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Y son bravos, y su fuerza vence todas las fronteras,
No temiendo de la muerte las heridas traicioneras,
Y son dulces como niños cuando tienen que cantar...
Mas, los gauchos se acabaron, tiempo ha que está colgada
De los sauces la guitarra, ya de todos olvidada,
De la cual nunca sus dueños se quisieron separar;
Y cual digno monumento de una raza ya extinguida
Se alza noble y majestuosa, la figura entristecida
Del ombú, donde a su sombra, tantos fueron a llorar.
Diciembre 1916.