Marta Gruni: 03

De Wikisource, la biblioteca libre.


Cuadro segundo[editar]

Telón corto. La puerta de la fábrica. Se oye una pitada y a poco aparecen las obreras que van saliendo alegres. Apretones de manos.


«¡Hasta mañana! ¡Que no se olvide aquello! ¿Te espera el tuyo?...»

¡Tengo algo que contarte!, etc.» Marta sale última del brazo de una obrera. Aparecen algunas personas de la familia de las obreras que van en su busca. Al disolverse los grupos llegan el Ciego y Fidela.

OBRERA 1ª.- ¡El ciego! ¡El ciego! ¡Hagámoslo cantar!

VOCES.- ¡Eso es! ¡Hagámoslo cantar!

EL CIEGO.- ¿Qué quieren las lindas mozas que cante el ciego?

OBRERA 1ª.- ¿Y cómo sabe que somos lindas?

EL CIEGO.- ¡Ah! ¡Porque son jóvenes!

OBRERA 2ª.- Cante la canción de los novios... (El ciego afina y se dispone a cantar.)

OBRERA 3ª.- (A Marta que después de observar a lo largo de la calle quiere marcharse.) ¡Quedate! No te vayas todavía. ¡Oigamos al ciego!

M. GRUNI.- Tengo que hacer en casa.

ADELA.- (A Marta, disimulada.) Lo he visto. Está en la esquina.

M. GRUNI.- ¡Dejame en paz! (Ciego canta la canción de los novios acompañándole Fidela. Marta quiere irse y su compañera la retiene. Cuando termina, risas y aplausos. Fidela pasa el plato y recoge monedas. Voces pidiendo otra canción.)

OBRERA 1ª.- Algo triste. ¡La canción del ciego!

VOCES.- ¡La canción del ciego! ¡La canción del ciego! (Ciego canta esa. Llega Stéfano. Al terminar la canción con la apología de la hija pura y virtuosa, las obreras ríen.)

FIDELA.- (Con precipitación.) ¡Vamos, padre, vamos!

EL CIEGO.- (Tristemente, dejándose conducir.) ¡Oh, por qué se ríen! ¡Porqué se ríen!...

FIDELA.- No haga caso, padre. ¡Dieron muchas monedas!

EL CIEGO.- Pero ¿por qué ríen? ¿Por qué?... (Mutis. Los obreros id.)

OBRERA 3ª.- ¿Venís por este lado, Marta?

M. GRUNI.- Dejame. Voy sola. (Se aleja en sentido opuesto.)

STÉFANO.- (Deteniéndola.) ¡Marta!

M. GRUNI.- ¡Déjeme usted!

STÉFANO.- No. ¡Tenemos que hablar!

M. GRUNI.- Hábleme en casa.

STÉFANO. - Te acompañaré.

M. GRUNI.- No quiero.

STÉFANO.- Entonces hablaremos aquí mismo.

M. GRUNI.- Tampoco.

STÉFANO.- Mira, Marta, yo no le he dicho a Marcos todo lo que sé.

M. GRUNI.- ¡Una amenaza!... ¡Puede usted decirle todo lo que sepa! ¡Déjeme pasar!

STÉFANO.- Te espera el monigote, ¿verdad?... ¡Pues no hablarás con él, te lo juro!

M. GRUNI.- ¡Dios mío!

STÉFANO.- ¡Te conviene ponerte en razón, Marta! ¡Te conviene!... Yo sé que te has dado a ese hombre...

M. GRUNI.- ¡Y todavía insiste usted!...

STÉFANO.- ¡Insisto porque te quiero bien, porque quiero salvarte!... Te has dado a un hombre que no es de tu clase...

M. GRUNI.- ¡Lo amo!

STÉFANO.- Que no te quiere ni podrá quererte...

M. GRUNI.- ¡Yo lo amo!

STÉFANO.- Que no es libre, que tiene otras mujeres...

M. GRUNI.- No me importa. ¡Yo lo amo!

STÉFANO.- Te juro que no miento. Mira: Antes de un mes se casa. Tendrá que abandonarte.

M. GRUNI.- ¡Con todo, yo lo amo!

STÉFANO.- Estás ciega y querés perderte. Atendeme. Yo te prometo no decir nada, pasar por todo y siguiendo las cosas como antes, cuando quieras, cuando quieras nos casamos. Te haré mi mujer... Ya lo ves...

M. GRUNI.- ¡Ah, qué indignidad!. ¡Basta!... ¡Déjeme, miserable!... Para mandarme a pedir limosna como al ciego, o para hacer de mí otra cosa peor, me harías tu mujer!... ¡Cobarde!... ¡Canalla!... ¡Déjeme!...

STÉFANO.- ¡Ah! ¿Querés la guerra entonces? ¡Pues la tendremos!

M. GRUNI.- ¡Sí, la tendremos! Contá lo que sabés, contá... ¡Decile a mi padre, decile a Marcos que tengo un monigote y que ese monigote es mi amante!.. Haceme maltratar más aún; pero no conseguirás que haga caso a un cobarde, a un granuja, a un miserable de tu calaña!...

STÉFANO.- ¡Mira, Marta!...

M. GRUNI.- ¡Si decís una palabra más, pido socorro!

STÉFANO.- Estamos llamando la atención. Tranquilízate y pensá bien lo que te he dicho. Y si querés evitarle un mal rato a tu hombre, andate por ese lado a tu casa. Si te veo con él... Lo mato...

M. GRUNI.- (Angustiada.) ¡A él... a él!. ¡Oh, Dios santo!...

STÉFANO.- Andá, que nos miran; la gente se amontona... Vamos...

M. GRUNI.- (Sollozando.) ¡Dios mío! ¡Dios mío!... (Se deja conducir.)

Mutación