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Los dioses de la Pampa: 28

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Lluvia, madre santa de la fertilidad, escucha con benevolencia las humildes preces de los pastores desgraciados, tus fervientes adoradores. Desde muchos meses te fuiste, dejándonos presa de la Sequía infernal que goza destruyendo tu obra. Los pastos, las lomas, han desaparecido, dejando la tierra desnuda y polvorosa; en las cañadas, el suelo amarillento se raja, apenas cubierto por algunas matas de pasto duro, ralo, corto y sin jugo; el fondo de las lagunas se cubre de vegetación, pues han dejado ya de saber lo que es agua; el arroyo ya no canta: su lecho está seco.

Los animales vagan, cayéndose de flacos; las vacas pasan el día entero, paradas cerca del jagüel exhausto, pidiendo agua.

¡Lluvia! ¡madre santa de la fertilidad, escucha a tus fieles!...

En vano. No viene...

¿Hasta cuándo vas a seguir haciéndote la esquiva?

No nos hubieras colmado de tus favores: mejor hubiera sido; pues, para venir a perderlo todo, mejor haberse quedado pobres toda la vida. ¿Qué te hemos hecho? ¿Algún desprecio hemos demostrado por tus favores? ¿Los habremos mal gastado?...

Lluvia, lluvia, perdona si hemos sido culpables hacia ti... Pero déjate también, diosa caprichosa, de hacerte rogar tanto.

¿Dónde andarás desde tanto tiempo?

¿Quién sabe si ya no estará fastidiando tu prolongada presencia en alguna parte? ¡A ver! ¡a ver! Lluvia, venite de una vez...

Oyó nuestras oraciones la diosa benévola; volvió por fin, y ya el pasto reverdece, las lagunas se llenan, el arroyo vuelve a cantar; alrededor de las osamentas el trébol abunda, tupido, fresco, verde, florecido, y los animales que han resistido van arribando, y pronto retozarán.

Lluvia, santa madre de la fecundidad, bendita seas, por haber vuelto a llenar de pastos y flores la cornucopia de la diosa Pampa y de alegría el corazón de los estancieros.

...Lluvia, lluvia, ¡Diosa! ¡está bueno ya! Las lagunas están llenas; el arroyo se sale de madre, los cañadones están como esponja, y pronto en ellos el agua tapará el pasto. Lluvia, deja de caer; o vete a otras partes donde falta haces; hazte bendecir allá como te bendecimos aquí...

Te bendecimos y de veras; pues sin tu venida, todo se moría. Pero, decinos, Lluvia ¿no oyes nuestras voces? ¿no ves lo que estas haciendo? Las haciendas, con tanta agua, volvieron a enflaquecer; están oprimidas, amontonadas en lo más alto de las lomas; quedan enfermas, apestadas, se les mueren las crías.

¡Oh! ¡Diosa caprichosa, bienhechora y malévola, cuya ausencia parece castigo; que vienes, los brazos llenos de riquezas, a visitar la Pampa, llamada a gritos por los pastores, cuando te olvidas de ellos, y cuya venida tan deseada, pronto se vuelve para ellos, castigo también, de no se sabe qué crímenes!