cual no me entusiasmó en manera alguna, pues que privaba á la ciudad de su carácter árabe...-Pero volvamos á la primera visita, á la de 1854, no sea que, por detenerme demasiado á hablar de la segunda, caiga en la tentación de referir cierto lance, que no merece pasar á la Historia, en que dos inocentes vertieron su sangre, al rayar el día, dentro de un cercado de higueras chumbas, por un quítame allá esas pajas...
Nada he dicho ni diré del efecto que en Almería me produjo la vista del mar, porque ya lo había yo contemplado en Málaga en 1853, como ya relataré dentro de poco, cuando me toque hablar de mi primer viaje en diligencia y en vapor.- Por lo que toca á monumentos artísticos almerienses, os recomiendo que, si alguna vez hay camino para ir á aquella ciudad, visitéis sus viejas murallas árabes (si ya no las han derribado todas), y que os fijéis con preferencia en las de la parte Noroeste, donde también hay restos de una Alcazaba muy notable, con hermosas cisternas, y una capilla que fué Mes-