México, California y Arizona: 031
TOMBSTONE es el último y más animado de esas civilizaciones hongos que tan a menudo se reúnen alrededor de un "hallazgo" de metales preciosos. Viven a un ritmo de lanzarse de cabeza; atraen a espíritus salvajes y sin ley; confieren grandes fortunas aquí, y tumbas a borracho, el suicidio o víctima de la violencia en otros lugares. Ha surgido una escuela de literatura, con Bret Harte como su exponente, para celebrar sus acciones. Al ritmo actual de avance de la población y usos convencionales hacia el oeste deben desaparecer tan eficazmente como la tradición del dodo. Mientras que las cosas van bien con ellos apenas se consideran los precios de los productos básicos. Nadie regatea. Es el más caro de todo es lo que más se quiere.
"Diamantes —relojes y relojes de doscientos dólares— ¡Dios! No las podíamos dar tan rápidamente", dice un ex-joyero, describiendo su experiencia en uno de los campamentos en sus días prósperos. "Champagne no era suficientemente buena para mí," dice un cliente sórdido, recordando sus acciones tras el descubrimiento y venta de una rica mina. Él suspiró por una repetición del evento, no haber hecho arreglos para su vejez, que lamentablemente necesitaba, pero que él pudiera tener "una gloriosa juerga más" antes de morir.
Con frecuencia esta fiebre de vida sale tan rápido como llega. Algun buen día la "vena" se acaba, y se encuentra que no hay más tesoro en las minas. La dispersión de elementos heterogéneos y la ciudad, nunca tan bien construida, se deja tan desolada como Tadmor de tierra salvaje. En cierta ciudad minera de Nevada, que una vez, tuvo algunos miles de habitantes, indios viven en hileras de buenas casas de ladrillo, habiéndolas adaptado a sus condiciones peculiares quitando puertas y ventanas y abriendo agujeros en el techo.
Una diligencia Concord de seis caballos nos llevó, no muy rápidamente, las veinticinco millas de polvoso camino a Tombstone. Se llamaba la "Gran Central," en honor de una de las prósperas minas de plata del lugar. Una línea rival se llamaba " Sandy Bob ", por su propietario, que prefería ser conocido él, en lugar de por su apellido familiar convencional como otros lo harían. Ciertamente debíamos haber tomado la " línea Sandy Bob" por su mayor sugerencia, excepto que parecía estar bajando cuando queríamos subir y subir siempre cuando queríamos bajar.
La nuestra demostró bastantes sugerencias también. Subió un guardia con un rifle Winchester y se ubicó en el lugar de Wells Fargo Express, y el conductor comenzó inmediatamente a relatar historias de ladrones. Su diligencia había sido detenida y "asaltada" dos veces en los últimos seis meses. El asunto había sido animado en una ocasión por una fuga y volcadura y en la otra disparale y matar al chofer. En este último tema su sucesor habló con una natural repugnancia. Si la línea no podía conseguir conductores, dijo, las cosas efectivamente habían llegado a un bonito paso. El respetaba a un hombre que tomaba la carretera y robaba a quienes tenían. Al menos, él lo consideraba más honorable que pedir prestado dinero de un amigo que sabía que nunca le podría pagar o tragarse las ganancias de los
pobres, como una gran empresa últimamente suspendida en el condado Pima. Pero dispararle al conductor, incluso por confundirlo con alguien por error, no tenia palabras para expresar su sentido de maldad.
Arrojaba piedras a sus caballos, como en México, es decir, a los líderes, más allá del alcance de su largo látigo. Hacia a la misma piedra "carambolear" de uno a otro, tal era su habilidad y asustaba a ambos. Largas cadenas de mulas o bueyes de Texas, dieciséis por equipo, con vagones de mineral, se encontraron en el camino. Conductores de apariencia mexicana caminaban con dificultad junto a ellos en profundo polvo amarillo, asustando a sus animales enérgicamente con enormes " serpientes negras". Arbustos de mezquite y pasto largo seco como paja —no tan bueno como parecía— cubría porciones de la superficie; el resto estaba desnudo y pedregoso.
