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Los viajes de Marco Polo/Libro I/Capítulo XXXV

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

CAPITULO XXXV.

CIUDAD DE LOP.

A la salida de Lop, ciudad del gran Kan, hay un desierto del mismo nombre entre Nordeste y Levante. Los habitantes son mahometanos. Para pasar el desierto hay que detenerse en dicha ciudad, con objeto de proveerse de víveres, asnos de carga y de camellos, á los cuales se recurre cuando los mantenimientos se concluyen ántes de pasar el desierto. En las treinta jornadas que dura el transcurso se va siempre pisando arena y montañas estériles. Se encuentra agua para beber, aunque poca, como hasta veintiocho manantiales y tres ó cuatro de agua salada ó amarga. No se ven en él animales terrestres ni volátiles: dícese que eu tal desierto habitan muchos espíritus que engañan con maravillosas ilusiones á los viajeros para hacerles morir. Cuando alguno se queda dormido detras de una colina, ó se separa de sus compañeros para satisfacer cualquiera necesidad, luégo oye que le llaman por su nombre é imitando la voz de sus amigos, y creyendo que va á reunirse con ellos se extravía y perece. Otras veces se oye durante la noche como ruido de gentes que cabalgan fuera de camino, y en la creencia de que son compañeros se va hácia ellos hasta que llega el dia y se descubre cl engaño, pero al mismo tiempo se enferma y se muere: otras parece que los espíritus forman como una banda de salteadores; esto obliga á huir y perderse á los viajeros. Son verdaderamente maravillosos é increibles los casos que se cuentan de los espíritus, de los sónes que se dejan oir por el aire, de los instrumentos que tañen, de los tambores que redoblan, del ruido de armas que hacen; por eso los viandantes van siempre muy juntos, y cuando alguno se duerme, los demas dejan señales para que los siga: además cuelgan campanillas del cuello de los animales, para que por el sonido se sepa dónde está la caravana.