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Las mil y una noches:350

De Wikisource, la biblioteca libre.
Las mil y una noches - Tomo III
de Anónimo
Capítulo 350: Historia de la reina Yamlika, princesa subterránea


HISTORIA DE LA REINA YAMLIKA, PRINCESA SUBTERRÁNEA

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Se cuenta que en la antigüedad del tiempo y el pasado de las edades y de los siglos, había un sabio entre los sabios de Grecia que se llamaba Danial. Tenía muchos discípulos respetuosos, que escuchaban su enseñanza y se aprovechaban de su ciencia; pero le faltaba el consuelo de un hijo que pudiese heredarle sus libros y sus manuscritos. Como ya no sabía qué hacer para obtener este resultado, concibió la idea de rogar al Dueño del cielo que le concediese semejante favor. Y el Altísimo que no tiene portero en la puerta de su generosidad, escuchó el ruego, y en aquella hora y aquel instante hizo que quedase encinta la esposa del sabio.

Durante los meses que duró el embarazo de su esposa, se dijo el sabio Danial, que ya se veía muy viejo: "¡La muerte está cercana, y no sé si el hijo que voy a tener podrá encontrar un día intactos, mis libros y mis manuscritos!" Y desde entonces consagró todo su tiempo a resumir en algunas hojas cuanta ciencia contenían sus diversos escritos. Llenó así con una letra muy menuda cinco hojas, que encerraban la quintaesencia de todo su saber y de los cinco mil manuscritos que poseía. Luego las releyó, reflexionó, y le pareció que hasta en aquellas cinco hojas había cosas que podían quintaesenciarse aún más. Entonces consagró todavía un año a la reflexión, y acabó por resumir las cinco hojas en una sola, cinco veces más pequeña que las primeras. Y cuando terminó aquel trabajo, sintió que estaba próximo su fin.

Entonces, para que sus libros y sus manuscritos no llegasen a ser propiedad de otro, el viejo sabio los tiró hasta el último al mar, y no conservó más que la consabida hojita de papel. Llamó a su esposa encinta, y le dijo: "Acabó mi tiempo, ¡oh mujer! y no me es dable educar por mí mismo al hijo que nos concede el cielo y a quien no he de ver. Pero le dejo por herencia esta hojita de papel, que solamente le darás el día en que te pida la parte que le corresponde de los bienes de su padre. Y si llega a descifrarla y a comprender su sentido, será el hombre más sabio del siglo. ¡Deseo que se llame Hassib!" Y tras de haber dicho estas palabras, el sabio Danial expiró en la paz de Alah.

Se le hicieron funerales, a los que asistieron todos sus discípulos y todos los habitantes de la ciudad. Y todos le lloraron mucho v tomaron parte en el duelo por su muerte.

He aquí que algunos días después la esposa de Danial echó al mundo un niño varón, muy proporcionado, a quien se le llamó Hassib, cumpliendo la recomendación del difunto. Al mismo tiempo mandó convocar la madre a los astrólogos, quienes, una vez hechos sus cálculos y terminada su observación de los astros, sacaron el horóscopo del niño, y dijeron: "¡Oh mujer! tu hijo vivirá largos años si escapa a un peligro que está suspendido sobre su juventud. Si evita este peligro, alcanzará un grado sumo de ciencia y de riqueza". Y se fueron por su camino.

Cuando tuvo el niño la edad de cinco años, su madre le llevó a la escuela para que aprendiese algo allí; pero no aprendió nada absolutamente. Le sacó ella entonces de la escuela, y quiso que abrazara una profesión; pero pasaron muchos años sin que el muchacho hiciese nada, y llegó a la edad de quince sin aprender nada tampoco, y sin lograr un medio de vida con qué contribuir a los gastos de su madre. Se echó a llorar entonces ella, y las vecinas le dijeron: "Sólo el matrimonio podría darle aptitud para el trabajo; porque entonces verá que cuando se tiene una mujer hay que trabajar para sostenerla".

Estas palabras decidieron a la madre a ponerse en movimiento y a buscar entre sus conocimientos una joven; y habiendo encontrado una que era de su conveniencia, se la dio en matrimonio. Y el joven Hassib fue perfecto para con su esposa, y no la desdeñó, sino todo lo contrario. Pero continuó sin hacer nada y sin aficionarse a trabajo alguno.

Y he aquí que en la vecindad había leñadores, que dijeron a la madre un día: "Compra a tu hijo un asno, cuerdas y un hacha, y déjale ir a cortar leña a la montaña con nosotros. Luego venderemos la leña y repartiremos el provecho con él. De esta manera podrá ayudarte en tus gastos y sostener mejor a su esposa.

Al oír tales palabras, la madre de Hassib, llena de alegría, le compró en seguida un asno, cuerdas y un hacha, y se lo confió a los leñadores, recomendándoselo mucho; y los leñadores, le contestaron: "No te preocupes por eso. ¡Es hijo de nuestro amo Danial, y sabremos protegerle y velar por él!". Y le llevaron consigo a la montaña, donde le enseñaron a cortar leña y a cargarla a lomos del asno para venderla luego en el mercado. Y Hassib se aficionó en extremo a este oficio, que le permitía pasearse a la vez que ayudar a su madre y a su esposa.

Y un día entre los días, cuando cortaban leña en la montaña, les sorprendió una tempestad, acompañada de lluvia y de truenos, que hubo de obligarles a correr para refugiarse en una caverna situada no lejos de allí, y en la cual encendieron lumbre para calentarse. Y al mismo tiempo encargaron al joven Hassib, hijo de Danial, que hiciese leños para alimentar el fuego.

Mientras Hassib, retirado en el fondo de la caverna, se ocupaba en partir madera, oyó de pronto resonar su hacha sobre el suelo con un ruido sonoro, como si en aquel sitio hubiese un espacio hueco bajo tierra. Empezó entonces a escarbar con los pies, y puso a la vista una losa de mármol antiguo con una anilla de cobre...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana y se calló discretamente.