La flor de los recuerdos (México): 51

De Wikisource, la biblioteca libre.
Díaz
La flor de los recuerdos (México)
de José Zorrilla
México y los mexicanos. Guillermo Prieto

Guillermo Prieto. El poeta mexicano de mas inspiración y de vuelo mas vigoroso en los arranques de su genio poético. Inculto, incorrecto, desaliñado: á veces sublime, á veces rastrero: remontándose á veces como el águila, rasando á veces el polvo como la golondrina: sin paciencia para llevar á cabo obras de largo aliento, desparramando sobre el papel sus pensamientos sin curarse de sus palabras, sin corregir jamás sus manuscritos, siembra en todas sus composiciones bellezas de primer orden, entre faltas de lenguage, de versificación y de ortografía. Amante sincero de su patria, apegado con delicia á sus costumbres, adorador entusiasta de sus tipos nacionales, ha elegido mil veces los argumentos de sus cantares en los caracteres y costumbres del bajo pueblo, revistiéndolos con una poesía fresca, espontánea, bulliciosa, desordenada, como el carácter de su nación, y como la inspiración excéntrica y el genio medio salvage con que los canta. Los defectos de las poesías de Prieto las son necesariamente inherentes: y son escusables en él, en razón de la manera y la situación que se las han hecho producir; porque Prieto, obligado á sacar de su talento el mayor partido posible para acudir á su subsistencia, ha brotado sus escritos en las agonías de la escasez, ó en la lobreguez prosaica de una oficina, ó con la premura de llenar con ellos las columnas de un periódico, para satisfacer las exigencias de su impresor ó de sus suscritores; así es que su pluma se ha ensayado en todos los géneros de cortas dimensiones, según las urgencias del momento; á pesar de lo cual, no hay una sola de sus poesías en las cuales su genio no se revele de repente, en algunas estrofas notables ó excelentes por su invención, por su originalidad, por su inspiración ó por su sentimiento. Así dice en una canción de su María.

Era purísima nube
Que del aura al suave halago
Sale del límpido lago
Y reluce con el sol;
Del desierto de mi vida
Era sombreadora palma:
Era el ídolo de mi alma,
Era mi primer amor.

Era un sueño realizado
Que formó el anhelo mió;
Bañaba como un rocío
De júbilo el corazón.
Era una aurora de dicha
Tras noches mil de tormento:
Era mi primer contento,
Era mi primer amor.

Dios, de mi orfandad doliente
Miró el luto, sintió el duelo,
Y un arcángel de su cielo
En tí, adorada, me envió!
Era el astro que alumbraba
Mi mezquina inteligencia:
Era el sol de mi existencia,
Era mi primer amor.

Como dos aves cruzamos
Del mar del mundo el desierto:
Un faro brilla en el puerto:
Le enciende la religión.
Cuando muera, á vuestra madre,
Hijos, mirad con ternura:
Porque es mi bien, mi ventura:
Porque es mi primer amor.

Recordad á vuestro padre
Que con llanto de contento,
Con vuestro primer aliento
Delicias mil respiró;
Y si amaren mi memoria
Que te miren, ¡vida mia!
Diciendo: “era su María,”
Era su primer amor.

El corazón de Prieto, abierto siempre á todos los sentimientos tiernos y encerrado en un cuerpo notablemente nervioso, se afecta profundamente como la sensitiva con las mas ligeras impresiones esteriores: una despedida, una fausta noticia repentina, un espectáculo inesperado, una música brillante, un dicho oportuno é ingenioso, arrancan aplausos de sus manos y lágrimas de sus ojos: lo cual le pone en ridículo á los de los tontos, pero avalora la virgen sensibilidad de su alma á los de los que, saturados de las amarguras y desengaños de la vida, envidiamos la candidez infantil que conservan algunos corazones á través del tiempo y de la desgracia. Prieto escribe con una ingenuidad espontánea las ideas que le ocurren, en el lenguage que le parece mas cercano de la verdad, y dice generalmente las cosas como las siente: y ya sabe V. que los poetas de inspiración sienten siempre lo que dicen en el momento que lo dicen, aunque hablen contra sus mismas opiniones: porque su inspiración coloca su alma en la situación que requiere el asunto que les inspira; y esta flexibilidad es lo que constituye la originalidad de los verdaderos poetas, y Prieto es uno. En el Museo mexicano escribió bajo el pseudónimo de fidel artículos de costumbres, de viajes, de crítica y de historia, y algunas leyendas, en una prosa incorrecta, es verdad, pero llena de ligereza, sentimiento y picante verbosidad. Adherido al partido liberal, ha tenido que pasar por todas las vicisitudes políticas del pais, ya desterrado, ya en el poder, ya aplaudido, ya vituperado, ya en la pobreza, ya en la holgura. Su talento y la popularidad que con él conquistó, le han elevado á un ministerio desde la oscuridad de una oficina; pero ni el favor de la fortuna, ni los cambios de su posición social, han podido cambiar ni su genio ni su individuo. Enemigo de toda especie de etiqueta y de ceremonia, trata los mas arduos negocios con la misma llaneza y volubilidad, con que escribe sus versos y conversa con sus amigos.

