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heridos, é asimismo repartí los de caballo; y así fuimos todo aquel dia, peleando por todas partes, en tanta manera, que en toda la noche y dia no anduvimos mas de tres leguas. E quiso Nuestro Señor, ya que la noche sobrevenia, mostrarnos una torre y buen aposento en un cerro, donde asimismo nos hicimos fuertes, é por aquella noche nos dejaron; aunque casi al alba hubo otro cierto rebato, sin haber de qué, mas del temor que ya todos llevábamos de la multitud de la gente que á la continua nos seguia el alcance. Otro dia me partí á una hora del dia por la órden ya dicha, llevando mi delantera y rezaga á buen recaudo; y siempre nos seguian de una parte y otra los enemigos, gritando y apellidando toda aquella tierra, que es muy poblada. E los de caballo, aunque éramos pocos, arremetiamos, y haciamos poco daño en ellos, porque como por allí era la tierra algo fragosa, se nos acogían á los cerros. Y desta manera fuimos aquel dia por cerca de unas lagunas [1] hasta que llegamos á una poblacion buena, adonde pensamos haber algun reencuentro con los del pueblo. E como llegamos lo desampararon y se fueron á otras poblaciones que estaban por allí á la redonda, é allí estuve aquel dia y otro, porque la gente, así heridos como los sanos, venian

  1. Estas lagunas son las de Zumpango, Xaltecan y San Cristóbal.