La libertad á tiros

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


La libertad á tiros.

Diez años hace que D. Marcos de la Tiradilla sale todos los dias á caza al bosque de... con una magnífica escopeta de tres ó cuatro cañones, con un vestido flamante ad hoc, y sendos cuernos guarnecidos y barnizados henchidos de pólvora y perdigones: y por supuesto, hace diez años que el buen Tiradilla es la burla de su mujer y de sus amigos, porque no ha conseguido llevar á su casa ni siquiera un pájaro de esos que se mueren de viejos.

Dos dias hace que el negro puntillo exaltó á nuestro hombre y dijo á su mujer:

— Voto á brios, Dorotea, que te ofrezco traer hoy un conejo muerto por mí de un tiro en ese bosque maldecido, ó dejo de ser quien soy.

Esto no pasaba de ser una bravata; pero el hombre, que tenia ingenio, ideó el medio de cumplir su palabra.

Vosotros, lectores, ¿imagináis imposible encontrar este medio? pues helo aquí:

Compró un conejo vivo, lo llevó al bosque, lo ató con un fuerte lazo á un pequeño arbusto, y, claro está.... ¿Os parece mal? discurrid otro mejor.

Pues señor, dispuesto todo de este modo, carga su escopeta de cuatro cañones, pone en cada uno doble tiro, se prepara, coloca los cuatro cañones á dos ó tres pulgadas del desgraciado conejo, apoya la escopeta sobre una piedra para que no falsee, dispara los cuatro tiros á la vez para que no haya escusa que valga, y, plum, cataplum, plum, plum... nuestro hombre cae de espaldas.

Se levanta después, mira.... los cuatro tiros hablan ido derechitos, derechitcs, á cortar la cuerda; y el conejo sano y salvo, estaba comiendo yerva, como si tal cosa. ¡Vaya un cazador que era el buen Tiradilla!