recta ó curva; en este último caso puede ser cóncava por sus dos bordes esteriores (1811), ó por un solo lado, y entonces la concavidad está dirigida hácia la region que abandona el cometa, á manera de llama obligada á quebrarse por un obstáculo. Finalmente, las colas están siempre opuestas al Sol, y dirigidas en el sentido de una línea que partiendo de su orígen fuese á parar al centro de aquel astro. Segun Eduardo Biot, esta observacion capital habia sido notada ya en el año 837 por los astrónomos chinos; pero no fue señalada en Europa hasta el siglo XVI por Fracastor y por Pedro Apiano, si bien con mayor exactitud. Muchas de estas apariencias ópticas tan complicadas se esplican de una manera muy sencilla, considerando las emanaciones gaseosas que proyectan á lo lejos los Cometas, como atmósferas de forma conoidal de capas múltiples.
Para encontrar diferencias salientes en la forma de estos astros, no es indispensable pasar de un cometa á otro y comparar los cometas desprovistos de apéndice visible con el 3° de 1618, por ejemplo, cuya cola tenia 104° de longitud; porque está fuera de duda que un cometa esperimenta cambios contínuos que se suceden con sorprendente rapidez. Heinsius lo comprobó en San-Petersburgo con el cometa de 1744; pero las observaciones mas exactas y decisivas acerca de estas variaciones de forma las hizo Bessel en Kœnigsberg á la última reaparicion del cometa de Haley en 1835. Hácia la parte del núcleo que miraba directamente al Sol se apercibió un apéndice luminoso en forma de borla, cuyos rajos se encorvaban por detrás y venian á confundirse con la cola; «el núcleo del cometa de Halley se parecia con sus efluvios á un cohete volante algun tanto quebrado de cola por el impulso de una brisa ligera.» Arago y yo hemos notado desde el Observatorio de París cambios notables, de una noche á otra, en los ravos emi-