imagen de las que rodearon su cuna. Así es que la afinidad de sensaciones conduce al mismo objeto á que nos lleva mas tarde la laboriosa comparacion de los hechos, á la íntima persuasion de que un solo é indestructible nudo encadena la naturaleza entera.
La tentativa de descomponer en sus diversos elementos la magia del mundo físico, llena está de temeridad: porque el gran carácter de un paisaje, y de toda escena imponente de la naturaleza, depende de la simultaneidad de ideas y de sentimientos que agitan al observador. El poder de la naturaleza se revela, por decirlo así, en la conexion de impresiones, en la unidad de emociones y de efectos que se producen en cierto modo de una sola vez. Si se quieren indicar sus fuentes parciales, es preciso descender por medio del análisis á la individualidad de las formas y á la diversidad de las fuerzas. Los mas ricos y variados elementos de este género de análisis se ofrecen á la vista de los viajeros en el paisaje del Asia austral, en el gran archipiélago de la India, y sobre todo en el Nuevo Continente, donde los vértices de las altas Cordilleras forman los bajíos del Océano aéreo, y donde las mismas fuerzas subterráneas que en otros tiempos levantaron cadenas de montañas, las conmueven aun hoy, y amenazan sepultarlas.
Los Cuadros de la naturaleza, trazados con un pensamiento reflexivo, no se han hecho con el único objeto de agradar á la imaginacion; pueden tambien, cuando se los relaciona entre si, reproducirlas impresiones en virtud de las cuales, se pasa gradualmente desde el litoral uniforme ó las desnudas estepas de la Siberia, hasta la inagotable fecundidad de la zona tórrida. Si colocamos imaginariamente el Monte-Pilato sobre el Schreckhom (2), ó la Schneekoppe sobre el Mont-Blanc, no habremos llegado á componer uno de los grandes colosos de los Andes, el Chimborazo, que tiene doble altura que el Etna; y única-