Las famosas asturianas/Acto II

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Acto I
Las famosas asturianas
de Félix Lope de Vega y Carpio
Acto II

Acto II


Sala en casa de DON GARCÍA.
DON GARCÍA, SOL.
DON GARCÍA:

  ¿Dónde la mi fija está?

SOL:

¿Ya non sabes dónde fué?

DON GARCÍA:

A peligro va.

SOL:

¿Por qué?

DON GARCÍA:

Porque por el monte va;
  y lo que yo le pedí
era defensar la casa
en tanto que el moro pasa;
que diz que se aloja aquí.

SOL:

  Tú, mí señor don García,
tienes culpa de sus mañas,
pues faciendo en las montañas
matanza en la morería,
  a doña Sancha engendraste
tan fija de tu valor,
que luego que del rumor
de los moros la avisaste,
  vino al solar de León,
y sobiendo en una yegua,
por más de una grande legua
que tienes joridición,
  escorriendo con la lanza
y el acerado pavés,
por todo el monte que ves
va faciendo seguranza.

DON GARCÍA:

  ¿Quién fué con ella?

SOL:

Allá fueron
armados los labradores,
de su ganado pastores.
Dos ballestas me pidieron
  y dos buenos capacetes,
que saqué de tu armería.

DON GARCÍA:

Ya, Sol, non la nombres mía,
nin la mi edad inquietes.
  Pasó el tiempo en que cobierto
de mallas fasta los pies,
o con el dorado arnés
por somo del brazo abierto,
  con solo asir el arzón,
si alguna memoria tienes,
me posara en los borrenes
de la silla del trotón;
  y que ¡ay de la escuadra mora
por donde colara el fierro,
 (si en alabarme non yerro,
ende más caduco en sora)!
  Que todos gritaban lugo:
«¡Cata, que va don García!»
Mas llegó la vejez mía
cuando al tiempo veloz plugo,
  y está en las venas heladas
de tal guisa aquel calor,
y tan opreso el valor
de mis fazañas pasadas,
  que aunque agora me ciñera
la espada, y non la colgara,
non cuido que la sacara
de la vaina, aunque quisiera.
  pues a la fe, que solía
dar tan buenas cochilladas,
que un home hasta las quijadas
por el celebro partía.


DOÑA SANCHA, con un peto o jaco de malla y una lanza, y una banda colorada; TORIBIO y PASCUAL, con ballestas y morriones; dichos.
DOÑA SANCHA:

  ¿Por mí, pregunta el mío padre?

DON GARCÍA:

¿Es mi fija?

SOL:

¿Non la ves?

DON GARCÍA:

Non hay gusto que me des
nin que con mis años cuadre,
  como verte con valor,
ya que non fui venturoso
que fueras fijo famoso,
y non fembra de labor.
  Aunque non te niego el miedo
con que de tu daño estoy.

DOÑA SANCHA:

Segura en tu sangre voy,
que ser ferida non puedo.

DON GARCÍA:

  ¿Qué has fecho?

DOÑA SANCHA:

Una vista di
a la escuadra de ese moro,
sin que aviltase el decoro
con que tu fija nací.
  Ende más, que non salieron
ni a mí ni a los tres criados;
que, del ganado arredrados,
tienda en el valle ficieron.

DON GARCÍA:

  Yo tengo un poco que quiero
a solas fablar contigo.

DOÑA SANCHA:

Si non ha de haber testigo...
¡Hola!, tomad este acero,
  y colgadle en la armería,
y en el lancero posad
este fresno, y aguardad
en fuera, por vida mía.
(Vanse SOL y los criados.)


DON GARCÍA, DOÑA SANCHA.

DON GARCÍA:

  Fija, yo tengo ya bastantes años
para cuidar en la vecina muerte;
que, como con el tiempo el edificio
se va desmoronando, y es indicio
de que amenaza ya total ruina,
así en la edad la muerte se avecina.
Cuando destas paredes, de humo llenas,
se van cayendo a tierra las almenas,
non me permitas, non, morir sin gusto;
que cuido que en la muerte haberle puede,
cada que un padre muere consolado
de que deja sus fijos en estado.
Téngote sola a ti; luego tú sola
eres mi pensamiento.

DOÑA SANCHA:

Nunca he sido
desobediente, ¡oh padre!, a tus quereres.
¿Qué estado al tu pracer donarme quieres?

DON GARCÍA:

El de casada, fija de míos ojos,
para que el abolengo de mi casa,
ya que non se dilate por varones
del apellido de León, leones,
se destiendan por fembra tan leona,
que más face honoranza que baldona.
Es Laín un fidalgo bien sesudo,
home de pro para la paz y guerra,
y que tiene solar en muesa tierra.
Los Laras son famosos caballeros,
y este mancebo escurre de su alcurnia
atán derechamente como debe.
Yo traté su buen padre, Sancho Lara,
y fuimos a la guerra de Galicia
habrá cuarenta y nueve o cincuenta años,
y aun aquella vegada francamente
me dió la su cochilla, que estimaba,
con unos talabartes carmesíes.

