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La literatura en el Paraguay

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La literatura en el Paraguay: Conferencia leída en el ateneo Paraguayo (1889)
de José Segundo Decoud
Nota: Se respeta la ortografía original de la época
José Segundo Decoud


LA LITERATURA
 
EN EL
 
PARAGUAY
 

 
 
 
CONFERENCIA
LEIDA EN EL ATENEO PARAGUAYO
En Sesion del 28 de Noviembre de 1884
 
 
 

SEGUNDA EDICION

 
 
 
Imprenta, Litografia, Librería y Encuadernacion de J. Peuser

BUENOS AIRES LA PLATA
Calle San Martin, Numeros 150-156 Boulevard Independencia esquina 53.

1889


Señores:


Estimulado por la benévola acojida que acordais á los trabajos de la inteligencia, no he vacilado en prestar mi pequeño tributo á la realizacion de la laudable tarea que ha emprendido esta asociacion, de estudiar todas aquellas cuestiones que ofrecen algun interés para el progreso y bienestar de la sociedad.

La investigacion de la verdad es el punto objetivo de vuestros afanes, y habeis formado este modesto centro, donde, reunidos frecuentemente, podremos mantener perenne la llama ardiente del saber; estableciendo aquella franca comunion de las ideas que al promover la tolerancia mútua, difunde tambien la fraternidad entre todos los hombres.

He creido que no podíais haber concebido un pensamiento mas útil, mas provechoso y fecundo para el porvenir; porque nada engrandece y dignifica tanto al hombre como el cultivo de la inteligencia y nada contribuye tanto á redimirle de la oprobiosa esclavitud de la ignorancia, de la miseria y de la supersticion, como su perfeccionamiento moral é intelectual.

Al considerar la importancia de esta institucion, que será el objeto de esta conferencia, permitidme que haga algunas reflexiones que espero no hallareis inoportunas en esta ocasion.

El cultivo de la literatura es un símtoma evidente de desenvolvimiento progresivo y ningun espectáculo mas hermoso puede ofrecerse á las miradas del observador, como el nacimiento de un pueblo á la vida intelectual, que trasporta al hombre de un estado material y grosero, á una condicion infinitamente superior, preparando su espíritu para la crítica investigadora que depura los sistemas de sus errores para enseñarnos la verdadera doctrina, demoliendo así en un dia las viejas preocupaciones de siglos que oponían barreras insalvables á la marcha de la civilizacion; que le permite profundizar los mas árduos y difíciles problemas trascendentales de la ciencia, sin la cual habría sido imposible llegar al estado actual de los progresos humanos; que eleva su alma á la contemplacion de todo lo grande y sublime; en tanto que la poesía y el arte, embalsaman en todos los momentos la aridez de nuestra fugaz existencia, despertando en nosotros aquel sentimiento de admiracion hácia sus mas esquisitas bellezas, que conmueven todas las fibras del corazon humano.

Yo no concibo, en efecto, la vida sin el pensamiento, sino como una eterna noche de oscuridad donde la rudeza de los instintos reemplaza á la razon soberana; sí, á la razon que es la brillante luz que guía segura nuestros vacilantes pasos, fortalece nuestro espíritu, nos revela la conciencia de nuestra personalidad y nos infunde el sentimiento del deber y de la dignidad para cumplir nuestra mision en la tierra.

La institucion, señores, que habeis fundado, ha venido tambien á erigir una nueva tribuna del pensamiento donde agrupados todos los hombres ilustrados podrán discutir con espíritu sereno y desapasionando, las cuestiones ya políticas ó filosóficas, religiosas ó literarias. "Reunir á los hombres, ha dicho un pensador moderno,[1] casi es reconciliarios, es prestar el más señalado de los servicios al espíritu humano, pues que la obra pacífica de la civilizacion es resultado de contradictorios elementos, puestos frente á frente, obligados á tolerarse, impulsados á comprenderse, casi á amarse."

