La piedra cansada: cuadro cuarto
ACTO PRIMERO
Cuadro Cuarto
Suena el timbre, se apagan las luces de la sala y, antes de alzarse el telón, se oye en el escenario el ruido de una labor de masa: choques de piedras y de picas, pasos apresurados, voces confusas. Luego, un redoble lejano de tambores. Exclamaciones: "¡El Inca! ¡El cortejo imperial! ¡Las calli-sapas! ... ¡Las princesas amarillas!" cesa el ruido de trabajo. Un coro femenino entona, acercándose, el haylli, y el telón se levanta lentamente, dejando ver una segunda sección de los baluartes en construcción de Sajsawaman. Un gran muro circular a medio alzar, con un pasadizo o pórtico lateral, segundo plano izquierda. El muro, mirando al público, da lugar, en el proscenio, a una especie de rotonda, con salida a ambos lados de la escena. Una muchedumbre de trabajadores, puestos de rodillas y dando frente al pasadizo lateral izquierdo, oyen, los ojos alzados al cielo, sumidos en un éxtasis místico, el coro femenino invisible. Un silencio profundo impera luego en el tablado.
LA MULTITUD, puesta de pie, aclama al emperador: — ¡PaytaYuyarina! ¡Alma de la luz! ¡Estandarte de la Aurora! ¡Lloque Poderoso!...(La muchedumbre calla y reina otro silencio, durante el cual los quechuas miran absortamente por la puerta de la izquierda)
QUECHUA PRIMERO, en alta voz y como en una invocación: — SayKusca! ¡Mama roca! ¡Piedra cansada! ¡Cuántos años echada en el paciente terraplén! ¡Cuántos años en torno a tí hormiguean las muchedumbres,esforzándose en alzarte!
LA MULTITUD, en coro: — ¡Vanamente! ¡Vanamente!
QUECHUA 2: — ¡Te han agitado, golpeándote: te han suplicado, te han llorado!
LA MULTITUD: — ¡Vanamente! ¡Vanamente!
QUECHUA 3: — ¡Te han llamado a grandes gritos, ayudándote por todos lados, tirándote con sogas!
LA MULTITUD: — ¡Vanamente! ¡Vanamente!
QUECHUA 4: — ¡Las aguas llovedizas removieron las tierras en que yaces, arrastrándolas consigo, mas tú has seguido fija, inconmovible!
LA MULTITUD: — ¡Como piedra! ¡Como piedra!
QUECHUA 5: — ¡De lejos, los pastores, al buscar sus ganados, te solían mirar, al caer la tarde, con medrosa piedad, como a las piedras de las tumbas!
LA MULTITUD: — ¡Vanamente! ¡Vanamente!
QUECHUA 6: — ¡Los buitres y los buhos asentábanse en tu pecho por las noches; en el día, los trinos de los árboles y las rugidos de las madrigueras arrullaban tu cansancio misterioso, tu tenaz indolencia material!
LA MULTITUD: — ¡Vanamente! ¡Vanamente!
QUECHUA 7, en un grito de asombro: — ¡Viracocha! ¡La levantan!¡La levantan!...(La multitud contempla el levantamiento de la piedra, con una mezcla de estupor y vago terror. El coro femenino entona el itu. De pronto, un formidable estrépito se produce por el lado del pasadizo izquierdo y retiembla toda la fortaleza. La multitud lanza un alarido, seguido de un silencio de muerte. Y luego, gritos de espanto y voces de socorro. La muchedumbre va y viene, despavorida)
VOCES: — ¡Cayó! ¡La piedra de Pissaj! ¡cayó! la piedra...
(Entre la multitud aparecen príncipes y dignatarios de la corte, y algunas sipakoyas, desmayadas, cruzan sostenidas por gente del pueblo. Tolpor viene por la izquierda, sosteniendo en sus brazos a Kaura, desfalleciente, lívida)
TOLPOR, escrutando ansiosamente el rostro de la ñusta: — ¡Agua!...¡Agua!... ¡No respira!... (Se detiene en medio de la escena, da de nuevo unos pasos, vuelve a detenerse, llamando con angustia a la princesa) ¡Ñusta! ¡Princesa! ¡Tonapa Camaj!... (La ausculta. Kaura, lentamente, vuelve al conocimiento; se incorpora con trabajo y, al encontrarse sus ojos con los de Tolpor, permanece primero estupefacta; luego sonríe al albañil y le acaricia el cabello. Tolpor deslumbrado inclina la frente, en el momento en que, por la izquierda entra Runto Kaska precipitadamente)
RUNTO KASKA: — ¡Kaura! ¡Kaura!... (Un remolino de gente arrastra a Kaura y Runto Kaska por la derecha. Tolpor, como hechizado, sigue con la mirada, ansiosamente, a la princesa)
TELÓN