DOÑA SANCHA:

Non te alueñes agora del sogeto,
que si te miembras de tus mocedades,
non finarás la fabla en todo el día.

DON GARCÍA:

Pues digo que Laín es noble y rico,
tan bien acostumbrado y vergonzoso,
que me ha jurado, fija, en su conciencia,
que non ha conocido fembra alguna,
y pasa de treinta años, que no es poco,
según está la edad, pues ya los homes
de veinte y cinco o veinte y seis se alaban
de que tienen amores con las fembras;
que es lástima de ver cuál está el mundo.

DOÑA SANCHA:

Laín tiene las partes y virtudes
de que tú le acompañas; yo non quiero
responder como fembra libertada.
Dale, bien que tasadas, esperanzas;
que yo diré, señor, de aquí a seis meses
mi voluntad; que non es largo plazo.

DON GARCÍA:

Respóndate mi gozo y este abrazo.
Voy contento en extremo; pero advierte
que non te enfades si viniere a verte.
(Vase.)

DOÑA SANCHA:

  Tamaña desaventura
por fembra non socedió.
¡Sol! ¡Hola, Sol!


SOL, DOÑA SANCHA.

SOL:

Aquí estó.

DOÑA SANCHA:

Ferida estoy de tristura.

SOL:

  ¡Mal hobiera, la mi Sancha,
la poridad del tu padre!
¿Qué te fabló que non cuadre?

DOÑA SANCHA:

Facer la fuesa muy ancha
  es desquillotro además
de quien ha dicha pequeña;
y facerla cuando nieña
asaz le conviene más.
  El mío padre, Sol, me fuerza
a casarme con Laín.
Pedí seis meses, a fin
de que mi gusto no tuerza,
  y porque en ellos podría
otra cosa suceder.

SOL:

Non has de ser su mujer,
si más que Jacob porfía.

DOÑA SANCHA:

  Yo te lo juro, mi Sol;
que Nuño Osorio es mi esposo.

SOL:

Non hay home tan famoso,
ni tan gallardo español.

DOÑA SANCHA:

  ¡Ay Sol, que estoy mal ferida!
Nin duermo nin como ya.


LAÍN, TORIBIO, DICHAS.

TORIBIO:

Sola, aunque con Sol, está,
que es la su prima querida.

LAÍN DE LARA:

  Es día Sancha, y sereno
non estuviera sin Sol,
aunque de tanto arrebol
para mis mudanzas lleno.
(Retírase TORIBIO.)
  Sancha, el tu padre me ha dado
licencia que te visite,
cada que amor lo permite
en fucia de desposado.
  Non me trastuernes la faz
por esquivanza de honor;
que non deslustra el valor
aquello que al dueño praz.
  Da licencia a que te den
los homes de mi solar
un presente, de estimar
por la voluntad también;
  que yo la he compuesto ufano
en cestas de mimbres hoy,
si tan favorito soy
que pongas en él tu mano.

LAÍN DE LARA:

  Nueces y avellanas nuevas
en sus cárceres, tan brandas,
que si partir se las mandas,
aunque a tus perlas te atrevas,
  se las puedes confiar
sin pavor de que las dañen;
y éstas quise que acompañen
las piñas del mi pinar,
  toda la cáscara enjuta,
y de tal guisa, que luego
que las arrimes al fuego,
te darán su blanca fruta.
  Viene más un lindo escriño
de pechiabiertas granadas,
de jazmines coronadas
para más fermoso aliño;
  que si non te fago agravios,
semejan (no te amofines)
los granos y los jazmines
a tus dientes y a tus labios.
  Viene un cabrito manchado
de tal guisa pieza a pieza,
que sola Naturaleza
le pudiera haber pintado;
  y para que no me tache
nadie de vil amador,
en un cincho de color
un Santiago de azabache.
  Mas todo es poco, a la fe,
para tu gran señorío,
y más si pierde por mío:
que nunca yo te agradé.

DOÑA SANCHA:

  Laín, a mi padre amado
debo yo ser obediente,
non cuando forzarme intente
a tomar sin gusto estado.
  Estoy lejos de pensar
en matrimuños agora.
(Vase retirando.)

LAÍN DE LARA:

Pues ¿por qué te vas, señora,
y non me quieres fablar?
  Aguarda, percata un poco
la fiera cuita en que yago;
ca non de tamaño estrago
guariré menos que loco.

(Vase DOÑA SANCHA.)


LAÍN, SOL; TORIBIO, retirado.

LAÍN DE LARA:

  ¿Has visto, Sol, qué rigor
y qué enemiga me tiene?
Fembra palaciana viene
a ser villana en amor.
  ¿Dígola yo caloñeros
los mis amores a Sancha?

