La proposición de un negocio
Un hombre de esos que solo sirven para estar de plantón en ia calle, y que acostumbraba comer de gorra en algunas casas, supo que un conocido suyo casaba una hija dándole cien mil duros de dote. Presentóse en su casa á la hora de comer, y le dijo:
— Señor D. Tadeo, tengo que comunicar á V. un negocio que le valdrá cincuenta mil duros; pero para ello es necesario tomarse algún tiempo.
— Oyendo esto D. Tadeo convidólo á comer al instante, dejando para después el asunto.
— Bueno vá esto, pensó el picaro, mirando con gula los preparativos.
Acabada la comida, dijo el amo:
— Cuando quieras puedes hablarme del negocio.
— Me han dicho que casa V. su hija dándole cien mil duros; cásela V. conmigo, que me contentaré con la mitad, y así ganará cincuenta mil duros en un instante.
La contestación de esta salida de pié de banco no fué una paliza como era de esperar, pero es porque el tunante tenia unas piernas, que difícilmente las alcazarian las varas de avellano.