Manumiso
Manumiso
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innata en todo ser.
«Vale un negro con pito» — «con pito y todo», — era la expresión de mayor asombro en la época que cada una de esas lustrosas muestras de ébano se adjudicaban en pública subasta, á voz de pregonero, bajo los portales de las Casas Consistoriales, en ciento sesenta pesos pieza, y doscientos si la madre iba con cría.
¡Alguna vez había de valer la mujer más que el hombre! La vanidad impide reconocerlo. ¡En cuántas ocasiones es superior la que nos dió la vida, y aquella en que la prolongamos! No siempre Angolas y Mozambiques tuvieron con qué comprar un cachimbo. Alcanzando, por excepción, ser dueño de sí mismo, nada poseían. El negro que tradicionamos, si bien se pagó en almoneda su precio en plaza, por su conducta y corrección, su habilidad, laboriosidad y virtudes, valía más. Nunca dejó de usar la faz tiznada con que viniera á la vida, pero demostró alma más blanca al salir de ella que muchas rubias pecadoras ó arrepentidas. Testó muchos teneres, en posesión aún de nietos de sus amos. No le alcanzamos, pero nos alcanzaron sus cuentos... y sobre todo sus cuentas, de cuánto adquirió y aumentó, comprobando éstas su generosidad y filantropía en obras de beneficencia que perduran, cual semillitas de selección en heredad hábilmente plantadas.