Si se considera el estudio de los fenómenos físicos, no en sus relaciones con las necesidades materiales de la vida, sino en su influencia general sobre los progresos intelectuales de la humanidad, es el mas elevado é importante resultado de esta investigacion, el conocimiento de la conexion que existe entre las fuerzas de la naturaleza, y el sentimiento íntimo de su mútua dependencia. La intuicion de estas relaciones es la que engrandece los puntos de vista, y ennoblece nuestros goces. Este ensanche de horizontes es obra de la observacion, de la meditacion y de el espíritu del tiempo en el cual se concentran las direcciones todas del pensamiento. La historia revela á todo el que sabe remontarse á través de las capas de los siglos anteriores, hasta las raices profundas de nuestros conocimientos, cómo desde miles de años, el género humano há trabajado por conocer en las mutaciones incesantemente renovadas, la invariabilidad de las leyes naturales, y en conquistar progresivamente una gran parte del mundo físico por la fuerza de la inteligencia. Interrogar los anales de la historia es seguir esta senda misteriosa sobre la cual la imájen del Cosmos, revelada primitivamente al sentido interior como un vago presentimiento de la armonía y del orden en el Universo, se ofrece hoy al espíritu como el fruto de largas y sérias observaciones.
A las dos épocas de la contemplacion del mundo esterior, al primer destello de la reflexion y á la época de una civilizacion avanzada, corresponden dos géneros de goces. El uno, propio de la sencillez primitiva de las antiguas edades, nace de la adivinacion del órden anunciado por la pacífica sucesion de los cuerpos celestes y el desarrollo progresivo de la organizacion; el otro, resulta del exacto conocimiento de los fenómenos. Desde el momento en que el hombre, al interrogar la naturaleza, no se limita á la observacion, sino que dá vida á fenómenos bajo determinadas condiciones; desde que recoge y registra los hechos para es-