Cabalgamos una cierta distancia junto al ramal ferroviario en construcción entre Benson y Tombstone. Una serie de valles laterales a lo largo de los afluentes del Gila, al norte y sur, como Santa Cruz, río Salado, San Carlos, San Pedro y San Simón Valles, ofrecen excelentes terrenos, prometen una agricultura floreciente y rutas fáciles para ramales ferroviarios. Ya han comenzado a utilizarse. San Pedro tiene el ramal de Pacifico Sur arriba mencionado, y Santa Cruz tendrá el Arizona Sur, conectando el centro del territorio en Florencia, en el Atlántico y el Pacífico, con México en Calabazas. La carretera transcontinental —o carreteras, cuando el Atlántico y el Pacífico estén construidos— sacarán a través de estos valles tributarios, como la Gila saca sus aguas, un comercio del norte de México, donde empresas mineras en particular, en manos de estadounidenses, están haciendo un gran avance.
La ruta comenzó a ser muy colina arriba. Cambiamos caballos y almorzamos en ciudad Contención. Naturalmente uno espera una cierta beligerancia en tal lugar, pero ninguno apareció durante nuestra estancia. Había muchos salones el "Gota de Rocío", "Luz Principal," y otros y en la puerta de uno de ellos una señorita española fumado un cigarrillo y mostraba sus dientes blancos.
Ciudad Contención es sede de molinos de sello para trituración de mineral, que es traído de Tombstone. Este último no tiene una energía de agua eficiente. Los sellos son filas de vigas pesadas, que bajan sobre el mineral, sobre un mortero y plano de mazo, con un rugido sordo continuo, por la noche como en el día.
"Esa es la música que me gusta escuchar," dijo nuestro conductor, tomando las riendas, "sacando" el oro y plata. No hay ninguna banda de bronce que toque así."
La ruta se hizo aún más inclinada. En las pocas cercas existentes había llamativos anuncios pintados, como "Ve a Bangley y Schlagenstein en Tombstone. Son los jefes, seguro".
Después sobre el borde de una colinas desnudas apareció Tombstone, un grande y circular tanque de agua, lo suficientemente grande como para un fuerte, pintado con anuncios, el objeto más conspicuo en primer plano.
Al comienzo del año 1878 no había ni una tienda de campaña en Tombstone. Un "Ed "Schieffelin y su hermano empezaron su prospección. Iba a ser una aventura llena de peligros. En las minas de plata de Santa Rita, en el Valle de Santa Cruz, por ejemplo, nada tan remoto, tres superintendentes habían sido asesinados por los indios en rápida sucesión.
Por lo tanto los amigos de Ed le dijeron, "mejor lleva tu ataúd contigo; allí encontrarás tu lápida y nada más."
Pero Ed Schieffelin —un hombre joven todavía, que no había dejado la pintoresca forma de vestir a la que era aficionado, ni alterado considerablemente sus hábitos— encontró sin embargo las minas Nudo Duro (Tough Nut) y Contención. Hizo una gran fortuna de ellas y estaba tan contento por la diferencia entre la predicción y el resultado que dio el nombre de Tombstone al pueblo.
Uno de los dos diarios bien impresos ha asumido el correspondiente título del epitafio. La falta de fiabilidad de epitafios si la observación puede ser seguramente dada incluso a esta distancia —es proverbial. Sin embargo, ocasionalmente pueden decir la verdad. Desde apariciones parecería que esta fue una de las ocasiones. Casi cualquier elogio del tema del epitafio parecería justificado. La ciudad, solo con dos años a esta fecha, había alcanzado una población de 2000, y una valoración de la propiedad, aparte de las minas, de $1,050,980. Un lote deseable de 30 por 80 pies, en la calle Allen, entre la Cuarta y Sexta —tal era el negocio– como la nomenclatura ya usada en este asentamiento de ayer—valía $6000.
