Las mil y una noches:0928

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Las mil y una noches - Tomo VI​ de Anónimo
Capítulo 0928: historia contada por el cuarto capitán de policía

HISTORIA CONTADA POR EL CUARTO CAPITÁN DE POLICÍA[editar]

"Has de saber, pues, ¡oh rey del tiempo! que gracias a la bendición, el pescador y su hermosa mujer tuvieron un niño varón. Y sus padres llamaron a aquel niño varón Mohammad el Avispado, en recuerdo del chico de mantillas que un día les sacó de apuros. Y aquel niño era tan hermoso como su madre.

Y el sultán tenía también un hijo de la edad del hijo del pescador; pero estaba aquejado de fealdad, y su color era el color de los hijos de felahs.

Ambos niños iban a la misma escuela para aprender a leer y a escribir. Y cuando el hijo del rey, que era un perezoso inferior, veía al hijo del pescador, que era un estudioso superior, le decía: "¡Hola, sea dichosa tu mañana, hijo del pescador!" Y le llamaba así para humillarle. Y Mohammad el Avispado contestaba: "¡Y sea dichosa tu mañana, ¡oh hijo del sultán! y blanquee tu rostro, que está tan negro como las correas de los zuecos viejos!" Y ambos niños continuaron así yendo juntos a la escuela en el transcurso de un año, saludándose siempre de aquella manera. Así es que, por fin, el hijo del sultán, enfadado, fué a contar la cosa a su padre, diciéndole: "El hijo del pescador, ese perro, me devuelve todos los días la zalema diciéndome: "Tienes la cara tan negra como las correas de los zuecos viejos".

Entonces el sultán se enfadó; pero como, en vista de lo pasado, no se atrevía a castigar por sí mismo al hijo del pescador, llamó al jeique maestro de escuela, y le dijo: "¡Oh jeique! si quieres matar al niño Mohammad, el hijo del pescador, te haré un buen regalo, y te daré mujeres concubinas y hermosas esclavas blancas". Y el maestro de escuela se regocijó y contestó: "Estoy a tus órdenes, ¡oh rey del tiempo! ¡Todos los días daré una paliza al niño, hasta que se muera con ese régimen!"

Así es que, cuando al día siguiente Mohammad el Avispado fué a la escuela a leer el Korán, el maestro de escuela dijo a los colegiales: "¡Traed el instrumento de dar palizas y echad en el suelo al hijo del pescador!" Y los colegiales, como de costumbre, se apoderaron de Mohammad y le echaron en el suelo, y pusieron los pies en el tornillo de madera. Y el maestro de escuela cogió el vergajo y empezó a pegar al chico en la planta de los pies hasta que le brotó sangre y se le hincharon los pies, y las piernas. Y le dijo: "Inschalah, mañana continuaré, ¡oh cabeza dura!" Y el chico, en cuanto le libraron del instrumento de tortura, huyó de la escuela, echando a correr a toda prisa. Y fué a casa de su padre y de su madre, y les dijo: "¡Mirad! el jeique de la escuela me ha pegado hasta dejarme medio muerto, por culpa del hijo del sultán. No iré más a la escuela, y quiero ser pescador como mi padre".

Y su padre le dijo: "Está bien, hijo mío". Y se levantó, y le dió una red y un cesto, y le dijo: "Toma, ahí tienes los utensilios de pesca. Y ve a pescar mañana, aun cuando no ganes lo que necesitas para vivir".

Y al día siguiente, por la aurora, el mozalbete Mohammad fué a echar la red al mar. Pero no cayó en la red más que un salmonete pequeño. Y Mohammad retiró la red, y se dijo: "Voy a asar este salmonete en sus propias escamas, y a comérmelo de almuerzo". Fué, pues, a coger algunas hierbas secas y trozos de leña, les prendió fuego, y puso el salmonete a asar en la lumbre.

Entonces el salmonete abrió la boca y le dirigió la palabra, diciéndole: "¡No me quemes, va Mohammad! Soy una reina entre las reinas del mar. ¡Vuélveme al agua en donde estaba, y te seré útil en épocas de desgracia, y vendré en tu ayuda en los días de necesidad!"

Y él dijo: "Está bien". Y devolvió al mar el salmonete consabido. ¡Y esto es lo referente a él. ..

En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.