Página:Alexander von Humboldt - Cosmos - Tomo I.djvu/158

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 134 —

nuestro sistema solar; la súbita aparicion de nuevas estrellas; la debilitacion y aun la estincion de algunas de las antiguas; y finalmente, y mas que todo, los cambios que esperimenta la direccion del eje terrestre á consecuencia de la accion combinada del Sol y de la Luna. Dia llegará en que las brillantes constelaciones de Centauro y de la Cruz del Sud, serán visibles para nuestras latitudes boreales, en tanto que otras estrellas (Sirio y el Tahalí de Orion) dejarán de aparecer sobre el horizonte. Las estrellas β y α de Cefeo y la δ del Cisne servirán sucesivamente para reconocer en el cielo la posicion del polo norte; y al cabo de doce mil años, la estrella polar será Vega de la Lira, la mas magnífica de todas cuantas pudieran desempeñar este papel.

Semejantes consideraciones hacen sensible en algun modo la magnitud de aquellos movimientos que proceden con lentitud, pero sin interrumpirse nunca; y cuyos vastos periodos forman como un reloj eterno del Universo. Supongamos por un momento que se realizan los sueños de nuestra imaginacion: que nuestra vista escediendo los límites de la vision telescópica, adquiere una potencia sobrenatural; que nuestras sensaciones duraderas nos permiten comprender los mayores intervalos de tiempo; en tal supuesto al punto desaparece la inmovilidad que reina en la bóveda celeste: innumerables estrellas son arrastradas como torbellinos de polvo en direcciones opuestas; las nebulosas errantes se condensan ó se disuelven; la vía láctea se divide en pedazos como un inmenso cinturon que se desgarra en girones; por todas partes reina el movimiento en los espacios celestes, como reina sobre la tierra en cada punto de ese rico tapiz de vegetales, en vos retoños, hojas y flores presentan el espectáculo de un perpétuo desarrollo. El célebre naturalista español Cavanilles fué el primero que tuvo la idea de ver «crecer la verba,» dirigien-