Las obsequias funerales

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Nota: Esta transcripción respeta la ortografía original de la época.


XCIX


L

as obsequias funerales

celebra doña Jimena
de Rodrigo de Vivar
en San Pedro de Cardeña,
juntamente con sus fijas,
á quien el cielo hizo reinas,
satisfaciendo el agravio
no debido á su inocencia.
Pone el cuerpo en una tumba,
más que su esperanza negra,
y así llorando le dice,
como si vivo estuviera:
—¡Oh amparo de los cristianos!
¡rayo del cielo en la tierra!
¡azote de la morisma!
¡de la fe de Dios defensa!
¿No sois aquel que jamás
os vieron la espalda vuelta

los disfrazados amigos
que causaron vuestra ausencia?
¿No sois el que, desterrado
por palabras lisonjeras,
allanó para su rey
mil castillos y fronteras?
¿No sois vos quien sujetó
á la ciudad de Valencia,
y el que venció en seis batallas
sin alma mil almas fieras?
¡Ay, amarga soledad,
cómo al sufrimiento enseñas
á sufrir contra justicia
tan penosa y triste ausencia!—
No pudo pasar de aquí
la madre de la nobleza,
que sobre el cuerpo cayó
desmayada, ó casi muerta.