Miscelánea histórica/Cortijo o casa de labor y habitación campestre

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Miscelánea histórica
de José María Blanco White
Cortijo o casa de labor y habitación campestre

Cortijo o casa de labor y habitación campestre

Reunir el agrado con la comodidad y combinar las ventajas que facilita el arte con las que ofrece la naturaleza, sin violentarla, antes bien haciéndola una maestra del arte, es un secreto que poseen los ingleses y que todo extranjero ve a cada paso aplicado constantemente a las necesidades y a los goces de la vida, en aquel estudio y esmero que ponen para proporcionarse lo que llaman confort o conveniencia completa. Pero donde más sobresale este talento singular es en sus habitaciones campestres; no precisamente en esas quintas de lujo donde los grandes señores residen una gran parte del año gozando de su opulencia, sino también en las que son meramente granjas y cortijos, adaptados para servir de centro a la dirección de la labranza en las haciendas de campo. De las observaciones que sobre algunas de estas casas se pudieran hacer, sería fácil sacar modelo de habitación campestre, que reuniese bajo un plan sencillo las reglas principales para la construcción de este género de edificios. Tal es el objeto de la lámina sobre la cual está calcado el presente artículo. Además de los cuatro requisitos indispensables que deben tenerse presentes para situar una mansión campestre de esta clase, que son el terreno, el agua, la salida que ésta tiene y el aspecto del edificio, deben consultarse también otros no menos importantes, aunque subalternos: como los caminos de las inmediaciones, la comunicación fácil con algún pueblo de bastante vecindario para suplir lo que no se encuentra en el campo, así de lo necesario para la vida como de lo más propio para aumentar sus goces, y la proximidad a alguna iglesia para cumplir los deberes religiosos sin la indolencia que podría parecer disculpable con la distancia. Atendidas estas circunstancias, y decidida la del espacio que ha de tener la casa según el número de los que la han de habitar y la naturaleza de las labores que en ella se han de hacer, viene luego el examen de la forma exterior que se le ha de dar y del repartimiento más cómodo que ha de tener. Para lo primero debe consultarse la naturaleza del sitio en que ha de estar situada. Si es bajo y apartado con frecuentes arboledas o jarales que lo cortan en diferentes trozos, un techado de bálago y demás adornos correspondientes a esta rústica apariencia estará en armonía con lo adusto de la situación. Pero si ésta es llana y adornada de árboles lozanos y elevados que clarean de trecho en trecho, si a lo lejos se divisa la confusa perspectiva de algunos montes o de las agujas y capitales de alguna ciudad, entonces convendrán mejor las formas de la arquitectura griega, que reúne la suficiente analogía con lo llano y espacioso del terreno y con lo airoso de los objetos que lo rodean. Por la misma razón, si el sitio está en algún alto, si los árboles son acopados y casi entreverados sus ramos si las avenidas son ásperas y quebradas, en tal caso deben preferirse las formas de estilo gótico más o menos macizas o delicadas, según sea el terreno más o menos pedregoso y selvático. En todo caso los árboles son uno de los objetivos que deben llevar una atención particular, porque es lo primero que hace resultar la proporción o desproporción de la magnitud y elevación del edificio; de suerte que ellos son una especie de escala por la cual se ha de sacar la planta de la casa. En la lámina puede verse observada esta proporción. También se muestra en ella el plan de la repartición de la casa. En el piso bajo está el estrado, la sala de recibimiento, el comedor, el cuarto de estudio, la cocina, la recocina y una pieza para provisiones frescas de consumo diario. Debajo de estas tres últimas se halla la despensa, bodegas y carbonera, las cuales se sirven por la escalera A, que corresponde al mismo espacio de la que sube a los altos. En el primer piso hay cinco dormitorios y un retrete.

Las piezas del piso bajo tienen todas un cobertizo que rodea la casa, y que está formado por el vuelo del tejado; puede servir de paseo o de depósito para colocar tiestos y jarrones de plantas que no necesitan estar a cubierto, aunque sí al abrigo. Las puertas-ventanas de las piezas son rasgadas hasta el suelo para salir por cualquiera de ellas al patio o soportal, y las contraventanas proporcionan abrigo para el invierno. La perspectiva de la lámina está formada por la parte de la casa que mira a la huerta. De trecho en trecho hay pilares hechos en forma de postes delgados que sostienen el tejado, y en los lienzos correspondientes a las puertas-ventanas laterales se ven dos arcos de enrejado para enlazar por ellos plantas de follaje y enredaderas. La portada de la entrada principal debe ser algo más sencilla. En sus ángulos se cierra y cesa el cobertizo, y es remplazado por una tapia, en frente de cuyos dos batientes que deben corresponder el centro de la fachada, puede ponerse un pequeño pórtico cimado de bálago y sostenido con pilares octógonos sencillos.

Una casa de campo construida por éste o semejante plan admite gran variedad en los adornos rústicos, que pueden mezclarse también con otros de más pulimento sin faltar a la propiedad. No importa, antes bien conviene que los materiales sean rústicos, con tal que el modo de disponerlos no degenere en vulgar y disforme, pecando contra las reglas del gusto. Esta clase de edificio es tal vez la que admite más libertad para sus caprichos; pero los caprichos deben ser hijos de una invención delicada y no de la falta de habilidad y conocimiento de lo conveniente.