
En lugar de morir de paralísis,
De cáncer, zaratán, hidropesía
O de otras semejantes vagatelas,
Se mueren nuestros héroes de tísis.

No estrañara, lector, que sospecharas
Que estas estemporáneas reflexiones
Son hijas de las míseras pasiones
Que las almas pequeñas, hoy no raras,
Encierran en mezquinos corazones.
Ni estrañara tampoco que pensaras
Que me huelgo en roer reputaciones,
Y que las de Dumás, o padre o hijo,
De ver en voga y en favor me aflijo.
Yo sé la sociedad que el mundo puebla,
Que la murmuración es comidilla
Hoy sabrosa, y que aquí como en Castilla
La calumnia se estiende cual la niebla
De las grandes lagunas por la orilla;
Sé que calumnia no hay que en mejor cama
Caiga por donde quier, ni mejor pegue
Que la que en nombre cae de alguna fama,
Como al famoso la calumnia llegue.
Pensar mal es común; no es muy cristiano:
Pero en ciertos momentos
¿Quién puede refrenar sus pensamientos
Y más teniendo al prójimo a la mano?
Un pensamiento malo no respeta
Nada que sobre el vulgo sobresale,
Y en tal calamidad no hay quien iguale
A la mujer bonita y al poeta.
Así que, de mis actos y opiniones
Puedes juzgar, lector, como quisieres,
Pues para eso mi libro a leer te pones,
Para hablar de mí y de él como te cuadre;
Porque al cabo y al fin ni eres mi padre,
Ni responsable de mis actos eres.
Por eso al decir yo que viento en popa
Voga la tísis hoy y el mesmerismo,
No ha sido a nadie por tentar la ropa,
Pues la tierra en la faz me eché a mí mismo.
En voga está la tísis; es un hecho:
Lo consigno; está en voga el magnetismo,
Gracias al gran Dumás, que abrió su abismo:
Es otro hecho también: y en mi provecho
Al consignarlo, estoy en mi derecho.
Estos, son hechos: y aunque no es mi fuerte
Andar en literarias contumelias,
Deben bastar, lector, a convencerte
Los milagros de Bálsamo y la muerte
De la dama infeliz de las camelias.
Este es el gusto que al presente priva
Y en él es necesario que se escriba;
No hay otro medio ni moral ni físico
Para andar en favor como estar tísico.
Yo, pues, que como tanto rapsodista
Tengo a los otros que seguir la pista
Y al público ofrecer obras en masa,
Que parezcan cosecha de mi casa,
Y que, aunque no sean mías, sean buenas
Para el que no conozca las ajenas,
Arrastrar me he dejado por la moda;
Y siendo en planes de obras económico
Pescar las de los otros me acomoda;
Y como tengo puntas de anatómico,
Y soy un tanto cuanto terapéutico
Y un poco farmacéutico,
Me he procurado un caso de hemotísis
Para hacerte con él una leyenda
Que, si no te divierte, te sorprenda.
Conque, ¡oh lector! apecha con la crisis.
Estamos en un siglo de invenciones:
No todas son felices, y esta es una;
Mas mi pluma no sufre paralísis:
Hoy se encuentran las tísis en fortuna,
Y allá voy yo también con esta tísis.