Motivos de Proteo: 043

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XLII - A medida que la sociedad avanza, la vocación tiende a formas más definidas y concretas.[editar]

La ausencia de vocación una y precisa, por universal difusión de la aptitud, es caso cuya frecuencia disminuye, dentro de la sociedad humana, con los pasos del tiempo. A medida que las sociedades avanzan y que su actividad se extiende y multiplica, como el árbol que crece, dando de sí ramas y ramúsculos, es ley que la vocación individual tome una forma más restringida y concreta. Nacen las vocaciones personales en el momento en que el hombre primitivo deja de bastarse a sí propio y empieza, correlativamente, a ser útil y necesario a sus semejantes. Disgréganse los músculos del brazo del Adán condenado, elemental e indeterminadamente, al trabajo, y se llaman Jabel, el pastor; Tubalcain, el que forja los metales; Nemrod, el que va a caza de las fieras... Y se fija el instinto de cada vocación cuando lo que fue, en su principio, aptitud adquirida por necesidad y asentada por la costumbre, truécase, primero, en afición instintiva del que la adquirió, y se trasmite luego a otros seres humanos, sea por obra de la enseñanza y de la simpatía, sea, más tarde, por la acumulación, en don innato y gracioso, de la virtud de actos ejecutados por los ascendientes.

Las diversísimas disposiciones y aptitudes por que se diferencian los hijos de cada generación en la sociedad civilizada, son como los ecos mil en que se multiplican, repercutiendo en concavidades del tiempo, los cuatro o cinco llamados cardinales a que los hombres de la primitiva edad obedecieron, cuando fue menester repartirse y separarse, durante las horas del día, para acudir a diferentes labores: unos a aprender el uso de las armas; otros a tributar las honras del dios; otros a extraer de las yerbas bálsamos y venenos; otros a soplar la caña musical; otros, en fin, a partir la piedra y desbrozar la selva virgen. Y al compás que las necesidades de las generaciones aumentan, aumentan con ellas los modos de aptitud; y con los modos de aptitud, que plasman y adiestran en el tiempo el genio de una raza, la tendencia a trocarse en predisposición innata e instintiva, en vocación verdadera, cada nueva y más prolija variedad que el natural progreso determina en el desenvolvimiento de las aptitudes humanas.

Una economía infalible provee a toda sociedad y generación, de los obreros que para cada uno de sus talleres necesitan, y tales como los necesitan. Con los obreros, llegan en número adecuado sus capataces naturales. Mientras una actividad de cierto género no se agosta o suspende en la vida de una agrupación social, los espíritus aptos para dirigir esa actividad a sus fines, surgen con admirable puntualidad y eficacia. Diríase que el deseo y la prefiguración de las almas superiores que le son menester para orientarse, obra en las entrañas de la multitud al modo que la representación anticipada del hijo suele plasmarse en las entrañas de la madre, produciendo el parecido real con la imagen del sueño. Una sociedad de alma heroica no permanece largo tiempo sin Héroe grande. Vino al mundo el Mesías cuando todo el mundo pensaba en él y precisaba de él. En punto a hombres superiores, cada sociedad humana dispone, sobre la Naturaleza, de un crédito, cuando mínimo, justamente proporcionado a sus aspiraciones y a sus merecimientos. En la proporción en que ella tiene gestas que realizar y agravios que satisfacer, así suscita altos caudillos que la guíen; en la proporción en que goza de «entendimiento de hermosura», así promueve artistas que lo halaguen; en la proporción en que es capaz de creencia y de fervor, así convoca, de sus siempre vigilantes reservas, profetas, mártires, apóstoles.