SOL:

A la fe, Sancha se ensancha
de ver que son verdaderos.
  Y tú asaz tienes comprido
el castigo que mereces:
faces presentes de nueces,
que non es ál que roído.
  Ma Dios, que si yo toviera
zarafuelles de varón,
que yo buscara ocasión
en que no me la debiera.
  Mientras plañes se te engríe,
dalle donas la empeora;
que nunca la fembra llora
sinon cuando el home ríe.
  Muda en otra el tu querer,
y verás si finge o no.

LAÍN DE LARA:

Y ¿adónde fallaré yo
a tan polida moller?

SOL:

  ¿Seméjote muy grosera?
¿Non te parecen mis bríos,
si non pierden por ser míos,
para que les des celera?

LAÍN DE LARA:

  Si tú quieres, mi Sol bella,
yo la faré desperar.

SOL:

Digo que te quiero arriar,
emporque te vengues della.

LAÍN DE LARA:

  D'hoy más soy el tu galán.

SOL:

Y yo soy la tu galana
ven a fablarme mañana:
¡Verás qué celos le dan!

LAÍN DE LARA:

  Voy contento, porque cuido
que le habemos de dar pena.

SOL:

Dios te dé ventura buena.

(Vase LAÍN.)


TORIBIO, SOL.

TORIBIO:

Non me despraz el descuido.

SOL:

  Toribio, ¿aquí estabas?

TORIBIO:

Sí,
y el tu concierto escoché.
¿Quieres a Laín? Bien sé
que te denuestas de mí.
  Pues fidalgo soy asaz,
si bien pobre labrador

SOL:

Que tú non sabes de amor.
faciendas faz.

TORIBIO:

  ¿Non sé de amor?

SOL:

Non se cata
amor de gente grosera.
Voy a cuidar mi espetera;
que ha de estar como una prata
  enantes de anochecer.

(Vase.)


TORIBIO, solo.

TORIBIO:

¡Prega a Dios, ya que me pones
en tales obrigaciones
cual nunca pensé tener,
  pues te llego a maldigar
siendo de mí tan amada,
que el agua que está posada
en las llares del fogar,
  tan herviente caiga en ti,
que las manos te chamusques;
y que si la frida busques,
non parezca por allí!
  ¡Quiebres catorce escodillas
y seis pratos gallineros,
y a poder de moros fieros
vayas con las cien doncellas.


DOÑA SANCHA, TORIBIO.

DOÑA SANCHA:

  ¿Fuese ya el cansancio mío?

TORIBIO:

Ya tu cansancio se fue,
aunque ya non hay por qué
facelle atanto desvío;
  que Sol, la tu grande amiga,
le quiere, y delante mí
le enseñó a tenerte a ti
homecillo y enemiga.

DOÑA SANCHA:

  ¿Sol?

TORIBIO:

La miesma; que ferida
de amoricos de Laín,
fa zorroclocos a fin
de ser de Laín querida.
  ¡Ma Dios, que si non me fuera
por vergüenza de señor,
que non fuera labrador,
y a ser soldado me fuera!
  Que a quien tanto sol le ha dado
bien se le puede llamar,
y sueldo del rey tirar
atañe a fidalgo honrado.
  Y aun quizá no me verán
en el solar esta noche,
porque cuando el sol se abroche,
tendré señor capitán.
  A pedir licencia voy
a señor para la guerra;
non quiero estar en la sierra,
pues a dos soles estoy.

(Vase.)


DOÑA SANCHA, sola.

DOÑA SANCHA:

  En libertanzas de soltera vida
pasé lo joven de mis verdes años,
enojos fice al tiempo, a amor regaños;
que non me tuvo por jamás rendida.
Cuidaba yo que era pasión fingida
cuando sentía encaramar sus daños.
¡Coitada! ¿Qué faré?, que mis engaños
me llevan a la muerte de corrida.
Fabla de amor quien su rigor non sabe,
y con el sabio el ignorante arguye;
mas guarde el corazón que non le trabe.
Pero si al tiempo el tiempo restituye,
¿de qué sirve fuir?, que amor es ave,
y alcanza con las alas a quien fuye.


TELLO, DOÑA SANCHA.

TELLO:

  Perdonad si me colé,
dueña, sin vuesa licencia;
que en la tan linda presencia,
serlo del solar se os ve.
  Fágovos ende mesura;
y si tengo perdonanza
(que de buenos bien se alcanza),
pescudo a vuesa hermosura
  si está acaso en el solar
don García de León.

DOÑA SANCHA:

Non ha sido yerro, non,
si venides a buscar
  el mío señor, escodero.
Mas de qué parte decid.

TELLO:

De aquel tan famoso, ardid
y montañés caballero,
  don Nuño Osorio.

DOÑA SANCHA:

¿De quién?

TELLO:

De don Nuño.

DOÑA SANCHA:

¡Santo Dios!
¿Servís a don Nuño vos?

TELLO:

Y los míos padres también
  a los suyos les sirvieron.

DOÑA SANCHA:

Escodero, que bien fayas,
y de bien en mejor vayas
cual siempre los buenos fueron,
  escocha una puridad.

