dada por el razonamiento llega con ardor á las causas de los fenómenos.
La historia de las ciencias enseña que no ha sido fácil satisfacer á las necesidades de una curiosidad tan ardiente. Observaciones poco exactas é incompletas han originado por falsas inducciones, ese gran número de cálculos físicos que se han perpetuado entre las preocupaciones populares de todas las clases de la sociedad. Así es como al lado de un conocimiento sólido y científico de los fenómenos, se ha conservado un sistema de fenómenos mal observados, tanto mas difícil de destruir, cuanto que no se tiene en cuenta ninguno de los hechos que le contrarian. Este empirismo, triste herencia de siglos anteriores, mantiene invariablemente sus axiomas. Es arrogante como todo lo que es limitado; en tanto que la física fundada en la ciencia, duda porque trata de profundizar, separa lo que es cierto de lo que es simplemente probable, y perfecciona sin cesar las teorías estendiendo el círculo de sus observaciones.
Ese conjunto de dogmas incompletos que un siglo lega al otro, esa física que se compone de preocupaciones populares, no es solamente perjudicial porque perpetúa el error, con la obstinacion que lleva siempre el testimonio de los hechos imperfectamente observados; sino que tambien prohibe al espíritu elevarse á los grandes horizontes de la naturaleza. En vez de buscar el estado medio, alrededor del cual oscilan, en la aparente independencia de las fuerzas, todos los fenómenos del mundo esterior, desea la ocasion de multiplicar las escepciones de la ley; investiga en los fenómenos y en las formas orgánicas, otras maravillas que las de una sucesion regular ó de un desarrollo interno y progresivo; se inclina á creer incesantemente interrumpido el órden de la naturaleza, á desconocer en el presente la analogía con el pasado, á perseguir, en medio del azar de sus sueños, la causa de pretendidas per-