Mientras que las luchas tempestuosas de la política dividen á los hombres en bandos opuestos, produciéndose escisiones profundas que alejan la posibilidad de una concordia mútua; mientras que en ocasiones dadas, la exacerbacion de los ánimos acumula la injuria sobre la injuria para deprimir los mas respetables caractéres, ahondando los ódios y resentimientos personales; será dulce y consolador reunirnos en este tranquilo asilo de labor intelectual para cambiar ideas en fraternal consorcio, como hermanos que no reconocen fronteras, ni nacionalidad y que tienen por patria comun el mundo de las letras. El respeto recíproco por las opiniones y el amor del saber nos unirán en el presente y porvenir, conservando como nuestra mas hermosa tradicion el recuerdo venerable de aquellos buenos y esforzados que colaboraron en la obra comun, ocupando un asiento entre nosotros.

Y mas grande será todavía la gloria de esta asociacion, si consideramos que ella al abrir un ancho campo á los debates viene á rendir culto respetuoso á la libertad, enseñando que todas las ideas, todas las escuelas, todos los sistemas, doctrinas y religiones, tienen igualmente derecho de subsistir, los unos al lado de los otros, sin esas odiosas esclusiones que se atribuye el dogmatismo autoritario á nombre de no sé que poder absurdo y despótico. Aun la tolerancia misma, que tanto se invoca en ciertos casos, no tiene sentido alguno bajo el régimen de un gobierno libre, porque esa espresion presupone que un poder arbitrario se ha arrogado la facultad de conceder á otro el derecho de pensar libremente, como si este don divino fuera el patrimonio de unos cuantos privilegiados.

Pero la libertad solo puede existir con una perfecta igualdad; igualdad en el goce de los derechos inalienables, entre los cuales debemos incluir preferentemente el libre pensamiento como atributo el mas precioso de la humanidad. Es cierto que su conquista ha sido tardía y á costa de cruentísimos sacrificios; pero la historia nos demuestra que su existencia es una condicion indispensable para la conservacion de las sociedades y las que se han desviado de este principio, impidiendo el desarrollo pacífico de las facultades, han podido solo realizar la teoría del despotismo, llevando tristemente una vida enfermiza, porque nacen desde ya con desastrosos gérmenes de muerte y abren por sí mismas la tumba que ha de encerrar sus despojos.

Solo la libertad puede alimentar el reinado del derecho; solo ella es la condicion de toda vida y progreso; solo ella no reconoce desheredados y al proclamar que todos tienen iguales derechos, establece por este mismo hecho que todos son hermanos y asienta sobre bases inconmovibles el principio de la fraternidad que no puede existir, que no existirá jamás, sin la igualdad de todos los hombres.

Y esta hospitalidad con que acojeis igualmente todas las ideas, será tambien causa eficiente para crear lazos poderosos de union, mas fuertes é inquebrantables que ningunos otros, porque los alimentan las convicciones profundas de la inteligencia y propósitos sinceros y elevados. El aislamiento social es impotente y estéril para producir el bien: solo los esfuerzos combinados pueden dar los resultados deseados. El progreso intelectual se efectúa mediante el intercambio constante de las ideas que luchan y se chocan entre sí despiadadamente, no para ahogarse ó extinguirse, sino para purificarse de sus errores, como las olas del mar que se levantan embravecidas en medio de furiosa tempestad para depositar en seguida las escorias de sus inmensas playas.

Es así como brota abundantemente la luz de esta anarquía aparente, despues de una larga y difícil gestacion, y es así tambien como se afirman las verdades que son las antorchas que iluminan á la humanidad.

Las ideas que al principio aparecían vagas, difusas é indecisas, adquieren con el tiempo formas precisas, claras y armónicas, elevándose á la categoría de axiomas indiscutibles, tal como se depuran los metales en el crisol, eliminando las sustancias estrañas é impuras. Por doquier la lucha es una condicion permanente de todo progreso, de toda civilizacion, de toda perfectibilidad; y los triunfos mas grandes que ha conquistado la humanidad, solo han sido alcanzados despues de hondos sacudimientos y rudos combates, como que la victoria es el premio discernido á los esfuerzos perseverantes y abnegados de atrevido é intrépido génio.

