Página:Abella Caprile Nieve.djvu/10

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«Tibia caridad», llama ella al fuego del hogar. ¿Alguien lo ha elogiado nunca con un término de tanta exactitud?

Es en la primera estrofa, cuyos cinco versos son cinco hermosuras:

 El fuego del hogar es armonía;
 Su tibia caridad torna el ambiente
 Familiar y apacible; se diría
 Que en su alegre y fugaz policromía
 Flota un alma serena y atrayente.

Y se enlazan a otros versos iguales. La novedad expresiva, el extraño vigor, se juntan al brillo de las imágenes y a la verdad. El fuego del hogar, cuando se enciende suavemente en la fría obscuridad, es comparado a «la amable sonrisa que animara el semblante glacial de un hombre adusto»; y su llama está descrita con la maestría de estos versos:

 La llama al irisar la chimenea,
 Se retuerce, se agita y se separa,
 Y vuelve a unirse, agrándase, chispea
 Y se eleva; paréceme una idea
 Que cambia formas y aparece clara.

Inútilmente se buscaría una falla en tal estrofa, bella por sus imágenes, por su rima, metálica y firme, y por esa gloriosa comparación de la llama con la idea cambiante y clara. Inútilmente, en estas que termi-