Página:1891-Últimos escritos, Pedro Antonio de Alarcón.pdf/33

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féticas, más muslímicas que cristianas.

Llegamos á la Capital, donde mi ilusión no tuvo límites en lo relativo á estos idea- les africanos que tanto imperan siempre en la fantasía de los granadinos.-Almería, con sus casas bajas y cuadradas, esto es, de un solo piso y sin tejados; con sus blanquísimas azoteas (pues allí se abusa tanto del enjalbegado de cal como en los pueblos oficialmente moros); con sus tortuosas, estrechas y entonces no empedradas calles; con sus penachos de palmeras, campeando en el aire, entre erguidas torres, sobre las quebradas líneas horizontales del apretado caserío; con su caliente atmósfera, su limpio cielo, su fúlgido mar y su radiante sol, que en aquel momento declinaba hacia el ocaso; Almería, digo, era la odalisca soñada por nosotros los poetas del otro lado de la gran Sierra; era la visión oriental que á mí me había sonreído á lo lejos, siempre que fuí á conversar con lo pasado en las alcazabas y palacios moriscos de Guadix y Granada; era, en fin, un espejismo producido por la costa de enfrente, á cuyas