mente un poder creador. En la vaguedad de las sensaciones, cambian las impresiones con los movimientos del alma, y, por una ilusion tan dulce como fácil creemos recibir del mundo exterior lo que nosotros mismos sin saberlo hemos depositado en él.
Cuando alejados de la patria, desembarcamos por primera vez en tierra de los trópicos, despues de una larga navegacion, nos sorprende agradablemente reconocer en las rocas que nos rodean las mismas eschistas inclinadas, iguales basaltos en columnas cubiertos de amigdaloydes celulares, que los que acabábamos de dejar sobre el suelo europeo, y cuya identidad en zonas tan diferentes, nos demuestra que la corteza de la tierra al solidificarse, ha quedado independiente de la influencia de los climas. Pero estas masas de rocas schistosas y basálticas se encuentran cubiertas de vegetales de una fisonomía que nos sorprende, y de un aspecto desconocido. Allí es donde, rodeados de formas colosales, y de la magestad de una flora exótica, esperimentamos, cómo por la maravillosa flexibilidad de nuestra naturaleza, se abre el alma fácilmente á impresiones que tienen entre sí un lazo misterioso y secreta analogía. Tan íntimamente unido nos figuramos cuanto tiene relacion con la vida orgánica, que si á primera vista se ocurre que una vegetacion semejante á la de nuestro país natal deberla encantarnos, como encanta nuestro oido el idioma de la patria dulcemente familiar, poco á poco, sin embargo, nos sentimos naturalizados en los nuevos climas. Ciudadano del mundo, el hombre, en todo lugar, acaba por familiarizarse con cuanto le rodea. Únicamente el colono aplica á algunas plantas de esas nuevas regiones, nombres que importa de la madre patria, como un recuerdo cuja pérdida sentiría. Por las misteriosas relaciones que existen entre los diferentes tipos de la organizacion, las formas vegetales exóticas se presentan á su pensamiento embellecidas por la