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de aquellas costas, y muy particularmente respecto de Tánger, cuya sombra blanqueó muy pronto á lo lejos de un modo vago y misterioso...

Parecía la antigua capital un fantasma árabe, envuelto en cándido alquicel, y me recordó-los grandes tiempos de Granada, Guadix y Almería...—¡Aquélla era África! ¡Allí estaban los moros! ¡Allí se confundían poéticamente nuestro pasado y nuestro porvenir!... Indefinible melancolía conturbaba mi alma... Amaba y aborrecía al par á aquellas gentes...—.¡ Volveré!...» ...» No pude menos de decirles con el pensamiento, al perder de vista el litoral africano... Y, en efecto, siete años después entraba en Tetuán, bajo la victoriosa bandera de O'Donnell.

También había saludado con orgullo y veneración á Tarifa, teatro de la memorable hazaña de Guzmán el Bueno... Pero no tardó en volver á contristarse mi corazón, cuando me señalaron entre la bruma el luctuoso Cabo de Trafalgar...

¡Cuánto heroísmo y cuánto infortunio en aquellas aguas! ¡Allí fueron vencidas