Música en verso/Fantasias y bagatelas
Galopan los potros salvajes, tendidas las crines al viento
Galopan los potros salvajes.
Sus cascos golpean la tierra con noble fiereza
Y dicen sus fuertes relinchos: ¡Soy libre! ¡soy libre! ¡soy libre!
La Pampa es mi tierra, mi cielo, mi sol y mi gloria.
Meditan los genios humanos las frentes alzando a lo alto
Meditan los genios humanos,
Sus claras ideas golpean las mentes con noble fiereza
Y dicen: Oh mentes esclavas: ¡sed libres, sed libres, sed libres!
Si es libre la idea también será libre el humano;
Y así como potros salvajes que van galopando
Tendidas las crines al viento,
Los pechos humanos repletos de santo entusiasmo
Dirán con orgullo: ¡Soy libre! ¡soy libre! ¡soy libre!
Tengo miedo de amar porque me falt
El alma luminosa que quisiera,
Un alma que, experiente y todo, fuera
Pura, noble, gentil, serena y alta.
Un alma perfumada de poesía,
De fé, de castidad y de fiereza,
Que sólo en el amor viera belleza,
Y sólo en la mujer viera armonía.
A la guerra fué saltando
De placer mi corazón,
A la guerra fué saltando,
A la guerra del amor.
Fué con ansia de conquista
Y no pudo conquistar,
Fué con ansia de conquista
Y perdió la libertad.
De la guerra prisionero,
De la guerra del amor
Prisionero, ¡pobrecito!
Se quedó mi corazón.
El vino de la ilusión
Llenó hasta el borde la copa,
La copa del corazón.
Y temiendo desbordar
En la copa de unos labios
Fué dejando la mitad.
Los labios, ¡suerte cruel!,
Con el vino de otros labios
Colmaron su nueva sed.
La copa del corazón
Dio un vuelco y quedó vacía,
¡Ay!, ¿quién la llenará hoy?
En la lámpara nívea de tu cuerpo
La llama ardiente de tu sangre brilla
Sobre tus labios mudos y sensuales;
Y en horas de pasión estalla en chispas
Y su calor derrama en mis entrañas
En mi cuerpo insaciable que delira.
En la lámpara pura de tu cuerpo
La llama tenue de tu gracia brilla
En tus sonrisas suaves y discretas,
En la gama radiante de tus risas,
En el vaivén del seno enamorado,
En el casto rubor de las mejillas,
En el tremor discreto de las manos.
En el claro fulgor de las pupilas,
Y se llega a mi pecho mansamente
Como un rayo de sol en una cripta.
En la lámpara augusta de tu cuerpo,
La llama de tu amor brilla purísima
Sobre tus ojos mudos y serenos
Como estrellada noche pensativa,
Y su claror derrama suavemente
En mi alma sin fé que se arrodilla.
—Jilguerito, jilguerito,
En los ojos de Manón
¿Hay ternura o es mentira?
—Hay deseo, oh corazón!
—Jilguerito, jilguerito,
Dime ¿el labio de Manón,
Sabe a miel o sabe a hiel?
—Sabe a Vida, oh corazón!
—Jilguerito, jilguerito,
¿La amaré o la debo huir?
Jilguerito, ¿no respondes?
¿y te vuelas? ¡ay de mí!
Tiene un canario Manón
Que al cantar es un portento,
¡Qué gracia, qué sentimiento
Le da a su dulce canción!
Un sonoro corazón
Parece, que lanza al viento
Un bello, inútil lamento
Por una muerta ilusión.
¡En cambio es ella tan grave!
Jamás la sonrisa suave
Borda su rostro amarillo.
¡Ay!, un galán la engañó,
Y ella sin alma quedó.
¿No la tendrá el pajarillo?
Tengo amor mío, ¿no sabes?,
(Si no me sobra me basta),
En la mesa fresco pan,
En la mente ideas claras,
Y dentro del corazón
Suspiros, gorjeos, alas.