Este carácter de Prieto ha valido á sus obras literarias, á sus acciones políticas y á su conducta social, críticas agrias, sátiras burlescas é invectivas de todas especies por parte de sus enemigos ó sus detractores, lo cual le ha atraido asimismo elogios exagerados y partidarios acérrimos; prueba infalible de que tiene positivo talento y verdadero mérito, porque los tontos jamas llegan á tener detractores ni apasionados, y solo se habla muy mal de quien se envidia mucho bien. Prieto no ha reunido todavía sus obras en colección, y es preciso para conocerlas andarlas buscando por los periódicos y las librerías en donde se dieron á luz; pero es acaso el poeta mas popular, y en mi juicio el que mas merece el nombre de tal. Si sus obras le hubieran podido procurar una posición independiente, como á nosotros en Europa, á estas horas admiraríamos la fecundidad y la corrección de Prieto, que hubiera ido ganando en perfección, conforme hubiera visto crecer la utilidad y reputación de sus escritos; pero la mayor parte de sus obras son de pane lucrando, y obligado como todos á engolfarse en el piélago de la política y de los negocios, no ha tenido tiempo, ó valor y tenacidad para emprender una obra de dimensiones, digna de su genio y de su reputación. Prieto merece ser considerado como el primer poeta mexicano: porque además de que las composiciones hechas por él en calma y por inspiración libre, sin necesidad de ganar con ellas ó llenar con sus versos las columnas de algún periódico, son de lo mejor que se ha escrito en la República, es el poeta de mas aspiraciones nacionales, y el que canta la hermosura, la gloria y las costumbres de su patria con mas entusiasmo y con mas verdad.

Es lástima que en algunas de sus composiciones se ensañe contra nuestra nación, por halagar las opiniones del vulgo, y que se rebaje á brindar y hacer discursos en los festines populares, pagándose tal vez de los aplausos de la multitud y de una popularidad tan pasagera, acordada la mayor parte de las veces por un auditorio iliterato é incompetente. El verdadero talento no debe nunca vulgarizarse: el verdadero genio avasalla siempre á su siglo, y cuando el suyo no le comprende ó no le hace justicia, la posteridad le vindica siempre. El sistema que me he propuesto seguir, y los cortos límites en los cuales debo encerrarme, me imposibilitan para hacer un juicio detenido de Prieto y de sus escritos: porque creo en conciencia que merecen ser conocidos de todos los aficionados á las bellas letras; pero habiendo Prieto saludado mi llegada á esta República en una bella poesía, que no cito aquí, no por modestia, sino porque ya la ha visto V. en los periódicos, mi querido duque, se encuentra Prieto en el mismo caso que otros de cuyas obras he suprimido á V. el análisis. Mas adelante, y cuando ya esté fuera de la República, espero tener ocasión de probar á Prieto y á estos otros, que mi cualidad de español no puede impedirme jamás el reconocer, admirar y hacer justicia á su talento.

He aquí dos muestras de las poesías de Prieto.

EL TÚNICO Y EL ZAGALEJO.

La del cabello encrespado,
La de delgada cintura,
La de sagaz travesura
En el mirar seductor…

La linda china poblana,
Mas linda que las estrellas,
¿Quién quitó á sus formas bellas
El insurgente castor?

¿Quién la pérfida camisa
Que con descote alarmante
Era el cielo del amante
Y era anuncio del calor?

