Las mil y una noches:324

De Wikisource, la biblioteca libre.
Ir a la navegación Ir a la búsqueda
Las mil y una noches - Tomo III​ de Anónimo
Capítulo 324: Pero cuando llegó la 331ª noche


PERO CUANDO LLEGO LA 331ª NOCHE[editar]

Ella dijo:

...Al ver aquello, los dos eunucos se apresuraron a alejarse silenciosamente, diciendo: "¡La verdad es que esta manera de obrar del rey no es propia de un hombre, sino de una mujer delirante!"

Por la mañana, Zumurrud se puso su traje regio, y mandó reunir en el patio principal de palacio a sus visires, chambelanes, consejeros, emires, jefes de ejército y personajes notables de la ciudad, y les dijo: "Os permito a vosotros todos, mis súbditos fieles, que vayáis hoy mismo a la carretera en que me habéis encontrado y busquéis a alguien a quien nombrar rey en mi lugar. ¡Pues he resuelto abdicar la realeza e irme a vivir al país de ese joven, al cual he elegido por amigo para toda la vida, pues quiero consagrarle todas mis horas, como le he consagrado mi afecto! ¡Uasalam!"

A estas palabras, los circunstantes contestaron oyendo y obedeciendo, y los esclavos se apresuraron rivalizando en celo, a hacer los preparativos de marcha, y llenaron para el camino cajones y cajones de provisiones, de riquezas, de alhajas, de ropas, de cosas suntuosas, de oro y de plata, y las cargaron en mulos y camellos. Y en cuanto estuvo todo dispuesto, Zumurrud y Alischar subieron a un palanquín de terciopelo y brocado colocado en un dromedario, y sin más séquito que los dos eunucos volvieron a Khorasán, la ciudad en que se encontraban su casa y sus parientes. Y llegaron con toda felicidad. Y Alischar, hijo de Gloria, no dejó de repartir grandes limosnas a los pobres, las viudas y los huérfanos, ni de entregar regalos extraordinarios a sus amigos, conocidos y vecinos. Y ambos vivieron muchos años, con muchos hijos que les otorgó el Donador. ¡Y llegaron al límite de las alegrías y felicidades, hasta que los visitó la Destructora de placeres y la Separadora de los amantes! ¡Gloria a Aquel que permanece en su eternidad! ¡Y bendito sea Alah en todas ocasiones!

Pero -prosiguió Schehrazada dirigiéndose al rey Schahriar- no creas ni un momento que esta historia sea más deliciosa que la HISTORIA DE LAS SEIS JÓVENES DE DISTINTOS COLORES. ¡Y si sus versos no son mucho más admirables que los que ya has oído, mándame cortar la cabeza sin demora!

Y dijo Schehrazada:


HISTORIA DE LAS SEIS JOVENES DE DISTINTOS COLORES[editar]

Cuentan que un día entre los días el Emir de los Creyentes El-Mamún tomó asiento en el trono que había en la sala de su palacio, e hizo que se congregaran entre sus manos, además de sus visires, a sus emires y a los principales jefes de su imperio, a todos los poetas y a cuantas gentes de ingenio delicioso se contaban entre sus íntimos. Por cierto que el más íntimo entre los más íntimos reunidos allí era Mohammad El Bassri. Y el califa El-Mamún se encaró con él y le dijo: "¡Oh, Mohammad, tengo deseos de oírte contar alguna historia nunca oída!" El aludido contestó: "¡Fácil es complacerte, oh Emir de los Creyentes! Pero ¿quieres de mí una historia oída con mis orejas, o prefieres el relato de un hecho que yo presenciara y observara con mis ojos?" Y dijo El-Mamún: "¡Me da lo mismo, oh Mohammad! ¡Pero quiero que sea de lo más maravilloso!" Entonces dijo Mohammad El-Bassri

"Sabe ¡oh Emir de los Creyentes! que en estos últimos tiempos conocí a un hombre de fortuna considerable, nacido en el Yamán, que dejó su país para venir a habitar en Bagdad, nuestra ciudad, con objeto de llevar en ella una vida agradable y tranquila. Se llamaba Alí El-Yamaní. Y como al cabo de cierto tiempo encontró las costumbres de Bagdad absolutamente de su gusto, hizo venir del Yamán todos sus efectos, así como su harem, compuesto de seis jóvenes esclavas, hermosas cual otras tantas lunas.

La primera de estas jóvenes era blanca, la segunda morena, la tercera gruesa, la cuarta delgada, la quinta rubia y la sexta negra. Y en verdad que las seis alcanzaban el límite de las perfecciones, avalorando su espíritu con el conocimiento de las bellas letras y sobresaliendo en el arte de la danza y de los instrumentos armónicos.

La joven blanca se llamaba...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.