Una choza que costó $50 para construir se rentaba por $15 al mes. Un núcleo de muchas cuadras en el centro consistía de importantes, grandes edificios, hoteles, bancos, Salón Schieffelin, para reuniones y— entretenimientos y tiendas abastecidas con mercancías de más de la excelencia promedio en muchas ciudades más grandes y antiguas. Las concesiones mineras se hacen por la ciudad. Desde la azotea del Gran Hotel se mira hacia abajo los pozos, montacargas y montones de mineral extraído de la Vizina, la Edad Dorada (cerca a la hostería palacio), la Dama de Montaña y otras minas, extrañamente abiertas en el mismo medio de los edificios. Esta circunstancia ha dado lugar a disputas de propiedad, de manera que quien estaría seguro comprar títulos contradictorios, tanto arriba como abajo del terreno. En una imponente colina cercana, hacia el sur, esta Nudo Duro y Contención y por encima de ellas muchos otras descubiertas después. Las minas más grandes tenían amplios edificios de madera, y bonitos diseños y cuartos de ensayo interiores donde regularmente científicos educados, ex profesores de colegio y otros, estaban a cargo. Las minas menores se acondicionaban al principio en cobertizos y aparatos baratos de todo tipo. Alrededor de todos había montones de material negruzco, similar al carbón inferior y pizarra, el mineral de plata en su estado natural. Un obrero sobre tierra gana $3.50 y bajo tierra $4, por un "turno" de ocho horas y el trabajo ocurre día y noche, los domingos y todo.
Dejo a otros estimar el grueso del Tesoro en el lugar. Me dijeron que era "lo más grande desde Comstock", y ahí hubo cuarenta millones de dólares a la vista. Me ofrecieron, diariamente, intereses fraccionados de minas, ahora por un joven inspector que se iba a casar y necesitaba dinero para su traje de boda; ahora por nuevos amigos que estaban apretados de fondos de evaluación para cumplir disposiciones de la ley; y otra vez por otros que amablemente haría cualquier sacrificio por el placer de asociar a un viajero lejano con los intereses del lugar; y aún será bueno para que principiantes desconfíen de estas seductoras oportunidades en Tombstone, como en otros lugares. Esto sé, sin embargo, que descendí a cuatrocientos pies más o menos en la Mina Contención y encontré grandes cámaras vacías, desde la cual sacaron mineral, mostrando un ancho generoso en la vena. El rendimiento, desde su descubrimiento hasta marzo de 1881, había sido de $2.000.000. La Nudo Duro, con Lucky Cuss, Good Enough, Nido de Búho y Ultimo Grito de Búho —se observará el picante vernáculo de sus nombres— han dado $1.000.000.
Las afueras de Tombstone aun consistían en chozas y tiendas de campaña. Un corpulento minero podía verse extendido en su catre en una cabina sin ventanas, apenas lo suficientemente grande para contenerle. Había algunas carpas con puertas de madera y chimeneas de adobe. Tan nuevo como era, la parte de negocios del lugar había sido una vez borrado de existencia por un devastador incendio, que se originó por un incidente característico —la explosión de un barril de wiski en el Salón Oriental. Dentro de catorce días todo fue reconstruido mucho mejor que antes.
Tomé el trabajo de contar el número de establecimientos en un solo bloque corto de la calle Allen en la que vendían licores intoxicante. Había los bares de dos hoteles, la Cervecería Águila, el Chophouse Cancán, la Rôtisserie francésa, la Alhambra, Maison Dore, ciudad de París, Salón de Brown, Salón de Moda, Hogar Minero, Casa de Vino Kelly, la Gruta, Tivoli y dos salones aparentemente sin nombre. En estos lugares también se jugaba sin problema ni obstáculo. La ausencia de Bancos de ahorro u otras alternativas para depositar dinero, en estas comunidades silvestres y la tentación derivadas de tenerlo siempre bajo la vista, sin duda tiene algo que ver con la pasión general para juegos de azar. Wiski y plomo frío se dicen las principales enfermedades en Tombstone. Con el
Un elemento adicional a los mineros debe citarse que tiene mucho que ver con la vitalidad excepcional de Tombstone — los "Vaqueros".