TELLO:

Yo vos, señora, prometo
de tenérvosla secreto.
Non hayáis temor, fablad.

DOÑA SANCHA:

  Ese tu Osorio galán,
¿qué dueña sirve en León
de las muchas que afición
a su mesura tendrán?
  Que asaz es home polido,
y a pie y a caballo airoso.

TELLO:

Dama, que hayades reposo
con bien andante marido,
  yo sé todos sus secretos,
y nunca le vi querer
nin amoricos facer,
ni otros quillotros y efetos;
  que la guerra non le ha dado
tanto vagar, que pudiese
amar quien le mereciese,
de muchas que le han amado.

DOÑA SANCHA:

  Doyte este anillo.

TELLO:

¿Por qué?

DOÑA SANCHA:

Porque el fidalgo guerrero
non ha de ser amorero;
que pierde mucho, a la fe.
  Y porque soy inclinada
a las armas, me dió gusto
saber que un home robusto
non semeje fembra en nada.

TELLO:

  Por la Cruz vera, señora,
que, como acá me he tardado,
él se ha cansado y se ha entrado.

DOÑA SANCHA:

Bien fizo, y venga en buen hora.


NUÑO, dichos.

NUÑO OSORIO:

  Tello, que Dios faga mal,
¿parécete buen servir
dejarme afuera gañir
en los poyos del portal,
  y estarte en conversación?

TELLO:

Cuando veas con quién fué,
desculparásme, a la fe.

NUÑO OSORIO:

Cato que tienes razón,
  y aun afirmo que te suebra.
Perdonad, señora mía,
si mi corta cortesía
la vuesa prática quiebra;
  que a saber que departiendo
con Tello estábades vos,
non vos ficiera a los dos
con la mi venida estruendo.
  Bien cuido que sois la fija
de don García; que es craro,
porque non querrá tan raro
valor que otra alma le rija.
  Tenedme por servidor,
y dadme las vuesas manos.

DOÑA SANCHA:

Efetos tan palacianos
son fijos de tal valor.
  Soy quien cuidáis, y muy vuesa
por vuesa buena opinión,
de que dais satisfación
como el talante lo muesa.
  De hoy más aqueste solar,
de vuesa persona honrado,
tendrá el nome confirmado
con que le suelen nombrar.
  Es su apellido León,
de godos que vienen dél;
y hoy, que vos estáis en él,
le donáis confirmación.
  Mucho folgará el buen viejo
de mi padre, don García,
de veros; que fué algún día
en paz y guerra parejo,
  y vos tiene voluntad.
¿íbades a caza acaso?
Porque non es este paso
camino de la ciodad.
  Como quiera que haya sido,
habéis de dormir aquí;
que si non por él, por mí
lo faréis, pues yo lo pido;
  que por fembra non seré
mal baldonada de vos.

NUÑO OSORIO:

(Aparte.)
Non sé qué diga, ma Dios:
pues ¿qué diré, si non sé?
  ¿Es posible que ésta era
doña Sancha de León?
Alterado el corazón,
puya por salir enfuera.
  qué gallarda fidalga,
y rica fembra además!

TELLO:

(Aparte a NUÑO.)
¿Qué tienes que tal estás?

NUÑO OSORIO:

Non lo sé, ¡que Dios me valga!
  Cata, ¡qué facciones bellas!

TELLO:

Mirada y mirando admira;
que parece que si mira
face en el alma cosquiellas.

NUÑO OSORIO:

  ¡Mal faga Dios al morico
que por las parias llegó!
Non el rey que me envió;
que viva a Dios le soplico.
  Pero non tuvo razón
de darme este cargo a mí.
Pero, pues leal nací,
ánimo, buen corazón.
  Non cuidéis en esto más;
faced lo que os manda el rey,
pues que los vuestros su ley
non la entortaron jamás.
  Aunque me muriera, Tello,
por esta fembra atán linda,
que no hay alma que non rinda
desde la planta al cabello,
  non ficiera cosa indina
de home Osorio, como so.

TELLO:

Cipïón, Nuño, dejó
fama en el mundo devina,
  sólo por ser continente
con la dueña de Cartago.


DON GARCÍA, dichos.

DON GARCÍA:

Si a los vuesos pies non yago,
non hay ál que me contente.

NUÑO OSORIO:

  Manténgavos Dios, amén;
que la vuesa senetud
a la mía joventud
non debe acoller tan bien.
  Tenedos en pie, García;
non vos finquéis de finojos.

DON GARCÍA:

Non cuidaba que míos ojos
vieran tan alegre día.
  ¡Nuño Osorio en la mi casa!
¿Tanto bien en mi solar?

NUÑO OSORIO:

(Aparte a TELLO.)
Creciendo va mi pesar,
la causa adelante pasa.
  Non sé cómo reprimir
las lágrimas, viendo al viejo,
pues vengo a quebrar su espejo.

TELLO:

Non se lo cuides decir
  fasta la noche pasada.
Salga el sol, y a la partida
con tan fiera despedida
le pagarás la posada.

