La media naranja: 10
Poco me importa que se tache de absurda la prueba de Clara para conocer el amor de un hombre.
Gracias á ella, dos meses después, y por una apacible tarde, la sociedad elegante de Madrid saludaba á una pareja humana, radiante de hermosura, juventud y felicidad, que paseaba en una magnífica carretela.
Eran Clara y Gonzalo. O mejor dicho, eran dos medias naranjas que habian realizado la suprema y difícil unidad platónica.
Una naranja entera rodaba por el mundo. Yo que la vi pasar, maravillado, decidí escribir esta historia del casual encuentro de las dos mitades.
Al ver á Clara y Gonzalo tan felices, reflexioné, que cuando la suerte quiere elaborar la verdadera felicidad, no tiene más que esta receta:
Coge una criatura, la analiza, y después, por esos mundos tan grandes é intrincados, le busca y entrega su média naranja.
Adiós, lectores, y quiera la suerte depararos á cada cual vuestra média naranja.