El término vaquero, una vez aplicado a todos aquellos en el negocio de ganado indiscriminadamente, que todavía incluía algunas personas honestas, ha sido reducido a ser principalmente un término de reproche para una clase de ladrones de ganado, sobre la frontera mexicana, y en otros lugares, que son terror en su día y generación. Desesperados excepcionales de esta clase, tales como "Billy the Kid", "Curly Bill" y "Jorge Ruso," han sido flagelos de distritos enteros en Colorado, Nuevo México y Arizona y tienen sus memorias embalsamadas en literatura amarilla.
Compré en el tren, al irme, un panfleto alegando ser un relato de las hazañas de Billy the Kid. Que había cometido, al parecer, al menos una veintena de asesinatos horribles, pero "tantas ciudades han reclamado el honor de darle nacimiento," decía mi panfleto, "que es difícil localizar con precisión la localidad donde pasó su juventud". Finalmente se determinó, sin embargo, en favor de Nueva York. "Fue en Bowery,", dijo el autor, cuyas ideas de moralidad eran peculiares incluso para un sensacionalista, "que sus compañeros lo amaban por su audacia y destreza y les gustaba referirse a él como Billy the Kid".
Esta vida prometedora fue cortada a la temprana edad de veintidós. "Curly Bill", también murió joven, y también lo hizo el "hombre asesino Johnson." Comenté sobre esta peculiaridad, de su juventud, a un filósofo de la propia región.
"Sí", dijo, "no parecen vivir para ser muy viejos; eso es así".
La receta para una larga vida en este país fue descrita como ser muy rápido y obtener "la caída" sobre un antagonista; es decir, estar listos para disparar primero. Si esto no se puede hacer, la costumbre es de aún aguantar algunos abusos ignominiosos al momento y esperar una oportunidad más favorable.
Los vaqueros frecuentando Tombstone eran generalmente de los ranchos en los valles de San Pedro y San Simón. Allí se dice que había fortalezas en el Valle de San Simón donde ocultaban ganado robado hasta remarcarlo y enviado al mercado, y donde ningún agente de la ley nunca se atrevía a aventurarse. Ellos buscaban excedentes de ganado de México, hasta donde les preocupaba, sólo como una forma más deslumbrante de contrabando, aunque estuvo marcado por frecuentes tragedias sangrientas en ambos lados.
No para corregir todas las fechorías de unos pocos, sin duda hubo en las calles de Tombstone muchos legítimos vaqueros, cuyos únicos fallos fueron ser ruidosos ocasionalmente y prodigar demasiado libremente su dinero. Parece haber algo de una disputa permanente entre los mineros y los vaqueros y además hubo una facción de "vaqueros de ciudad" organizada contra "vaqueros del campo". Los principales hombres de ganado tenían una apariencia y acento del Sur y procedían originalmente de Missouri o Texas. Algunos vestían en textiles completamente negros, acompañado por el habitual sombrero ancho. El propietario de nuestro hotel los describía como "perfectos caballeros," algunos de ellos buenos en el bar por tanto como $20 o $25 al día.
El gran objetivo en la vida de las diversas facciones, o de individuos que surgían de vez en cuando en busca de notoriedad, era "controlar la ciudad". Esto consistía en gran medida en el privilegio de vociferar en los salones, gritar y ocasionalmente disparar la pistola, si se piensa bien, en las calles y teniendo una seguridad moderada de arresto, inspirado por temor a sus proezas.
Esto es, necesariamente, una preminencia muy insegura. Rebeldes y nuevos aspirantes continuamente retados a discutir en contra siempre que parecía justamente obtenida. Nuestra visita ocurrió justo después de un conflicto que hizo la página más trágica aún escrita en los anales de Tombstone. Las opiniones parecían divididas al respecto —incluso opiniones oficiales. El sheriff expresó sus condolencias a un lado, el alguacil de la ciudad, que fue, de hecho, su líder, al otro.