Apénas necesito deciros que la civilizacion es el producto de la cultura intelectual y que sirve de un medio para llegar al mas ámplio desenvolvimiento político, moral y material. Los pueblos necesitan de ideas para gobernarse con acierto y felicidad; de inteligencia para penetrarse profundamente del espíritu de las instituciones democráticas. Ella, cual faro luminoso alumbra los rumbos que los conducen á su prosperidad, y aun en medio de los períodos borrascosos de la vida política, es como el piloto experto que guía la nave seguro puerto. La grandeza de un pueblo, dice muy bien Víctor Hugo, el mas ilustre poeta del siglo, no se mide por el número, como la de un hombre por su talla, sino por la suma de inteligencia y de virtud.

"Las naciones pequeñas, agrega, serán las grandes. naciones, el dia en que, al lado de pueblos fuertes por el número y vastos en territorios, que se obstinan en el fanatismo y las preocupaciones, en el odio, en la esclavitud y en la muerte, practiquen dulce y animosamente la fraternidad, aborrezcan las armas del combate, destruyan el patíbulo y glorifiquen el progreso."

Yo percibo en este bellísimo pensamiento una verdadera profecía; y desearía sinceramente para mi patria, no el predominio de la fuerza que podría ostentar una gran nación, sino el de la razon y el derecho; desearía algo mas, que este pequeño Estado brillara algun dia por el culto á la justicia, á la libertad, á la virtud, á la inteligencia, para cumplirse así los ensueños dorados del poeta. Abrigo, por otra parte, mucha confianza en el poder de las ideas, mas que en la fuerza; sé que aquel es irresistible y que cuando ha llegado á su madurez se asemeja á la corriente impetuosa de un torrente que todo cede ante su empuje poderoso. Las grandes revoluciones sociales que se han operado en los tiempos antiguos y modernos confirman esta verdad.

Era tiempo de pensar en nuestro porvenir. Tras el prolongado letargo en que estuvo sumido el país á consecuencia de tiranías sombrías, despues de los desastres de una guerra sin igual en los fastos de la historia, éste se encontraba en 1870 en su punto inicial de partida. El Paraguay tenía hambre y sed de justicia y su paso mas importante fué darse una Constitucion propia, primera y espléndida manifestacion de un pueblo libre entregado á sus destinos, en la cual, reivindicando sus derechos inalienables, establece la justicia y asegura los beneficios de la libertad.

Pero su situacion, aun precaria, le impuso al principio la mas ruda de las labores, para levantarse de su penoso abatimiento.

El trabajo le preocupaba por entero como una necesidad primordial para su existencia; y ahora que los tiempos bonancibles vuelven á sonreir á la patria por tanto tiempo enlutada, podemos repetir con el poeta venezolano:[2]

Y Paraguay, el indomable Anteo,
Que cien veces caído se levanta,
Vengador, iracundo, giganteo!
Y en desigual titánica porfía,
Al Universo espanta,
Al sublime estertor de su agonía,
Tambien inclina al héroe prepotente,
Al Gran Libertador, su noble enseña,
La patria fué su inspiracion ardiente,
Y éste la patria á idolatrar enseña!
No Urtau sobre las verdes ramas
Del índico Yatay tristezas llora;
Estintas por la paz fueron las llamas,
Y luce ya en su cielo nueva aurora!

¡Sublime vate, yo os saludo agradecido en nombre de la patria con el cariño del hermano por la feliz inspiracion de vuestra noble estrofa. Sí, yo veo tambien en lontananza los primeros albores de esa luz brillante cuyos resplandores comienzan á iluminar las frentes de sus hijos, y que mas tarde mundará con sus destellos hasta las moradas de los últimos hijos del pueblo, llevando ese espíritu vivificante que anima á las democracias modernas!

Vivíamos hasta ahora poco por el trabajo, inclinando la frente hácia el surco que deja el arado al abrir el seno fecundo y generoso de la tierra, y era ya tiempo de vivir por el pensamiento para participar de las primicias de ese sol que alumbra el grandioso espectáculo del progreso en sus mas variadas y múltiples manifestaciones. Tenemos ya el derecho de reclamar un puesto al lado de las naciones hermanas, que mas felices que nosotros se han anticipado en realizar sus transformaciones en el orden moral, intelectual y político, debido á causas esencialmente favorables que no han concurrido en el nuestro.