¿Qué más puedo apetecer,
Si a esto añades, adorada,
El tesoro de tu cuerpo
Y la gloria de tu alma?
Esto tengo amor, ¿lo dudas?,
(Si no me sobra, me basta).
Sin fe en el porvenir voy anhelante
Buscando el porvenir en tus miradas.
Como bandada azul de mariposas
Volando en derredor de roja llama,
Así todos los sueños que me restan
Van tras de tí con alas de esperanza,
¡Envuélvelos en llamas de cariño,
Llamas que purifican y no matan!
¡Cómo respira amor, cómo respira
Juventud, alegría, primavera!,
Cupido se delata en una ojera.
Apenas perceptible a quien la mira.
¡Cómo respira juventud! Parece
La encarnación, gentil de una sonrisa
Que llega al corazón como la brisa
A los ramajes que serena mece.
¡Cómo respira cándida alegría
A la luz de su fresca carcajada,
Que brota como límpida cascada
De perlas, de diamantes, de armonía!
Mil rosas festivas sus túnicas rojas
Desgarran al beso de Febo radiante,
Y el seno le ofrecen, en lecho de hojas
y espinas, en una lujuria tremante.
Mi espíritu siente el contagio, y en lecho
De cálidos versos se ofrece a la amada,
¡Dulzura divina!, también contagiada,
Sonríe con toda la gloria del pecho.
El buen jardinero derrama en las rosas
Collares de perlas del agua que ríe.
Que canta y salpica las manos preciosas,
Rositas en nieve, de Amor que sonríe.
¡Oh!, cada gotita que cae en su mano
La bebo en un beso, con sed infinita,
¡Divino portento!, la fresca gotita
Se torna en la fuente del goce más sano.
Las rosas sonríen, parecen mujeres,
Mi amada sonríe, parece una rosa,
Mis poros se tornan en mil alfileres
Que aguzan mi carne de encina y de rosa.
El amor, oh bien mío, es tan radiante
Como un beso de sol en primavera,
Santo y fecundo como el vientre fuerte
De la tierra en los meses del estío.
Melancólico a ratos, tal otoño
En su lírico sendero de hojas secas,
Y a veces funeral como las tardes
Tormentosas y gélidas de invierno.
El amor en perspectiva
Es el sol de los Ensueños,
En realidad, tormenta
Que se agita en nuestros pechos
Ya pasado es arco-iris.
De dulcísimos recuerdos.
Nieva, amada mía, nieva
¡Mira que blanco está el suelo!,
Parece inmenso algodón
Vendador de nuestro sueños
Para que en la primavera
Renazcan con bríos nuevos.
Es tu espíritu un jardín,
Son mis cantos agua clara
Que fecundan el rosal
De tus ensueños, amada.,
Y cuando fiero el dolor
Tus ensueños acibara,
Me devuelves el rocío
En llanto sobre mis páginas.
Señora, mi corazón
Es una copa vacía,
Llenádmela de perfumes
Con besos y con caricias,
Y cuando rebose al fin
En esencias exquisitas,
La verteré a vuestros pies
En guirnaldas de poesía.
Canta, canta corazón,
Canta como pajarillo,
Que, posado en un tomillo,
Lanza al viento su canción.
Canta, ¡me quiere Manón!,
¡Cómo me siento sencillo!
Canta, canta corazón,
Canta como el pajarillo.
La gitanilla ríe, mientras danza
Al son de la sonora pandereta,
Y su risa, por suave y por discreta,
Conmueve de mi pecho la balanza;
Se escapa de mi labio una alabanza,
Y de mis ojos tímida saeta,
Mientras la gitanilla ríe y danza
Al son de la sonora pandereta.
Cae el chorro saltarín
En la fontana encantada
Con rumor de carcajada
Cae el chorro saltarín.
