La razón más poderosa
Apariencia
Nota: se ha conservado la ortografía original, excepto en el caso de la preposición á.
LA RAZÓN MAS PODEROSA
Di, bella Clori,
¿por qué tormento
das a mi alma
con terco empeño?
¿Por qué a mis quejas
y tristes ruegos
no das oídos?
—Porque no quiero.
Yo, enamorado
de tu gracejo.
sigo tus pasos,
contigo sueño:
pues ¿por qué ¡ingrata!
no das consuelo
a mi desdicha?
—Porque no quiero.
No te retires,
óyeme al menos...
¿Te marchas? ¡Vamos!
¡es mucho empeño...!
¿Por qué no esperas,
Clori, un momento?
¿Por qué te callas, di?
—Porque quiero.
¡Que cruel eres!
Responde al fiero
dolor que mata
a éste mi pecho.
¿Por qué no quieres
responder?
¡Necio!
¿No te lo he dicho?
¡Porque no quiero!