Nuestra evolucion ha sido tardía, pero tiene su esplicacion lógica. Cuesta creer en verdad, á primera vista, que este bello país, dotado de una magnífica naturaleza tropical, con un cielo perpétuamente azulado, con sus poéticos panoramas y magestuosas selvas que convidan dulcemente á la meditacion, con esos deliciosos y encantadores valles que respiran un eterno y fresco verdor, con sus soberbias montañas que se destacan en los horizontes en siluetas caprichosas y variadas, ostentando las galas de una exhuberantísima vegetacion, no haya producido un poeta como Heredia ó Abigail Lozano, Olmedo, Gonçalvez ó Echevarría, un historiador como Baralt, Varnahgen, Restrepo Mitre, Lopez, ó como Prescott, Bancroft y Modey y tantas otras constelaciones que adornan el cielo americano. Pareciera que sus bosques, sus rios, sus flores impregnadas de perfumes riquísimos, nada dijeran al corazoń y al alma, como si todo se hubiese presentado ante la vista como un gran libro en blanco, en su rígido é inflexible mutismo.

Es preciso que causas muy poderosas hayan influido para producir tan horroroso vacío, que aterra el espíritu al solo pensarlo. La tiranía habia herido el pensamiento de la mas absoluta esterilidad, como esos desiertos desolados sembrados de sal ó páramos de espantosa aridez, donde no crece una sola yerba, ni se manifiesta el mas leve signo de vida. El reinado del terror habia contaminado á todos con su hálito venenoso, á tal punto, que la vida se habia hecho insoportable y la muerte era la única aspiracion deseada por todas las clases sociales, segun nos refiere Robertson, el historiador de aquel periodo nefando de nuestra historia. El temor habia sellado todos los lábios, negros presentimientos oprimían los corazones, y á las francas espansiones de la alegría, se habían sucedido la tristeza y el silencio como si una atmósfera de muerte pesara sobre cada uno, logrando modificar profundamente hasta las costumbres nacionales, para modelarse á las condiciones escepcionales de aquellos tiempos. El pensamiento habia plegado su vuelo ante la amenaza perpétua de la espada pendiente sobre cada cabeza, porque bajo aque. lla noche sin cielo, habia hasta necesidad de reprimir el lamento, los suspiros, la compasion y los sentimientos de las afecciones íntimas. Pues bien, tres generaciones formadas y educadas en este sistema, una prolongada y no interrumpida dictadura, el aislamiento mas absoluto conel resto del mundo, habían extinguido los últimos gérmenes de la ilustracion y el saber y la falta de pensar vino á hacerse un hábito ordinario que ha subsistido por el espacio de medio siglo.

El mayor crímen de Francia consistió en haber mantenido y perpetuado este estado de ignorancia, en medio de una paz y tranquilidad jamás interrumpidas, propendiendo así al embrutecimiento más completo. Durante su sombría y funesta tiranía, no hallareis un solo documento por el cual hubiese promovido la enseñanza pública. Qué contraste forma este sistema con la conducta observada por los patriotas Yegros y Caballero durante el retiro temporal del dictador. Es digno de salvar del olvido estos dos nombres gloriosos, verdaderos próceres de nuestra emancipacion política, tan notables por su patriotismo y desinterés, como por su profundo amor por la difusion de la educacion. En un oficio circular, suscrito por ambos el IO de Marzo de 1812 como miembros de la junta gubernativa, dirigido al cabildo de esta ciudad, recomiendan el fiel cumplimiento de una instruccion para los maestros de escuelas de la República, con el encargo de pasar una copia á las individuos de la Sociedad Patriótica literaria á objeto de que "contribuyan con sus buenos deseos y autoridad á que nuestros jvóenes logren en la carrera civil toda la instruction que necesitan para ser buenos cristianos y ciudadanos útiles á Dios y á la Patria. Usía, agregan, cuenta con todo el influjo y proteccion de esta junta para remover obstáculos, proporcionar arbitrios y propender á la felicidad de unos niños que con el trascurso de los dias serán miembros de importancia en la sociedad, que sabrán unir los sagrados deberes del hombre para con Dios, con la Patria, consigo mismos y sus semejantes." Tales eran las ideas que profesaban nuestros padres, mucho antes que el inmortal Rivadavia fundase escuelas en su patria, principios que hemos consagrado recien en nuestra carta política cincuenta y ocho años despues.

