que caracterizan la vegetacion del Himalaya son cuatro pinos, á pesar de la asercion de los antiguos «sobre el Asia oriental.» (Strabon, lib. XL, página 510 Cas.), veinticinco robles, cuatro abedules, dos Æsculus (un gran mono blanco de cara negra vive encima del castaño salvaje de 30 metros de altura que crece en el reino de Kachemira, hasta los 33° de latitud. Carl von Hügel, Kaschmir, 1840, 2.ª parte, p. 249, siete arces, doce sauces, catorce rosales, tres fresales, siete especies de rosas de los Alpes (Rhododendra), una de las cuales tiene 6 m. de altura, y muchas otras especies septentrionales. Entre las coníferas, se encuentra el Pinus Deodwara ó Deodara (en sánscrito dewa-daru, madera de construccion de los dioses), que se aproxima mucho al Pinus cedrus. Cerca de las nieves perpetuas brillan las grandes flores de la Gentiana venusta, G. Moorcroftiana, Swertia purpurascens, S. speciosa, Parnasia armata, P. nubicola, Pæonia Emodi, Tulipa stellata; y aun al lado de estas variedades de los géneros de Europa, peculiares de las montañas de la India, encontramos verdaderas especies europeas, tales como el Leontodon taraxacum, la Prunella vulgaris, el Galium aparine, el Thlaspi arvense. El brezo, mencionado ya por Saunders en el Viaje de Turner, y que entonces se había confundido con el Calluna vulgaris, es una Andrómeda, dato de la mayor importancia para la geografía de las plantas asiáticas. Si he hecho uso en esta nota de espresiones poco filosóficas, tales como géneros europeos, especies europeas, se encuentran en Asia en estado silvestre, es una consecuencia del lenguaje empleado por la antigua botánica, que á la idea de una vasta diseminacion, ó mas bien, de la coexistencia de las producciones orgánicas, ha sustituido muy dogmáticamente la hipótesis fabulosa de una inmigracion, que ella misma supone, en su predileccion por la Europa, haber procedido del Occidente hácia el Oriente.
^(5) Pág. 9.—En la vertiente meridional del Himalaya, el límite de las nieves perpétuas se encuentra á 3947 m. sobre el nivel del mar; y en la vertiente septentrional, ó mas bien, en los picos que se elevan sobre la meseta tibetana (tartárica), este límite asciende á 5067 m., desde los 30°½ hasta los 32 de latitud; mientras que en el Ecuador, en la cordillera de los Andes de Quito, no pasa de una altura de 4813 m. Tal es el resultado que he deducido de la combinacion de un gran numero de datos de Webb, de Gerard, de Herbert y de Moorcroft. (Véanse mis dos Memorias sobre las montañas de la India de 1816 y 1820, en los Annales de Chimie et de Physique, t. III, p. 303; t. XIV, p. 6, 22, 50). Esta mayor altura, á que se ve relegado en la vertiente tibetana el límite de las nieves perpétuas, es consecuencia de la irradiacion de las altas llanuras vecinas, de la pureza del cielo y de la rara formacion de la nieve en una atmósfera muy fria y seca á la vez. (Humboldt, Asie centrale, t. III, p. 281-326). Mi opinion acerca de la diferencia de altura de la