Página:1891-Últimos escritos, Pedro Antonio de Alarcón.pdf/44

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lo califiquéis de extravagancia. Parecióme que había salido de una cárcel; que acababa de obtener un ascenso en mi carrera de hombre; que había llegado á no sé qué especie de mayor edad; que era más grande, más libre, más dueño de mis acciones, menos mortal, menos esclavo de los poderes de la tierra... Y presentí de golpe y confusamente los inefables larguísimos coloquios que había de entablar tantas y tantas veces con las olas, alborotadas ó serenas, durante mi azaroso tránsito por la vida... Presentí los días de meditación y éxtasis que había de pasar, en solitarias peñas del Cantábrico, en encantadas playas del mar andaluz del Tirreno, ó bien enfrente del Adriático, desde las arenas del veneciano lido, preguntando al mundo de las aguas por una felicidad mayor que las engañosas y precarias de la fugaz existencia terrestre... ¡Y bien sabe Dios que la susodicha mañana estuve á punto de llorar en aquel cupé ó sotabanco de la diligencia de tres pisos, donde, tan lejos ya de la casa paterna, iba yo acercándome á Málaga, en