Aun cuando estos ruidos subterráneos no vayan acompañados de sacudidas, producen siempre honda impresion, aun sobre aquellos que han habitado mucho tiempo en parajes sometidos á frecuentes sacudimientos, pues espérase con ansiedad lo que seguirá á estos gruñidos interiores. Tales fueron los bramidos y truenos subterráneos de Guanaxato, rica y célebre ciudad de Méjico, situada muy lejos de todo volcan activo, (87) los cuales empezaron á las doce de la noche del 9 de enero de 1784, y duraron mas de un mes. He publicado una relacion muy circunstanciada de este notable fenómeno, valiéndome de los documentos que el municipio de la ciudad puso á mi disposicion, y de las narraciones de infinidad de testigos. Del 13 al 16 de enero nadie hubiera dicho sino que ocurria una tempestad subterránea, pues oiánse estallidos semejantes á los del rayo, alternando con el largo retumbar de los lejanos truenos. El ruido cesó como habia empezado, es decir, gradualmente; y estaba limitado á un pequeño espacio, pues á algunos minutos mas allá y sobre un terreno basáltico, ya nada se oia. Casi todos los habitantes se aterrorizaron, y abandonaron la ciudad dejando en ella grandes cantidades de plata en barra, siendo preciso que los mas arrojados volviesen inmediatamente para disputar aquellos tesoros á los ladrones que se habian hecho con ellos. Mientras la duracion completa de este fenómeno, no se sintió sacudida alguna, en la superficie de la tierra, ni aun en las minas próximas, situadas á 500 metros de profundidad. Jamás se habia oido ruido semejante en Méjico, antes de aquella época, ni se ha vuelto tampoco á repetir despues. ¿No podrá deducirse de aquí que hay cavernas en las entrañas de la tierra que se abren ó se cierran súbitamente y dan ó rehusan el paso á las ondas sonoras, que cualesquiera accidentes hayan producido á larga distancia?
Por formidable que sea para el espectador la erupcion