Las flores y la política
LAS FLORES Y LA POLÍTICA
Las flores desempeñan un papel importante en la politica, como emblema de casas poderosas ó como distintivo de los partidos. Guerra de las dos rosas se llama en la listoria aquella que sostuvieron las casas de York y de Lancaster durante la menor edad de Enrique IV, y que terminó con el triunfo obtenido por Enrique de Richemondó de Tudor sobre Ricardo III en la memorable batalla de Bosworto.
El lirio es el distintivo de los Borbones; la violeta el de los bonapartistas.
En la última guerra civil, los carlistas hicieron enseña suya de la margarita, flor que lleva el nombre de aquella virtuosa y desgraciada dana que fué la primera esposa de D. Carlos.
Los liberales, en su entusiasmo, eligieron el clavel rojo, flor eminentemente española, y que combinada con otras amarillas imita los colores de nuestra bandera.
Los orleanistas prefieren el clavel blanco por considerarle más elegante, y caballeros del clavel se llaman los que promovieron las irrespetuosas manifestaciones contra el presidente de la República en las carreras de en halles de la pasada primavera.
Más simpáticos eran los que, bajo la enseña de un clavel, se agruparon para devolver la libertad á la infor tunada reina Maria Antonieta.
El hijo del pueblo al que ha tocado la suerte de soldado, canta delante de la casa de su amada.
Mira que he caído quinto,
y no tengo escarapela;
¡dame una gota de sangre
de tu corazón, morena!
Y como es difícil sacar del corazón la gota de sangre, la uorena le arroja una rosa purpurina ó un encendide geranio de los que crecen en su ventana, y que él se pone gentilmente en la gorra, ladeada picarescamente. lucia la oreja izquierda.
La flor de la política y de los cortesanos debía ser el girasol, que está siempre de cara a astro del día, y el emblema de los pueblos que sufren y pagan, la pasionaria.
La que au crece en el campo agitado de la política es la sensitiva, que cierra sus broches al menor contacto impuro, y en cambic es muy frecuente encontrar en él la crcdadera.
Chamberlain, el funesto político inglés que con su desatentada política in empujado á su patria hacia la guerra injusta contra la República del Transvani, luce siempre en el ojal de su levita una orquidea, la flor visiosa de la vanidad y de la opolencia.
Castelar, el gran tribrno, amaba mucho á las fiores, y prefería á todas las que frescas y lozanas le enviaban sus amigos de las huertas de Murcia y de Valencia.
Con flores se alfombra siarinre el suelo por donde pasan los vencedores, y flores se colocan sobre el féretro de los hombres ilustres, porque la flor es atributo del triunfo y emblema del recuerdo.
La mujer que siente simpatías por el hombre político perseguido é injustamente preso, le envía el ramo de fiores que leva consuelo y esperanzas al calabozo donde gime el mártir de una idea
Cuando Doña Maria Cristine de Borbón, la hermosa princesa napolitana que fué la cuarta esposa de Fernando V, abrió las puertas de la patria á los emigrados políticos que su iracundo y vengativo esposo había condenado al destierro, todos la dedicaron al volverá la patria, ó las flores del ingenio en sentimentales poesias, ó las flores de los campos agrupadas en artísticos ramilletes, que arrojaban ai rarruaje que la conducía.
Hubo un grupo parlamentario que se llamó de los del ciavel, y hoy se denomina diputados de la garderia á los señoritos de buena casa, que hacen del Parlamento un sport más, haciendo valer sus influencias para obtener un acto que les permita asistir al Congreso los días de sesión ruidosa, ó matar allí el tiempo cuando se aburren en su club.
Pero en general, el campo de la política produce más abrojos que flores, porque al contacto de las pasiones se marchita lo delicado y lo bello.