¿Por qué en estrecho corpino
Tu libre talle se encierra?
¿Quién, sacrílego, destierra
Las enaguas de castor?

Era un bello firmamento
De lentejuela de plata,
Era el manto de escarlata
De las reinas del amor…

Era la china garbosa
La linda china Poblana
Sobre la nube de grana
De su enagua de castor.

¿Quién es esa mustia chica?
¿Es vestido ó es sotana?
¿Es corpino, ó es aduana
Esa parte superior?

¡Maldita moda, maldita!
Rompan el corpiño, chinas,
Les va á dar unas anginas;
Venga el hermoso castor.

Use el túnico gazmoño
Sedentaria costurera…
O cuidadosa severa
De zeloso solterón…

Use el túnico el gran tono
Todo flaquezas y huesos,
Y revivan los traviesos
Zagalejos de castor.

Por Dios ¿quién sufre un embudo
De lienzo? ¡una linda china
A quien el cielo destina
Al aire libre, al amor!

Esa cárcel de mangote
Que sirva á la aristocracia;
Pero á las chinas la gracia
Y la enagua de castor.

Ondas de púrpura ardiente
Los zagalejos formaban:
Con los vaivenes brillaban
Como la mar con el sol.

Hoy tétrica muselina
Echó al piececito un velo.
¡Por Dios! que nos dé consuelo
El regreso del castor.

En buena hora los telones
Para la pata estranjera,
Y una lancha cañonera
Para cada pié invasor…

Mas que bañe la luz pura
Los encantos soberanos
De los piecitos poblanos
Por la enagua de castor.

¡Qué linda era una garganta
De contornos celestiales
Entre perlas y corales…
Proclamando insurrección!

¿Por qué un rostro peregrino
Sobre un saco penitente?
Vístase como la gente
Con la enagua de castor.

¿Y quién se arriesga á un jarabe,
Franco, resuelto, exabruto,
Con un acólito enjuto
De peineta y pañuelon?

¿Quién admira un zapatéo
Oculto entre bastidores?
¡Muera el túnico, señores!
¡Viva el garboso castor!

Quitad al cielo las nubes
Y á la mar su blanca espuma,
Quitad al ave la pluma
Y al sol su rico esplendor…

Mas si queréis que no emigre
Al Japón ó á Palestina,
Que vuelva la hermosa china
A su enagua de castor.

Túnico á las forliponas
Que hasta su instinto contienen,
Y en el baile van y vienen…
Y andan de órden superior.

La china toda es franqueza,
No es de bretañas archivo,
Que luce lo positivo:
Vuelva el querido castor.

¿Quién diablo sufre esas caras
Como en un confesonario
Dentro un gorro estrafalario
Con paredes de cartón?

¿Quién sufre esas tiesas golas
Que son hoy de moda artículo,
Y el miriñac y el ridículo?…
No, no, que vuelva el castor.

Vuelva el castor y el jaleo,
Que es de placeres tesoro,
La banda de flecos de oro
Y el dengue alborotador…

Y al rasgar la jaranita
Sus canciones subversivas,
Pueblen el aire mil vivas
Por el triunfo del castor.



ORGULLO Y MISERIA.

¡Paso!… se lanza en ráudo remolino
De huracán y de llama
Mi espíritu inmortal: el ser divino
Que mi existencia inflama!
Como un sol reverbera el pensamiento,
Y tiende su ala, y mi existir sublima,
Y grita audaz: “el universo es mio”
Imperando soberbio en el vacío!!
¡Divina esencia! el universo inmenso
Con su corona de astros inmortales,
Es burbuja invisible concebida
Del poder del Eterno en los raudales,
En su infinito manantial de vida.

¿Dó está su valladar? el ancho cielo
Que en urna de cristal guarda la tierra,
Es el grosero velo
Que oculta astros sin fin, mundos sin cuento:
Que en torrentes de luz y de armonía,
Que en sublime concento,
Que en sempiterno dia
Borran nuestro esplendente firmamento,
Que último esfuerzo del poder divino
Creyó la fantasía…

Así inundado en mágica grandeza
¿Hay algo mas allá? gritó el orgullo
Levantando altanero su cabeza,
Y otro horizonte rompe su capullo,
Y otros cielos sin fin, y ardientes soles
A la vista abismada reverberan;
Y como depositan en la playa
Las olas sus arenas á millares,
Así despide el foco de la vida
Radiantes luminares,
Nidos de inteligentes criaturas
Que prorrumpen en cánticos de gloria
Al Dios de las alturas!!