Ya nació la primavera
Y por eso hasta la fuente
Ríe, ríe dulcemente.
Ya nació la primavera.
Ven amada, ven acá
Riámos con la fontana,
¿A qué esperar el mañana?,
Ven amada, ven acá.
Ven y dame un dulce beso
Tu boca y la primavera
Me excitan sobremanera
Ven y dame un dulce beso.
¡Oh, que bien sabe, que bien!
Haz de tu boca una fuente,
Y bésame eternamente
¡Oh, que bien sabe, que bien!
Cae el chorro saltarín
De la fontana encantada,
Y de tu boca encantada
Un dulce beso sin fin.
Cuando nace el amor cada ojo
Se convierte en estrella radiante,
Cada labio en clavel deslumbrante,
Rojo, rojo, muy rojo, muy rojo.
Cada pecho se cala el anteojo
Del ensueño gentil y brillante,
Y con él va marchando triunfante,
Aunque quédese a veces, ¡ay!, cojo.
Cada mano febril es un ala.
Cada labio gentil, una fuente.
Cada ojera, sutil dice: ¡adoro!
Y hasta el alma más fría y más mala
Generosa se vuelve y clemente
Cuando nace el amor: ¡Oh tesoro!
Cuando muere el amor cada ojo
Es blandón del cadáver de un sueño,
¿Lo queréis revivir?, ¡vano empeño!
Del espíritu inútil arrojo.
En el labio que otrora fué rojo
Hay un rictus amargo, en el ceño
Que en las horas de amor fué risueño,
El reflejo se ve del enojo.
Cuando muere el amor cada ojera
Elocuente se vuelve y severa,
Y aunque no hable pregona su histeria:
Y hasta el alma más; mala y más dura,
Desfallece en un mar de amargura,
Cuando muere el amor, ¡oh miseria!
Dulce novicia
Abre el breviario,
Toma el rosario
Y ora por mí,
Porque he pecado,
Héme prendado,
¿No lo has notado?,
¡Horror!, de tí.
Tanta dulzura
Manan tus ojos,
Tus labios rojos,
Tu seno en flor
Que me encantaron,
Que me arrullaron,
Que me embrujaron
El corazón.
Tú que eres pálida
Como los lirios,
Como los cirios,
Como el pesar.
Tú que eres bella
Como la estrella,
Como le huella
De un luminar.
Tú que eres pura
Como el diamante,
Como el infante,
Como el amor
Me has encantado,
Me has arrullado,
Me has embrujado,
Mi corazón.
Dulce novicia
Abre el breviario
Toma el rosario
Y ora por mí
Porque he pecado
Heme prendado.
¿No lo has notado?
¡Horror!, de tí.
Oh mujer,
Bello, frágil, suave ser,
Hecho sólo para ser
Protegido por Adán.
Vino, aroma, sol y pan
Para él eres; con tu amor
A sus ojos das fulgor
Y alas a su fantasía.
Y armonía
A su espíritu sediento.
Tu amor es luz, es portento
¡Oh mujer, divina flor!
Sea tu lema: ¡amor, amor!
¿Quieres hacernos soñar?
¿Quieres hacernos cantar?
¿Quieres hacernos llorar?
¿Quieres hacernos reir?
¿Quieres hacernos vivir?
¿Quieres hacernos morir?
De tí depende mujer,
Suave ser,
Vino aroma sol y pan
De Adán.
Ojeras, vagas ojeras,
Sombras que tejió el amor,
Cuando en horas de dolor
Disipó dulces quimeras:
Si mis veinte primaveras
Con su amor logran borraros,
Con qué pensamientos caros,
Con qué dulzura risueña,
En labios de vuestra dueña
Mis labios irán avaros!
encanto que el que se desprende de una mirada aterciopelada y radiante, como una urna de vidrio que reflejara las estrellas de un ensueño hecho luz, como una lengua luminosa y acariciadora que nos lamiese suavemente el alma?..
