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turbaciones, tanto en el interior de nuestro globo, como en los espacios celestes.

El objeto particular de esta obra es el de combatir los errores que toman su orígen en un vicioso empirismo y en imperfectas inducciones. Los mas nobles goces que puede procurar el estudio de la naturaleza, dependen de la exactitud y de la profundidad de sus concepciones, de la estension del horizonte que se abarca de una vez. Con el cultivo de la inteligencia se ha acrecentado en todas las clases de la sociedad, la necesidad de embellecer la vida aumentando la masa de ideas y los medios de generalizarlas. Este sentimiento es la refutacion de las censuras que se han dirigido al siglo en que vivimos, y prueba que los espíritus no se han ocupado únicamente de los intereses materiales de la existencia.

Toco no sin pesar á un temor que parece nacer de una mira limitada, ó de cierto sentimentalismo dulce y blando del alma: hablo del temor de que la naturaleza no pierda nada de su encanto, prestigio y poder mágico, á medida que empezemos á penetrar en sus secretos, á comprender el mecanismo de sus movimientos celestes, y á evaluar numéricamente la intensidad de las fuerzas. Es cierto que estas no ejercen, propiamente hablando, un poder mágico sobre nosotros, sino cuando su accion envuelta en misterios y tinieblas, se halla colocada fuera de todas las condiciones que ha podido reunir la esperiencia. El efecto de un poder tal, es por consiguiente, el de conmover la imaginacion; y ciertamente que no es esta la facultad del alma que evocaríamos preferentemente, para dirigir las laboriosas y minuciosas observaciones cuyo objeto es el conocimiento de las mas grandes y admirables leyes del Universo. El astrónomo que por medio de un heliómetro ó de un prisma de doble refraccion (10) determina el diámetro de los cuerpos planetarios; que mide con paciencia durante años en-