Venimos, pues, á realizar un pensamiento eminentemente patriótico, promoviendo en el país los estudios científicos y literarios. La libertad fructificará nuestros propósitos, colmando nuestras justas aspiraciones. La literatura ofrecerá un vasto campo á todas las inteligencias que hasta el presente yacian adormecidas á falta de una oportunidad para desarrollarse ó de estímulos para dedicarse á los trabajos del espíritu. Procurar que este país alcance una importancia real en este sentido, á la par de los demás pueblos latino-americanos tan fecundos ya en pensadores profundos, es emprender una obra esencialmente nacional reclamada de sus hijos mas esclarecidos. Nuestra incorporacion definitiva á ese movimiento intelectual que ha cundido ya en todo este continente, será un acontecimiento trascendental en la historia de nuestro desenvolvimiento moral y político.

Tengo demasiada fé en nuestros propios destinos para dudar del porvenir floreciente de nuestra literatura. Ella al nacer participará no solo de la lozanía de la juventud, sino del brillo, de la elocuencia, de la fecundidad y de la ardiente imaginacion tan característica en las regiones favorecidos por un clima benigno y suave, donde nacen naturalmente los poetas como las flores en sus fértiles y hermosas campiñas.

La epopeya de nuestra guerra pasada servirá de argumento inagotable á los mas arrogantes cantos épicos para glorificar los episodios y acciones heróicas de los valientes guerreros que vencieron ó sucumbieron en la lucha, del propio modo como Homero inmortalizó en su Ilíada las hazañas de los griegos en la guerra de Troya, ó á semejanza de aquellos inspirados poemas de Virgilio, el Tasso, Camoens, Ercilla y otros no menos ilustres.

Esos momentos solemnes de agonía, de dolor, abnegacion y desesperacion para un pueblo arrancarán tambien acentos armoniosos y dolientes, para mantener en la memoria de las generaciones del porvenir el recuerdo de su admirable resignacion en medio de cruentas tribulaciones y desgracias.

Para que seamos mejor comprendidos y apreciados, para que los pueblos que nos rodean se formen una idea mas exacta de nuestro pasado y presente, hay una evidente necesidad de que nuestra historia patria sea trazada por algun escritor nacional, deseo espresado ya vehementemente por Tomás Carlyle, eminentísimo historiador crítico, en su Ensayo sobre Francia, para no esponerse á incurrir en los errores en que éste cayó, lastimosamente, al presentar á su héroe como el único sabio, justo y puritano de su época, y colocarlo en seguida entre los grandes hombres dignos de la admiracion de la posteridad al lado de César, Alejandro, Federico el Grande y Napoleon.

Necesitamos un historiador como Tucídides ó Jenofonte, que nos refiera con magistral lenguaje y espíritu imparcial los hechos memorables de la guerra, como aquellos lo hicieron en su tiempo, ó que nos pinte con maestra mano el génio misterioso é incomprensible de Francia, y de sus sucesores, como describe Tácito aquella época terrible de Tiberio, el tirano sombrío de Caprea, personificacion horrible del terror. No olvidemos que la historia es la conciencia de los pueblos; si ella enmudece ese pueblo perecerá olvidado por el desprecio y la indiferencia.

Nosotros, mas felices que nuestros antepasados en todos respectos que vivieron ocultos en el fondo de sus hogares elevando sus preces por la ansiada libertad de que estaban privados, como los israelitas durante su largo cautiverio, tenemos el ldeber ineludible de consagrarnos al cultivo de las ideas, haciéndonos dignos de las instituciones democráticas que hemos adoptado en la nueva era de regeneracion que augura dias de gloria y de felicidad para esta patria tanto tiempo angustiada.

He dicho.


  1. E. Renan.
  2. Heraclio Martín de la Guardia.