(De «Ruptura de compromiso», novela inédita).—El autor.
Tus ojos son las banderas
Altaneras
Que flamean en mis líricas quimeras.
Si se enojan son lebreles,
Si se serenan laureles
Que ofrécenme gloria y mieles
Cuando celosos son fieras
Que guarécense en ojeras
Elocuentes y severas.
Y cuando pasan los celos,
Suaves, como terciopelos,
Llévanme a los siete cielos..
Tus senos son arpas de cuerdas de fuego
Que pulsa Cupido delicadamente,
Son ánforas griegas colmadas de néctar,
Son copas repletas de sangre y aromas,
Y para el Adán de los tiempos actuales
Del árbol prohibido son las dulces pomas.
¡Su cuerpo es milagroso! ¡Su cuerpo es milagroso!
Evoca tantos cantos al alma del poeta!
¡Y tantas tentaciones al alma del asceta,
Y tantos dulces sueños al joven amoroso!
Su cuerpo es la moderna lámpara de Aladino
Ostenta todo el lujo de las "Mil y una noches",
Sus ojos son diamantes y sus labios son broches
De fúlgidos rubíes que atraen al peregrino.
Junto a ella el poeta es la fuente que llora
Y es el árbol que canta
Con la imagen de Ella su cerebro abrillanta
Y su alma colora.
Junto a ella el asceta es un pobre Aladino
Que rehusa la lámpara para alumbrar su senda,
El pecado es su venda
Y como torpe ciego huye del buen camino.
Junto a ella que al alma es punto interrogante
Es el adolescente un punto exclamativo,
Tiembla como un clavel en un seno cautivo,
Habla con la dulzura de un lago murmurante.
¡Su cuerpo es milagroso! ¡Su cuerpo es milagroso!
Evoca tantos cantos al alma del poeta,
¡Y tantas tentaciones al alma del asceta,
Y tantos dulces sueños al joven amoroso!
Tu risa que a mi oído me porta dulcemente
El perfumado céfiro.
Es como latigazo de oro de la Vida
Que al sacudir el pecho
Con su chasquido ardiente
Como sonoro beso,
Hace estallar en pompas de lujuria
Los poros de mi cuerpo.
Las dos niveas palomas de tu seno,
Al sacrilego imperio de mi mano,
Huyeron de la jaula de tu veste
Y, de lujuria ebrias, arrullaron.
En la penumbra de tus ojos hubo
Como un arder de cirios en la noche,
y la plegada rosa de tus labios
Se abrió, como al impulso de un resorte.
Tus manos tibias y sedosas fueron
Maravillosos lirios de lujuria;
¡Oh, cuánto puede la caricia ardiente
En su elocuencia misteriosa y muda!
Miliunochesca belleza
Como hecha de gemas raras,
Como bañada en las claras
Linfas de inmortal belleza:
Porque amorosa tristeza
Baña tus claras pupilas,
Porque son tus labios pilas
Del agua de la ilusión,
Porque frutas en sazón
Son tus ebúrneas mamilas,
Porque bandera gloriosa
Es tu blonda cabellera,
Porque es tu regia cadera
Una gracia victoriosa,
Porque matas toda prosa
Con tu divina presencia,
Porque eres la flor y esencia
De mis sueños juveniles,
Porque tienes veinte abriles,
¡Hallo en tí toda la Ciencia!
Si quieres que yo te ame
Con un amor inmortal,
Tienes que ser tal y cual
Mi espíritu te reclame.
Bella de cuerpo y de alma,
Como un corazón partido
Ha de ser tu boca: nido
De dulzor, de paz, de calma.
Tus ojos, por lo discretos,
No han de parecer estrellas,
Sino dos urnas muy bellas,
Para mi amor, amuletos.
Tu mano ha de ser un ala,
Suave como un terciopelo,
Que lleve a mi frente un cielo
Lleno de luz y de gala.
