Monotonía odiosa de las tardes nubladas
DE LAS TARDES NUBLADAS
Esta tarde de lluvia amodorrada i lenta
Se me ha caído al alma como una maldición,
Hai en todas las cosas un aire de tormenta,
Algo que se presiente i ahoga de emocion.
I pienso en esa noche en que al volver una esquina
Me cayeron encima dos fuertes campanadas,
Campanadas que injurian en su lengua broncina,
Que parecen anuncios, que son como pedradas.
Esta tarde ojerosa con alma de cartujo
Me tortura, me inquieta, me tiene incomodado.
Esta tarde nublada, sin bullicio, sin lujo,
Con tristeza, con ese albo cielo esmerilado.
El farol de la calle ¡qué afán de molestar!
Petrificado en esa completa rijidez,
Cuando salgo parece me fuera a saludar
Con su cachimba roja, con su facha de ingles.
Esta tarde me enferma, me enloquece,
Esta tarde me hastía; yo no sé lo que tiene.
No sé si son recuerdos que resurjen; parece
Que en mi cerebro hai alguien que de mui léjos viene.
En la estufa de leña las llamas piruetean
I dan saltos clownescos i se acuestan un rato.
Las sombras ambarinas se alargan, fantasean
I alcanzan a lamerme con lamidos de gato.
Hai en todas las cosas como un barniz de alvidrio,
I en la quietud tremenda de todas esas cosas
Van cayendo las horas silenciosas
Como las gotas de agua por un vidrio.