Miscelánea histórica/Newstead Abbey

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Newstead Abbey

Si la lengua inglesa y su poesía fuesen más conocidas que lo son al presente en donde se habla castellano, la lámina a que se refiere este artículo atraería los ojos de todos, a pesar de no ser de las más bellas. Newstead Abbey perteneció al gran poeta Lord Byron, cuya temprana muerte llora la Inglaterra.

Del edificio y campos ajardinados que lo rodean poco diré, porque las descripciones verbales dan idea muy imperfecta de lo que sólo los ojos pueden pintar a la mente. Del gran poeta y hombre extraordinario cuya familia habitó esta casa desde principios del siglo decimosexto, sólo puedo decir a los que no entienden sus composiciones, que sus obras superan en mérito a las más célebres de nuestros tiempos, y no ceden a las mejores de la antigüedad.

Lord Byron mostró grandes talentos desde muy temprano; pero al mismo tiempo dio a conocer que su carácter moral era de aquellos que no sufren freno alguno. Su persona, a excepción de un pie, que desde su nacimiento fue imperfecto, era una de las más bellas que se ven en esta isla fecunda en hermosura. Sus riquezas y su carácter lo hubieran hecho libertino sin este agregado. Así es que desde sus primeros años apenas halló límites a sus placeres. Su orgullo le hizo adoptar cierto sistema de misantropía, aunque su corazón sensible lo inclinó toda su vida a obras de beneficencia. El desenfreno con que se entregó a todo género de placeres le causó hastío de la sociedad y esto le movió a viajar. Durante sus dilatados viajes su imaginación fecunda y fogosa pintó las costumbres y carácter de los pueblos con una energía y belleza de que no podrá formarse idea quien no pueda leer sus obras originales. Su poema Childe Harold describe con no menos destreza el aspecto exterior de los países que la disposición interna de sus habitantes. Ojalá que los aficionados a la poesía, entre los que hablan español, pudieran estudiarlo, para que así saliesen del miserable estilo que prevalece en las composiciones de su Parnaso. Allí verían cómo el pensar profundo se combina con imágenes bellas y cómo los sentimientos más delicados se mezclan con las pinturas de objetos exteriores.

Lord Byron escribía con facilidad, sus composiciones son numerosas. Varias de ellas, aunque abundan en bellezas, son indecentes, y casi todas inspiran cierta inmoralidad, cierto desprecio de las máximas generales de virtud, especialmente de las que refrenan los apetitos animales el hombre. ¡Gran dolor que talentos tan extraordinarios como los suyos no se declarasen en favor de la virtud y honestidad de costumbres!

Ansioso de gloria y renombre sobre el que sus obras le habían conseguido, Lord Byron se reunió a los griegos en la guerra que están haciendo en defensa de su independencia. Para este fin vendió la mansión paterna que se ve en la lámina, y acompañado de ciertos militares, sus amigos, se estableció en Grecia, dedicándose enteramente a promover la causa de la libertad entre sus habitantes, a quienes prodigó sus caudales. Pero los griegos son más esclavos de sus pasiones o intereses que de los turcos, y Lord Byron se vio rodeado de dificultades insuperables. Incapaz de ceder y determinado a perecer, o salir con lo que se había propuesto, la fatiga y cansancio le ocasionó una calentura nerviosa que atacando al cerebro puso fin a su vida a los treinta y seis años de su edad. En Lord Byron la Inglaterra compadece los errores y admira las prendas de uno de los hombres más extraordinarios que su suelo ha producido.