La tradición de Pavón: 5
En luchas entre hermanos no hay victoria. Se obtuvo aquí la preponderancia de un principio. Si Rivas, Faccio, Abella, Roseti, Orma, Lavalle, Nazar, Campos, Somoza, Balza, descollaron por su bravura, no menos en filas opuestas Virasoro y Victoria, Arnold, Fontes, Galarce, Laprida, Goytía, Nadal, Barrera, Leguizamón y Lamela, resaltaron en la lucha, con tenacidad de raza.
No hubo sólo el triunfo de una idea; fué el complemento de la revolución de Mayo, sustentado por largos años de cruentos sacrificios. Lo repetimos: de su escenario levantóse inconmovible la nacionalidad, por lo que confirma la más grande victoria. El pueblo liberal de toda la República estuvo allí de parabienes.
Después de 50 años, volvimos á ese palenque. ¡Cuánto ha cambiado el campo de batalla! El progreso todo lo transforma. Ya no campo, ni batalla, ni otras armas brillan al sol de este Septiembre, sino las del trabajo. Pluguiera á Dios encontráranse todos los campos estrechados por la agricultura, impropios é inconvenientes para desplegar iras y furores, ambiciones y rivalidades que la civilización enfrena. Sólo cuando la razón calla, el tambor toca generala.
Por aquella hermosa portada entró un día triunfante la nacionalidad; por ella las catorce hermanas emprendieron marcha al progreso, que es la marcha triunfal que mejor hoy resuena en clarines argentinos.
Nuestra rica naturaleza, más humana, ha extendido manto de verde grana como velo de olvido sobre viejas contiendas. En el sangriento escenario donde la muerte se condensó, la vista abarca doradas mieses por todas partes. Cien molinos elevan el agua que corre fertilizando la heredad subdividida; las huellas de cañones que rodaron en doble contienda (años 1820-1861) han sido borradas por verdes taludes y altos terraplenes sobre los que rueda la locomotora del progreso. Media docena de vías férreas en todas direcciones. Doble número de Estaciones comprueban que allí donde se detiene una locomotora, alrededor de cada Estación brota un pueblo.
Finalizando con números cuya elocuencia es más convincente: uno de los resultados no menos plausibles de la acción que conmemoramos en su cincuentenario, de notar es que el estrecho campo entre Cañada Rica y Pavón, adquirido en siete mil pesos bolivianos en 1860, acaba de valuarse en millón y medio de pesos nacionales legua.
¿En qué parte del mundo la tierra aumenta de precio doscientas veces en cincuenta años?
He aquí otro resultado de lo que surgió de Pavón.
¡Cuan cierto que diez millones gastados en vías férreas, atraen más prosperidad y producen mayor riqueza que doscientos millones en buques de guerra!
¡Un piadoso recuerdo para los argentinos que cincuenta años ha perecieron en defensa de sus ideales!