Página:1891-Últimos escritos, Pedro Antonio de Alarcón.pdf/43

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que, á las ocho ó las nueve de la mañana, después de afanarse mucho el ganado para subirnos á lo alto de una sierra, almorzamos en El Colmenar, villa muy populosa y alegre, y que, al poco rato, descubrí desde aquellas alturas, allá muy lejos, lo menos á cuatro leguas de distancia, una especie de subcielo, más azul que el cielo mismo y que el cerco de montañas del horizonte...

¡Era el mar! ¡El mar, que por la primera vez aparecía ante mis ojos! [1]. ¡El mar, la patria de todos y de nadie; el más allá de España y de Europa; el elemento intermedio entre los Continentes ó pedazos habitables del globo terráqueo y los reinos de la muerte ó de la inmortalidad; la parte del Planeta extraña á nuestra vida, y en cuyas soledades no somos, ni seremos jamás otra cosa, que unos temerarios, importunos y asustados huéspedes!

Debería callarme todo lo demás que pensé al descubrir el mundo marino... pero voy á decirlo, aun á riesgo de que

  1. No se olvide que este viaje es de fecha anterior al de Guadix á Almería.