en los divinos oficios, que indudablemente no debian interesarle, reconoció la posibilidad de medir la elevacion de la cúpula de la iglesia por la duracion de las oscilaciones de las lámparas suspendidas en la bóveda. á alturas desiguales. ¡Cuan lejos estaba entonces de prever que su péndulo seria trasportado del uno al otro polo, para determinar la figura de la Tierra, ó mas bien, para comprobar que la diferente densidad de las capas terrestres influye sobre la longitud del péndulo de segundos! Verdaderamente son admirables en sumo grado las propiedades geognósticas de este instrumento, destinado al principio á medir el tiempo, pero que puede asimismo servir para sondear en cierta sentido grandes profundidades; para indicar, por ejemplo, si en ciertas islas volcánicas (32), ó sobre las vertientes de las cadenas de montañas (33), existen cavidades subterráneas ó pesadas masas de basalto y de melafiro. Desgraciadamente estas bellas propiedades se convierten en graves inconvenientes, cuando se trata de aplicar el método de las oscilaciones del péndulo al estudio de la forma de la Tierra. Las cadenas de montañas y la variable densidad de las capas terrestres influyen tambien, aunque no de una manera tan perjudicial, en la parte astronómica de las medidas de arcos de meridiano.
Conocida la figura de la Tierra, puede deducirse de ella la influencia que ejerce en los movimientos de la Luna; y recíprocamente, conociendo bien estos movimientos es fácil llegar á la forma de nuestro planeta. Por esto decia Laplace (34): «Es cosa muy notable, que un astrónomo sin salir de su observatorio, y comparando únicamente sus observaciones con la análisis, hubiese podido determinar exactamente la magnitud y el aplanamiento de la Tierra, y su distancia al Sol y á la Luna; elementos cuyo conocimiento ha sido el fruto de largos y penosos viajes en uno y otro hemisferio.» El aplanamiento que se deduce asi de