baciones considerables que Júpiter y Saturno producen en sus órbitas, perturbaciones cuyo resultado puede ser transformar un astro indiferente en un astro poderoso; el cometa de Biela que corta la órbita de la Tierra; el éter cósmico, cuya resistencia tiende á reducir todas las órbitas; las diferencias individuales de estos astros, que dejan sospechar los grados mas diversos en la cantidad de materia de que están formados sus núcleos: tales son actualmente los motivos de nuestras aprensiones, que reemplazan por su número los vagos terrores que han inspirado á los siglos mas atrasados, las espadas inflamadas, las estrellas de cabellera que amenazaban abrasar al mundo en universal incendio.
Los motivos de seguridad, basados en el cálculo de las probabilidades, obran sobre el entendimiento ilustrado por un razonado estudio del asunto, pero no bastarán á producir la conviccion profunda que resulta del asentimiento de todas las fuerzas de nuestra alma; son impotentes para la imaginacion; y no está desprovista de justicia la censura que se ha hecho á la ciencia moderna, de querer ahogar las preocupaciones que ella misma ha despertado. Siempre lo imprevisto, lo extraordinario, darán orígen al temor, jamás á la alegría ni á la esperanza (57); ley secreta de la naturaleza humana que no debe despreciar un investigador reflexivo. En todos los paises y en todas las épocas, el aspecto estraño de un cometa, la pálida claridad de su cabellera, su súbita aparicion en el firmamento, han producido en el ánimo de los pueblos el efecto de una temible fuerza, amenazadora del órden establecido de antiguo en la creacion; y como el fenómeno está limitado á un corto tiempo, afírmase la creencia de que su accion debe ser inmediata, ó por lo menos próxima; ahora bien; los acontecimientos de este mundo ofrecen siempre en su encadenamiento un hecho que puede mirarse como la realizacion de un presagio funesto. Diríase, sin