¿Hay algo mas allá? y en torbellino
De nuevos seres se confunde el alma,
Como débil sonido
Entre fragor de tempestad perdido:
Como el átomo errante
Al resoplar el huracán pujante.

Así se pierde, al éxtasis se entrega:
Como un insecto en medio de los mares
A la creación sublime
Contempla que en su torno se desplega.

¡Alma de la creación! cuando del seno
De tu poder salia,
Como del centro de la nube de oro
Tras la tiniebla el luminar del dia,
Al himno de los pájaros cantores,
Al hossana soberbio de los mares,
Al brotar los fulgentes luminares,
Al volar el incienso de las flores,
Al proclamarte en su estampido el trueno,

Al ensalzar ¡oh Dios Omnipotente
Retumbando magnífico el torrente
Tu misterioso nombre!…
Dijiste: nazca el hombre
Y con tu luz resplandeció su frente!…

Hijo de Dios, arcángel humanado,
Espíritu inmortal, goza tu herencia,
El verde campo y sus espigas de oro:
La flor de seda con su dulce esencia,
El duro pedernal con su tesoro,

El mar inmenso con sus hondas bellas,
El ave y el reptil que esmalta el suelo,
Y el magnífico cielo
Con su dosel espléndido de estrellas.

Le gozaste: á su mágico embeleso
Te adormecistes ebrio de ventura,
У te sacó del sueño la hermosura
Al blando tacto de su ardiente beso!

Brotó el sol de su vasta inteligencia
Y todo lo alumbró; domó los mares
Con inseguro leño,
En globo frágil lo miró el vacío,
Y sumiso á sus pies repitió el viento
Su poderoso acento
Al esclamar: “el universo es mio.”

En el grano del ámbar su secreto
Le arranca el rayo: su poder quebranta.
Y ese mónstruo de llama horror del viento,
Dócil se humilla á su soberbia planta;

Dice el hombre: “serás mi confidente,
Lleva mi pensamiento en raudo vuelo,”
Tiende su hilo el telégrafo obediente,
Y vuela la palabra inteligente
En el rayo del cielo…

Hijo de Dios! alcázar de su gloria,
¿Podré considerarte vil gusano
Y lodo ruin, y miserable escoria,
Presa de crímen, fuente de pasiones
Y de los tuyos víctima ó tirano?

¿Nos dirá ese huracán cuando retumba,
Nos dirán esos astros con su lumbre:
“Esta es arca de cieno y podredumbre…
El fin de los mortales es la tumbal

¿Quién fué ese Dios que se gozó en su hechura
Para decirle atroz: “te doy la ciencia,
Lleva el veneno de la horrible duda?
Encenderé en tu mente el pensamiento;
Pero entre nubes torcerá su giro,
Será pérfida luz que te estravíe,
Falso imán que del rumbo te desvíe;

Será efímera estrella
Que seguirás con ambiciosa huella
Entre abismos sin fin, y en fugaz vuelo
Se perderá en el cielo…
Tu poder fué irrisión, fué honda ironía
Formar el mundo y encender el dia
Al proclamarte el Dios, el grande, el fuerte…
Tu promesa, implacable desmentía
La mano de esqueleto de la muerte”…

¡Blasfemo delirar, atroz mentira
Que robó al templo el ornamento de oro,
Y que sembrando decepción y lloro
Contra la triste humanidad conspira.

¡Grande inmortalidad! tú vindicaste,
Al hombre ¡hijo de Dios! tú le mostraste
Sin dardos de venganza:
Tú, divino, en la tumba iluminaste
La seductora faz de la esperanza!

¡Grande inmortalidad, creencia querida,
Vuelo del alma, amparo de la suerte!
Tú convertiste el antro de la muerte
En senda hermosa de la eterna vida.

Tú á la muerte tornaste en ángel tierno,
Que el alma al separar de la materia,
Dice al mortal… mentira es tu miseria
Y conduce su espíritu al Eterno.