Mil novecientos treinta y nueve: Capítulo E
<< Autor: Rubén Hernández Herrera
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Capítulo E
Pasó el tiempo, el entendimiento de Carolina con el notario Bassols era evidente. Carolina resultó embarazada: lo que no había podido con Fernando resultó con su padre, tuvieron una hija. El notario ideó un plan, Carolina fue a vivir a la masía "Verns", que había dado en vida a Fernando, su hijo. Casó en papeles a Carolina con un soldado aragonés, mismo que murió convenientemente dos meses después de la boda, era un nacionalista que nadie conocía y que había dado la vida por su patria, solo que oficialmente todavía estaba vivo, era uno de tantos que tenían su tarjeta de difunto, que al notario correspondía oficializar junto al capitán en turno de lo forense. Eran tantos que nadie notó que faltara la tarjeta. Una fotografía tomada del archivo general puesta en un elegante marco daba algo de credibilidad al matrimonio, harto sospechoso para todos en el pueblo. Carolina tuvo a su hija amparada por una conveniente viudez, de un marido al que nunca conoció, y con un retrato de otro del que no tenía idea de su existencia. Para su hija siempre sería su padre. Almudena ya tenía dos años, al notario le decía "tiíto", diminutivo poco comprometedor.
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