Tu sonrisa ha de ser pura
Y ha de bordar en tu faz,
Como un hálito de paz
En mis horas de amargura.
Tu risa ha de ser tan fina
Como un madrigal, tan suave
Como el gorjeo de un ave,
Como un canto con sordina.
Tu palabra ha de ser Creso
De bondad, de acento pura,
Pobre de literatura,
¡Elocuente como un beso!
Y tu alma, ¡oh!, tu alma
Ha de ser un cáliz de oro,
Que reciba todo el oro,
Todo el oro de mi alma.
Sus rubios rizos destrenza la luna sobre el regazo
Blandísimo de la fuente; destrenza su ensueño claro
Mi amada sobre mi boca — füente de sus deseos —
Y yo destrenzo mis cantos y en ondas de amor los vierto —
Cabe su pecho de ninfa — mármol, oro, mirra y luz —
Que modelo con mis ósculos y doyle el golpe maestro
Con los pulgares valientes de mi erótica elocuencia.
La hostia de oro de la casta luna,
Lava impurezas de la mente mía,
Y comulga a mí espíritu en poesía
La hostia de oro de la casta luna.
La lágrima de plata de la estrella,
Melancólicamente,
Vierte su paz en mi afiebrada mente,
La lágrima de plata de la estrella.
La fuente en su sonata con sordina
Le cuenta sus amores a la luna
Y a las estrellas y mi alma cuna
La fuente en su sonata con sordina.
Y Ella, la noble musa que me inspira,
Serenísimamente,
En un beso de amor vierte en mi frente
Su alma musical como mi lira.
¿Qué es una lámpara para el poeta
Cuando le canta la inspiración,
Sino una estrella dulce y discreta
Que le ilumina su corazón?
Bajo la tibia luz amarilla,
Por la pantalla dulcificada,
Corre la pluma como una ardilla
Sobre la página inmaculada.
¡Cómo la página en un instante
De puntos negros toda se llena!
¡Oh pluma bella, sigue adelante
En tu divina, vana faena!
A impulsos del juguetón
Vientecillo que la mueve,
Canta la palma su leve
Y dulcísima canción.
Oh, adolescente gentil,
Mueve, mueve esas caderas
Que llenarán de quimeras
Toda mente juvenil.
Oh niña, toda rubor,
Levanta y baja ese pecho,
Que ha sido tan sólo hecho
Para colmarlo de amor.
Oh cisne del azulado
Lago de la fantasía,
Mueve ese labio, armonía,
Dulce sello del pecado.
A impulsos del juguetón
Vientecillo que la mueve,
Cantó la palma su leve
Y dulcísima canción.
Oh poeta que tu testa sea látigo,
Sea látigo de oro
Que haga esclavos al ritmo y a la rima
Orador que tu lengua sea espada,
Sea espada de diamante
Que asesine los bárbaros prejuicios.
Pensador que tu pecho sea templo,
Sea templo de granito,
Donde sólo a Verdad se ofrende incienso.
Oh mujer que tu alma sea lira,
Sea lira de ternuras
Que la senda nos llene de armonía.
Tus ojos azules evocan brumosas leyendas,
Es, ¡ay! porque encierra tu pecho, de amor una historia,
De cara, de dulce, de santa, de triste memoria,
Que puso a tus sueños de niña tiránicas vendas.
Divina esperanza sembró tu camino de rosas,
Mas, ¡ay!, no pudiste esquivar una trágica espina
Que hundióse imperiosa, triunfante en tu alma divina,
Y puso en tus ojos azules leyendas brumosas.
Buen amigo dolor, dame tu mano,
Vámonos por la vida mansamente
Para inspirarme besarás mi frente
Yo agradecido te llamaré: ¡Hermano!
De mi muerte en el día no lejano,
Tú desparecerás dulce y sonriente,
Y aureolarás mi soñadora frente
Con la caricia augusta de tu mano.