NUÑO OSORIO:

  García, por ser ya tarde,
non vos digo a lo que vengo:
mañana partirme tengo;
que non hay tiempo que aguarde.
  Madrugad, y fablaremos
en la facienda mayor
que ha tenido el nueso honor
empós que a España tenemos.

DON GARCÍA:

  Cada que vos me queráis,
me fallaréis, el mi Nuño;
que agora non vos repuño
en cosa que me mandáis.
  Aunque quisiera saber
qué negocio vos traía.

NUÑO OSORIO:

De vuesa fija, García;
que non vos quiero tener
  toda la noche sospenso.

DON GARCÍA:

Ahora bien, a cenar vamos;
que después a tiempo estamos.

NUÑO OSORIO:

Mandad que fechen un pienso
  a los caballos no más;
que non yantaré bocado,
porque vengo mal guisado
y fatigoso además.

DOÑA SANCHA:

  Non fagáis al padre mío
ese tuerto, en no yantar.

NUÑO OSORIO:

Non es justo caloñar
mi desgana por desvío.
  Mataráme cena alguna.

DOÑA SANCHA:

Una conserva no más.

NUÑO OSORIO:

Non acostumbro jamás
el yantar cosa ninguna
  cuando me siento cual veis.
Non me fagáis que me dañe.

DON GARCÍA:

Pues, fija, a vos os atañe
que el lecho a Nuño poséis.
  Entrad, y en la cuadra mía
le faced al caballero,
y en la sala al escodero.

DOÑA SANCHA:

Yo voy. ¡Qué grande alegría!
  Toda voy regocijada
¡Sol, Leonor, Elvira, Inés!

NUÑO OSORIO:

Descansaré; que después
vos diré la mi jornada.

DON GARCÍA:

  ¿Cómo está el rey, que Dios guarde,
y en su servicio mantenga?

NUÑO OSORIO:

Bueno en su real facienda,
faciendo en vistoso alarde
  de grandezas y virtudes,
igrejas y monasterios.

DON GARCÍA:

Déle, Dios tantos imperios,
tantas honras y saludes
  como hay en un campo aristas
a las que el trigo sazona,
y a su guarnida persona
felicísimas conquistas.
  A su buen padre alcancé,
en las sus guerras serví,
sus hermanos conocí,
y en sus discordias me hallé.
  ¡Gracias a Dios, que Bermudo
la cogulla se posó
y el Evangelio cantó!
Bien fizo, reinar non pudo.
  Yo testigo de la misa
del obiespo de León.

NUÑO OSORIO:

Cuando tan noble blasón
padres de tan alta guisa
  non vos hobieran donado,
vuestras fazañas atales
las conquirieran iguales.


LEONOR, dichos.

LEONOR:

El lecho está ya posado,
  y otro tal al escodero.

DON GARCÍA:

Entrad, Nuño, a descansar.

NUÑO OSORIO:

Licencia me podéis dar:
zomirme en el lecho quiero,
  porque vengo muy cansado.

DON GARCÍA:

Fágavos Dios venturoso.

TELLO:

 (Aparte.)
Cuanto hay en casa es fermoso.
La nieña me pone agrado.

(Vanse NUÑO y TELLO.)


DON GARCÍA, LEONOR.

DON GARCÍA:

  ¿Qué posaron en el lecho
de Nuño?

LEONOR:

Atán linda ropa,
que non hay lavada copa
que así lluzga fasta el techo.
  Las coberturas de red,
ya las sabes cuáles son,
que el miesmo rey de León
las toviera por merced.
  De almaizares de moricas
posaron el rodapié,
las almofadas non sé
que puedan ser atán ricas.
  Labradas todas están
de pinos de oro y seda:
non es más linda la rueda
que face el pavón galán.
  Hay dos frazadas de lana
con seis listas de colores,
que en ellas cuidando flores
puede salir la mañana.
  El cobertor, a la fe,
es tan luengo, que pudiera
vestir tu casa, aunque fuera
como la del rey se ve.
  Las sábanas bien serán
buenas, en casa filadas,
ende más, tan perfumadas
con mil yerbas de San Juan.

DON GARCÍA:

  Fágate Dios bien andante.
Vete a servir.

LEONOR:

Guárdeos Dios.

(Vase.)


DOÑA SANCHA, DON GARCÍA

DOÑA SANCHA:

Ya se zomieron los dos.
La luz les quité delante,
  aunque asaz se dormirán;
que el cansancio los acucia.

DON GARCÍA:

Sancha, yo tengo fiucia
que grande bien nos traerán.

DOÑA SANCHA:

  Si fuera merced del rey,
que asaz es de mercendero,
non cobriera el mandadero
la nueva, nin fuera ley.
  Otra cosa, padre mío,
se me ha puesto en el caletre,
ni es mucho que la penetre
de sus razones y brío.

DON GARCÍA:

  Estoy en tu pensamiento.
Mas ¿que se viene a casar?

