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Las mil y una noches:0934

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Las mil y una noches - Tomo VI
de Anónimo
Capítulo 0934: historia contada por el sexto capitán de policía

HISTORIA CONTADA POR EL SEXTO CAPITÁN DE POLICÍA

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"Una vez ¡oh rey del tiempo! había un sultán que tenía una hija. Y la tal princesa era hermosa, muy hermosa, y estaba muy solicitada y muy cuidada y muy mimada. Y además era muy revoltosa. Por eso se llamaba Dalal.

Un día estaba sentada y se rascaba la cabeza. Y se encontró en la cabeza un piojo pequeño. Y le miró un rato. Luego se levantó, y le cogió en sus dedos y fué a la despensa, en donde había hileras de tinajones de aceite, de manteca y de miel. Y destapó un tinajón de aceite, dejó delicadamente el piojo en la superficie, volvió a poner la tapa de la tinaja, encerrando así al piojo, y se marchó.

Y transcurrieron los días y los años. Y la princesa Dalal llegó a cumplir los quince años, habiendo olvidado, desde mucho tiempo atrás, el piojo y su encarcelamiento en la tinaja.

Pero llegó un día que el piojo rompió la tinaja a causa de su gordura, y salió de allí, semejante a un búfalo del Nilo en el tamaño, los cuernos y el aspecto. Y el guardián, apostado a la puerta de la despensa, huyó aterrado, llamando a los criados con grandes gritos. Y acosaron al piojo, le cogieron por los cuernos y le condujeron ante el rey.

Y el rey preguntó: "¿Qué es esto?" Y la princesa Dalal, que estaba allí de pie, exclamó: "¡Ay! ¡Si es mi piojo!" Y el rey, estupefacto, le preguntó: "¿Qué dices, hija mía?" Ella contestó: "Cuando era pequeña, me rasqué un día la cabeza, y me encontré en la cabeza este piojo. Entonces le cogí y fui a meterle en la tinaja de aceite. Y ahora se ha puesto gordo y grande; y ha roto la tinaja".

Y el rey, al oír aquello, dijo a su hija: "Hija mía, al presente tienes necesidad de casarte. Porque, lo mismo que el piojo ha roto la tinaja, corres tú el riesgo de saltar el muro e ir en busca de hombres. Por eso lo mejor al presente es que yo te case. ¡Alah proteja nuestros blasones!"

Luego se encaró con su visir y le dijo: "Degüella al piojo, y desuéllale y cuelga su piel a la puerta del palacio. Y llevarás contigo a mi portaalfanje y al jeique de los escribas de palacio, encargado de los contratos de matrimonio. Y se casará con mi hija el que advierta que la piel colgada es una piel de piojo. Pero al que no conozca la piel, se le cortará la cabeza y se colgará su piel a la puerta, junto a la del piojo".

Y el visir degolló al piojo acto seguido, le desolló, y colgó la piel a la puerta del palacio. Luego despachó un pregonero, que gritó por la ciudad: "El que conozca qué piel es la que hay colgada a la puerta del palacio, se casará con El Sett Dalal, la hija del rey. Pero al que no la conozca, se le cortará la cabeza".

Y desfilaron ante la piel del piojo muchos habitantes de la ciudad. Y dijeron unos: "Es la piel de un búfalo". Y se les cortó la cabeza. Y dijeron otros: "Es la piel de un revezo". Y se les cortó la cabeza. Y de tal suerte, se cortaron cuarenta cabezas, y se colgaron junto a la piel del piojo cuarenta pieles de hijos de Adán…

En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.