El alguacil de la Ciudad Earp, con sus dos hermanos y un "Doc Holliday," un jugador, vinieron por la calle, armados con rifles y abrieron fuego contra dos hermanos Clanton y dos hermanos McLowry. Esta último grupo había sido prácticamente desarmado por el sheriff, que temía tal encuentro y pretendió desarmar también a los otros. Tres de los hombres agredidos cayeron y murieron. Solo "Ike" Clanton escapó.
Los asesinos fueron encarcelados, pero soltados bajo fianza. El jurado estaba ahora en sesiones, oyendo evidencias en el caso. Se rumora que el grupo de la ciudad —los Earps tenían suficiente influencia personal para salir libre de la acusación. Vaqueros inundaron la ciudad a esperar el resultado y en un cierto domingo tranquilo lucían un aspecto inquietante. Se dijo que, si la justicia les fallaba, los decididos hombres en conferencia oscura en los bordes de la vereda tomarían el asunto en sus propias manos. El jurado, supe desde entonces, no encontró una acusación, y las otras partes en el asunto, con muchos otros, yo creo, ya murieron con las botas puestas por la misma causa. Si nada nos podría reconciliar con la intempestiva parida de estos paladines, sería en parte por su propia indiferencia despectiva a ella.
Parecería que deberíamos tener al menos una docena de vidas cada uno, para explicar tal indiferencia pero dispuesta a desechar el único o cualquier pretexto o ningún pretexto no es tan inteligible. Ciertamente no es la desesperación de la pobreza que lo ocasiona. Muchos de ellos están en muy buenas condiciones. El joven McLowry, un chico de menos de veinte años, tenía $3000 en el bolsillo, el producto de una venta de ganado, el día que cayó.
El viejo Clanton había jugado cartas la mayor parte de la noche anterior con dos de sus enemigos mortales, ambas partes con una mano en sus pistolas mientras tanto. Cuando "Billy" Clanton, un niño, como McLowry, yacía sobre el terreno de lucha, muriendo de su herida mortal, aún logró sacar una pistola, nivelándola en un brazo destrozado y disparó una vez más a "Doc Holliday", diciendo:
"Me llevaré a uno de ustedes, de cualquier manera."
"Eres una margarita si lo haces," respondió Doc Holliday, continuando caminando tan fríamente como si estuviera en práctica de blanco y vaciando otro descarga suya contra él.
Y las últimas palabras de Billy Clanton, en el aparente nibelungo —concurso que estoy bastante consciente no será citado,por lectores escolares, con los de Lawrence, Nelson y Montcalm, dado que no tenia ningún sentido en esta frenética demostración de valor y tenacidad fueron: — "¡Por Dios—mas balas!"
Mientras tanto las sirenas de las minas chillaban notas de alarma, los mineros saliendo de los túneles y los ciudadanos de reputación, que podrían haber exclamado, "¡Una plaga o ambos casas!" armándose con calor apresurado y llegando a sus puertas, para evitar la propagación de anarquía general. Hay un elemento siniestramente humorístico en todo. Parece un excelente chiste ociosamente apagar la más preciada de las posesiones humanas. Un vaquero dispara a un vaso de la mano de otro, apenas levantado a sus labios, diciendo, "Cuando bebes conmigo te enseñaré a tomar solo wiski y no mezclas."
Otro grupo sentado en un salón donde se encuentra un cadáver fresco. Un oficial de la ley entra y dice, "Quien reclama a este hombre?" y todos se paran de un brinco para disputarse el honor.
Hay una gran oferta de estas divertidas historias. Matar a tu hombre parece una forma de ganar espuelas, por así decirlo y establecerse en buena posición en la comunidad. Incluso el occiso, en varios casos, podría él ser oído, probablemente no encontraría gran culpa con la forma en que se fue, pero sólo con la "suerte" que había ido en su contra.