DOÑA SANCHA:

¿Quién lo pudo caletrar
mejor que tu entendimiento?
  La vergüeña, las colores,
la dilación en fablar,
todas daban a cuidar
que eran quillotros de amores.
  ¿No le viste atán turbado?

DON GARCÍA:

Extiéndese por León
de tu virtud la opinión.

DOÑA SANCHA:

En las fiestas padre amado,
  me debió de ver Osorio:
y como soy belicosa,
y la su espada famosa
la faz al mundo notorio,
  fuera de ser tu valor
de todo el mayor testigo,
querrá emparentar contigo.

DON GARCÍA:

Yo he conocido el su amor,
  y aun he conocido el tuyo,
y quizá con este fin
non puedes ver a Laín.

DOÑA SANCHA:

De Laín de Lara fuyo,
  porque non me causa agrado.
Fazme atamaño pracer,
que des, a Nuño a entender
que entendiste su cuidado;
  que él quizá con la vergüeña
non se atreve a decrarar,
Y si se vuelve al logar
sin dar de su intento seña,
  perderemos la ocasión.

DON GARCÍA:

Más que tú le estimo y quiero.

DOÑA SANCHA:

¡Éste sí que es caballero
para heredar tu blasón!
  Pon el famoso cuartel
de sus aspas y sus lobos
pon tu león, farán robos
en el pagano cruel.

DON GARCÍA:

  Tú, departiendo en tu amor,
non miras, fembra liviana,
que se viene la mañana.

DOÑA SANCHA:

Pues entra a dormir, señor,
  y al salir del sol acude.

DON GARCÍA:

No hay fembra que no apetezca...

DOÑA SANCHA:

¡Oh, prega a Dios que amanezca
aun antes que me desnude!

(Vanse.)


Vista exterior de la casa de DON GARCÍA.
LAÍN, de noche; TOMÉ, MÚSICOS.

LAÍN DE LARA:

  Non acordéis los estromentos ahora,
fasta que requiramos sí por dicha
están en poso todos los criados.

TOMÉ:

Si non salen a arar a los barbechos,
dormirán como peñas a estas horas,
porque de la salud el sueño es éste.

LAÍN DE LARA:

Yo temo que la noche se me acueste.

TOMÉ:

Non cuido que atán cedo salga el alba.

LAÍN DE LARA:

Tardé en venir desde el casar.

TOMÉ:

Es lejos.

LAÍN DE LARA:

Asomos dan allí de sus reflejos.

TOMÉ:

Engáñate el locero cuyos rayos
facen aquella espléndida crarura.
Si non me miembro mal; mirando el Carro,
non puede escracer en harto tiempo,
porque está la Bocina asaz homilde.

LAÍN DE LARA:

Cantad, a ver si la cruel se asoma,
que tan aviesos mis pesares toma.

MÚSICOS:

  Parióme mi madre
una noche escura,
cubrióme de luto,
faltóme ventura.
  Cuando yo nací,
hora, fué menguada;
ni perro se oía
ni gallo cantaba;
  ni gallo cantaba,
ni perro se oía,
sino mi ventura,
que me maldecía.

LAÍN DE LARA:

  ¡Oh, qué tristura tamaña!
El esprito se me roba.
¿Quién fizo tan mala trova?

UN MÚSICO:

Un home de la montaña,
  que es asaz endechador
y palaciano además.

LAÍN DE LARA:

Non me la cantedes más;
cantadme trovas de amor.


CELÍN, AMIR, MOROS, dichos.

AMIR:

  En aqueste casar habrá ganado.

CELÍN:

Pues llegad con secreto, no nos sientan;
que si se quejan al famoso Audalla
los labradores que estas casas viven,
y nos manda colgar de aquestos pinos,
seremos para siempre sus vecinos.

AMIR:

Pues si nos tiene Audalla en este monte
alojados tan mal, mientras se llegan
las parias (que no es mucho que se tarden,
pues por lo menos buscan cien doncellas),
¿qué quiere que comamos sus soldados?

CELÍN:

Aquí cerca hay corrales de ganados.

LAÍN DE LARA:

(Aparte a un criado.)
Por el caldero santo de que saca,
Tomé, las hisopadas nueso preste,
con que el agua bendita nos arroja,
que anda gente puyando las paredes.

TOMÉ:

¿Por las paredes puyan?

LAÍN DE LARA:

¿Non lo catas?

TOMÉ:

El fierro saco, vive Dios.

LAÍN DE LARA:

(Alto.)
¿Qué gente?

AMIR:

(Aparte.)
Perdidos somos; estos son soldados.

CELÍN:

Cristianos son que guardan sus ganados.

LAÍN DE LARA:

¿Non fablan?

TOMÉ:

¿Qué es fablar, si son pantasmas?
¿Non veis los camisones?

LAÍN DE LARA:

Sea quien fuere.

TOMÉ:

Mueran, magüer que fuesen los dimuños.

AMIR:

(Aparte.)
Huir es lo mejor.

