por Le Roi (10 julio 1771), 325 m. próximamente; el del 18 de enero de 1783, le estimó sir Carlos Blagden en 845 m. Brandes (Unter-haltungen, t. I, p. 42) asigna un diámetro de 25 á 40 m. á las estrellas errantes; aprecia la longitud de sus colas ó de sus rastros luminosos en dos ó tres miriámetros. Pero es de creer que los diámetros aparentes de los bólides y de las estrellas errantes han sido exagerados, bajo la influencia de ciertas causas de naturaleza óptica. Su volúmen no puede bajo ningun concepto compararse con el de Ceres, aun admitiendo «70 millas inglesas» como diámetro de este pequeño planeta. Véase la escelente obra: On the Connexion of the Physical Sciences, 1835, p. 411. Como documento justificativo en apoyo de un aserto de la página 106, sobre el gran aerolito caido en el lecho del rio de Narni, y que hasta ahora no ha sido encontrado, voy á trasladar aquí el pasaje que Pertz copió del Chronicon Benedicti monachi Sancti Andreæ, in Monte Soracte (Biblioteca Chigi en Roma); este documento se remonta al décimo siglo y en él se refleja el estilo bárbaro de aquella época: "Anno 921, temporibus domini Johannis decimi papæ, in anno pontificatus illius 7, visa sunt signa. Nam juxta urbem Romam lapides plurimi de cœlo cadere visi sunt. In civitate quæ vocatur Narnia, tam diri ac tetri, ut nihil aliud credatur, quam de infernalibus locis deducti essent. Nam ita ex illis lapidibus unus omnium maximus est, ut decidens in flumen Narnus, ad mensuram unius cubiti super aquas fluminis usque hodie videretur. Nam et ignitæ faculæ de cœlo plurimæ omnibus in hac civitate Romani populi visæ sunt, ita ut pene terra contingeret. Aliæ cadentes, etc." (Pertz, Monum. Germ. hist. scriptores, t. III, p. 715.) Sobre el aerolito de Ægos-Potamos, cuya caida dice la crónica de Paros haber tenido lugar en el año primero de la 78ª olimpiada (Bœckh, Corp. Inscr. græc, t. II, p. 302, 320 y 340), cf. Aristóteles, Meteor., l. I, c. 7 (Ideler, Comm., t. I. p. 404-407); Stobee, Ecl. phys. l. I, c. 25, p. 508, ed. Heeren; Plutarco, Lysandre, c. 12; Diógenes Laert., l. II, c. 10. (Véanse tambien mas adelántelas notas 69, 87, 88 y 89). Segun una tradicion mogólica, una roca negra de 13 metros de altura, hubo de caer del cielo á una llanura próxima á las fuentes del Rio Amarillo en la China Occidental. (Abel Remusat, en el Journal de Physique de Lametherie, 1819, mayo, p. 264).
^(63) Pág. 107.— Biot, Traite d' Astronomie physique, (3.ª edic.) 1841, t. I, p. 149, 177, 238 y 312. Mi amigo el inmortal Poisson esplicó de una manera completamente nueva la ignicion espontánea de las piedras meteóricas á una altura en que la densidad de la atmósfera es casi nula. «A una distancia de la tierra tal, que la densidad de la atmósfera sea totalmente insensible, parece difícil atribuir, como ya se ha hecho, la incandescencia de los aerolitos á un rozamiento contra las moléculas del aire. ¿No pudiera suponerse que el fluido eléctrico, en estado neutro, formase