LAÍN DE LARA:

Ya van fuyendo

TOMÉ:

Dimuños son.

LAÍN DE LARA:

Pues lleven este tajo.

TOMÉ:

¿Non ves los pies de gallo por debajo?
(Acuchillan a los moros, y vanse tras ellos.)


TORIBIO y PASCUAL, con lanzones; después, NUÑO y TELLO.

TORIBIO:

¡Aquí, señor, aquí; que andan ladrones!

PASCUAL:

Si está ya levantado Nuño Osorio,
a fe que non se alaben de sus furtos.
(Sale NUÑO a medio vestir.)

NUÑO OSORIO:

¿Qué es aquesto, fidalgos? ¿Qué es aquesto?
¿Quién en tanta presura vos ha puesto?

TORIBIO:

Ladrones, a la fe, que a los corrales
debían de acodir.

PASCUAL:

Aquí hay señales.
(Sale TELLO.)

TELLO:

¿Qué es esto, el mío señor?

NUÑO OSORIO:

Ya non es nada.
Acaba de vestirme; que ya el día
asoma por enriba de aquel monte.

TELLO:

Toma, señor, y la ropilla ponte.

TORIBIO:

Ladrones, y riñendo con espadas,
que facían ladrar los nuesos perros,
y aun los que están en los vecinos cerros.

NUÑO OSORIO:

Sea quien fuere, non hayáis pavores;
que si sólo el olor del nome mío
les dió, cuando llegaron a robaros,
eso sólo bastó para que fuyan.

TORIBIO:

Bien dices: non hay ámbar cual la fama,
fumo oloroso de divina llama.


DON GARCÍA, con espada y pavés; dichos.

DON GARCÍA:

  Aunque ha días que dejé
dormir la espada en un cravo,
a un escándalo tan bravo,
ma Dios, que la descolgué
  ¿Qué es esto, fijos?

NUÑO OSORIO:

Fuyeron
del corral unos ladrones.

DON GARCÍA:

De los aceros los sones,
Osorio, ¿a qué efeto fueron?

TORIBIO:

  Para los perros serían,
que salieron a morder.

DON GARCÍA:

¡Oh, nunca tengan pracer!
¡Despertar los que dormían!
  Tornadvos, Nuño, a posar.

NUÑO OSORIO:

Ya, señor, estoy vestido,
endemás que, amanecido,
no me vuelvo a ensabanar.

DON GARCÍA:

  Tomara yo cada día,
la fe, destos retozos,
para madrugar los mozos
en esta facienda mía.
  Idvos adentro los dos;
que a Osorio quiero fablar.

TORIBIO:

Posa, Pascual, que almorzar.

PASCUAL:

Eso te cale, ma Dios.

(Vanse TELLO, PASCUAL y TORIBIO.)


DON GARCÍA, NUÑO.

DON GARCÍA:

  Osorio, la vergüeña que has tenido
anoche al allegar a mi posada,
me ha fecho a mí tan libre y atrevido,
por la licencia de la edad pasada.
Mi fija y yo pensamos que has venido
porque el valor de mi solar te agrada,
y como estás mancebo, aun ser podría
juntases tu facienda con la mía.
  Yo, Nuño, lo tendré por bien andanza,
y te daré las doblas más fermosas
que ha visto el sol, ni avara mano alcanza,
y ganadas con armas fazañosas.
Trigo non me las dió, mas pura lanza.
años ha ya que están guardosas;
mas non las cubre moho; que soy viejo,
y en contallas asaz lucias las dejo.
  De Sancha de León, mi fija amada,
non te quiero decir virtud ninguna.
soy padre, y tengo el alma apasionada;
que un madre le faltó desde la cuna.
Es fembra que se pone la celada,
y el mujeril tocado la importuna;
non es tan laboriosa de vainillas
como de ver facer un fresno astillas.
  Es propia para ti, valiente Nuño;
que la podrás llevar como amazona,
con esta misma que desnuda empuño,
para la defensión de tu persona.
Non te fará, por esta cruz, rasguño
moro o cristiano en pos de la corona
del rey o el crego, que non faga enmienda,
demás de que te adama por su prenda.

NUÑO OSORIO:

  Nobre viejo don García,
a quien por padre respetan
todos los homes de pro
que ser fidalgos profesan:
más que para responderos
mi helada y turbada lengua,
hora estaban los mis ojos
para plañir sus endechas.
Non me basta el corazón
para que vos dé respuesta,
habiéndole yo tenido
fuerte con homes y fieras.
Mas siendo, como es, forzoso,
sacaré de mi fraqueza
una lengua de dolor
que vos pase las orejas.
Estando el mío rey Alfonso
firmando en la santa igreja
por rey de León y Asturias,
con tantas alegres fiestas
(que non estaba jurado
por las traiciones y guerras
que le echaron a Navarra
empués de muerto Fruela),
vino de Córdoba un moro...

NUÑO OSORIO:

-¡Triste la su vida sea,
mohoso dardo le mate,
que non dorada jineta!-
Vino como mandadero
del africano que reina
en la más parte de España
y en la más florida tierra.
¡Haya mal poso la Cava!,
que si ella doncella fuera,
non tributáramos nos
al África cien doncellas.
Por éstas vino, y el rey
fizo consejo en que hobiera
mayor mal si non templara
mi condición su prudencia.
Fueron Meledón Fernández,
Suero Díaz, Teudo Vela,
de parecer que se diesen,
y endespués también lo acuerdan
Nuño Velasco Velázquez,
Pero Ruiz, Sancho de Dueñas,
Amaro de Santibáñez,
y Ordoño Juárez de Albelda.
Dicen que non era justo
que estando León sin fuerzas,
destruya la tierra el moro,
viendo que el feudo le niegan.
Non pudieron facer más;
pero el rey facer pudiera
que non trujera yo el cargo
que tanto dolor me cuesta.

NUÑO OSORIO:

Las suertes sacó un rapaz,
que non de diez años era;
tocó a vuesa fija Sancha
ser una de las cincuenta
que se sacan, como veis,
de la asturiana nobreza.
Si me pesa, Dios lo sabe:
y más agora me pesa,
que me la dais por esposa,
y que he visto que es tan bella.

DON GARCÍA:

  ¡Yaga mi cuerpo triste en sepoltura
enantes que de aquí mueva las plantas,
acompañen las fieras mi tristura
y escurezcan el sol las luces santas,
plañan la mi tamaña desventura
los homes que han tenido fijas tantas,
pues una sola, que en el alma adoro,
la doy a Osorio, y él la lleva al moro!
  Non debiera nacer home que nace
para bañar a la vejez sus canas
del agua que aún no tiene y que deshace
de la nieve que ya las fizo ufanas.
Conozco que mi muerte al cielo prace:
tal fincan a la fin grorias humanas,
pues una fija, que era mi tesoro,
la doy a Osorio, y él la lleva al moro.


DOÑA SANCHA, dichos.

DOÑA SANCHA:

  ¿Qué es esto, el mi señor? ¿Qué cuita es ésta?

DON GARCÍA:

Mi fija, entradvos dentro; que non quiero
miraros a la cara atán apuesta,
si non es darme imagen, pues ya muero.

DOÑA SANCHA:

Gran mal vueso dolor me manifiesta.
¿Qué vos ha dicho aqueste caballero?

DON GARCÍA:

Él no me ha dicho nada; mas yo lloro
que os doy a Osorio y que él os lleva al moro.

NUÑO OSORIO:

  Sancha, anoche non cené,
de dolor de mi embajada
La suerte vos ha caído
de las doncellas cristianas
Valor tenéis, si el valor
a tales desdichas basta.
Lo demás fablen mis ojos
con el llanto que los baña;
que non me ha cabido a mí
menos parte en la desgracia,
pues os pierdo y pues os llevo.
Ojos, fablad; lengua, calla.

DOÑA SANCHA:

¿Tiene alguna fembra el mundo
con desventurra tamaña?
En mal que plañen dos homes,
¿qué faré, fembra coitada?,
que parezco, puesta en medio
de sus lágrimas amargas,
fuente de mármol, de quien
procede a los dos el agua.
Romperé con tristes voces
la tela del cielo santa,
enterneceré sus luces.
¿Qué faré?

DON GARCÍA:

Non fagas nada
mientras me voy a morir;
que non te han de ver mis canas
entre los brazos del moro.

NUÑO OSORIO:

Si vuesa desesperanza
me acorre de aquesta guisa,
¡bien se fará mi jornada,
bien saldré con el decreto
de lo que mi rey me manda!
Non digo que non plañáis
en desaventura atanta,
mas que mostréis el valor
que vuesa sangre acompaña.

(Vase DON GARCÍA.)


DOÑA SANCHA, NUÑO.

DOÑA SANCHA:

Si vos parece, don Nuño,
que el entendimiento basta,
non tenéis entendimiento.

NUÑO OSORIO:

Bien lo cuido, doña Sancha.
Non me ganáis en facer
sentiduras en el alma,
ya por feridas de amor,
ya por naturales ansias;
pero ¿qué remedio?

DOÑA SANCHA:

Adiós;
que un home que yo cuidaba
que fuera amor de mi vida,
ni como esposo me ampara,
ni como nobre me obliga,
ni como, de ley cristiana
por caridade me ayuda,
ni cual fidalgo, por armas.
¡Nunca yo te amara, Osorio,
nunca viera la tu cara,
nunca en tu mucha nobreza
posara mis esperanzas!
¡Sol, Leonor, dueñas, doncellas!,
venid a mis almofadas;
faremos endechas tristes.

NUÑO OSORIO:

Aguarda, mi vida, aguarda.

DOÑA SANCHA:

Non puedo mirarte, Osorio.

NUÑO OSORIO:

Tien razón, suébrale causa;
que quien face lo que yo,
de piedra son sus entrañas.